Relator omnisciente
El hombre ingresó a la gran casa en la que habïa mucho movimiento, podïan apreciarse los restos de una boda pues se veía a un par de cansados mozos acarreando bandejas con comida, algunas flores marchitas en sus jarrones se acumulaban en el vestíbulo a la espera de ser desechadas seguramente. Había habido un pequeño problema eléctrico en una zona de la casa y por ello se encontraba allí, enfundado en el mameluco naranja con el logo de la empresa y llevaba una caja con las herramientas la cual fue revisada concisamente por los hombres de seguridad de la entrada.
Consultó donde quedaba la habitación que en la que debía realizar el trabajo asignado y una muchacha del servicio lo condujo hacia el piso de arriba. Por la puerta vio salir a una pareja bastante guapa y joven. Él, alto, rubio y de ojos azules que lo repasaron de arriba abajo. Ella, castaña, de ojos cafés y mirada suave y dulce, parecía un hada que flotaba. El grandote se dio vuelta y por una fracción de segundo se sintió nervioso, pensó que se acercaría a revisarlo. Así, quizá hubiera encontrado pegado con cinta de embalar en su tórax las cámaras minúsculas que debía colocar en lugares estratégicos en la habitación.
Jamás preguntaba para qué o cual era el objetivo, simplemente lo hacía. Era su trabajo: obedecer. Donovan había sido específico, le hizo memorizar la ubicación de la habitación que buscaban. Por supuesto, había gente dentro de la casa que sabían esto por ello se facilitó su entrada. Él era un profesional y por ello Donovan lo había contratado.
Jason
"Me equivoqué, maldición". No podía cometer este error, y lo hice. Lo único que me encargué a mi mismo, la promesa que hice aquel día que nos casamos. "No debes tocarla", me repetía una y otra vez mi endiablada conciencia, ¿dónde diablos se había ido cuando debía detenerme?. He fallado, sin dudas y estrepitosamente. Es la primera misión que no puedo cumplir, por dentro me sento desvastado. No sé como mirarla a la cara. Yo debía cuidarla, velar por su bienestar y no profanarla como lo hice. Mis dedos aún contienen su humedad y su olor me está volviendo loco.
—Danna...escucha...yo...esto está mal. No debemos hacer esto, no debimos...no debí....¿Me entiendes? —levanto su mentón para que me mire.
Veo unas lágrimas correr por sus rosadas mejillas. Voy a arruinarla, voy a romperla para siempre si no me alejo ahora. Tengo que dejarla ir.
—Escúchame atentamente. Voy a dejar la misión. Pediré que te asignen a alguien más, a alguien que esté capacitado para cuidar de tí. Tenemos que alejarnos... —ni bien termino de decir esto último envuelve sus brazos alrededor de mi cuello. ¿Por qué tiene que ser tan difícil? Intento zafar de ella, pero siempre supe que no podría. Mi alma y la suya están unidas inevitablemente.
—No, por favor. No me dejes. Yo no quiero a alguien más...te quiero a tí, tú eres mi esposo —finalmente dice y esta vez si que mi control se fue al carajo.
La abracé con fuerza, apretándola tanto que tuve miedo de romper sus huesos.
—Sssh, calma, bebé. No llores. No lo hagas —se estremece violentamente y no tengo la puta idea de que hacer ante esto. Tengo tantas ganas de follarla ahí mismo pero no puedo, no en el estado en el que está ni como estoy yo.
—No me dejes...—es lo único que repite.
Acaricio su pelo, su espalda intentando transmitir algo que ni siquiera yo tengo: calma. Le digo todas las palabras cariñosas que me salen, no soy el estilo romántico pero con ella me sale natural decirle cosas dulces, suaves.
—No lo haré...no lo haré, ?me escuchas? Seguiremos en esto hasta el final —la consuelo y parece ser que esto la tranquiliza porque su cuerpo se relaja y finalmente queda profundamente dormida entre mis brazos al cabo de largos minutos en los que nos encontramos en la misma posición..
Nunca tuvimos esta cercanía que ahora nos une. La cargo hasta la cama que compartimos y mis fantasmas diablólicos me atacan durante la noche. "Tómala", me dicen pero debo contenerme. Aun estamos a tiempo de salvar esto. Aun estoy a tiempo de conservarla como debe terminar al final de todo esto: virgen.
Nunca fue fácil mi carrera para mí, ahora lo es menos pero debo cumplir con lo encomendado. Lucho con mis demonios internos durante horas hasta que puedo conciliar el sueño.
Y como si el maldito destino me hubiera escuchado, me despierto sobresaltado durante la madrugada. Algo suena a lo lejos...no sé que es. Cuando termino de despertar, me doy cuenta que es mi teléfono, no se donde lo dejé. Traje a Danna a la cama y me quedé con ella, en nuestra locura lo tiré vaya a saber donde. Me levanto algo mareado aun por el estado de somnolencia y lo encuentro.
—Connor —digo, porque ya vi el identificador de llamadas, es de "esas llamadas", en las que aparece solo un código, los números están bloqueados.
—Hemos encontrado a Weber. Te esperamos a las 0500 en la ubicación que te enviaré —cuelgan.
Así es esto, así es el mundo donde me desenvuelvo. Pocas palabras, mucha acción. Me doy una ducha rápida y me visto, tengo aun media hora para llegar. Le doy un beso en la frente a mi princesa, no sin antes dejarle una nota que dice solo "Misión". Ella sabrá, le he explicado que esa sería la palabra clave para que se quede tranquila y no me espere. No tengo tiempo para regresar. Ya hablé con el jefe de seguridad de casa, me enviarán informes cada doce horas y me mantendrán al tanto de cualquier movimiento extraño. Le envío un mensaje a mi madre para que se encargue de ella mientras estoy fuera.
Salgo a la oscuridad de la noche. la casa está en absoluto silencio. Solo estoy yo, con un peso grande sobre mis hombros. Solo espero encontrar a ese tipo y acabar todo esto de una vez.