Danna
Los oficiales me dirigen por un largo pasillo vacío e inmaculadamente blanco. Puedo sentir el olor a desinfectante y los sonidos de voces que cuchichean detrás de cada puerta. No sé porque estoy aquí, simplemente un grupo de oficiales tocó la puerta en la mansión Connor y quisieron hablar conmigo, acto seguido me pidieron que los siguiera. Por supuesto, recordaba las recomendaciones de Jason, había una palabra de seguridad que debía decirme cualquier persona que me citara en un lugar determinado. "Nancy" era la nuestra. Es que ella representaba la seguridad en persona y era importante para ambos.
—Pase por aquí, señora Connor —me indica uno de ellos, abriendo una puerta y sacándome de mis ensoñaciones.
Me quedo pasmada, rígida, sin poder siquiera emitir palabra. Él está allí, sentado con una pequeña sonrisa en sus labios, con una leve sombra bajo sus ojos.
—¡Jason! —grito cuando el sopor se alejó un tanto, sus rasgos se distorsionan por la cortina de lágrimas que salían de mis ojos. Él simplemente sonríe.
—Jason —repito su nombre para confirmarme que no se trataba de un conjuro que pronto terminaría.
—Danna. ¿Te vas a quedar ahi parada sin saludarme? —espeta mientras extiende los brazos y yo corro a ellos, mojando su ropa de hospital con mis aguas saladas.
—Lo siento —me disculpo alejándome avergonzada cuando él se queja de dolor. No había reparado que tenía vendajes en su hombro.
—¿Qué te pasó? ¿Estas bien? —pregunto palpándolo para ver si tenía algun otro daño.
Su mirada es extraña ante este acto de arrojo que realicé y me sigue en todos los movimientos. Una vez más me alejo avergonzada pidiendo disculpas.
—Estoy bien, fue solo una bala. Pero como entró, salió —afirma campante como si no fuera nada. Yo abro la boca observándolo y luego llevo mis manos para cubrirmela en son de sorpresa y horror.
—¡Jason!! ¡Oh, por Dios! ¡podrías haber muerto! —nuevas lagrimas salen de mí. Es que parecen no acabarse nunca. Él sonrie levemente. Son pocas las veces en las que lo he visto hacer esto y es adorable. cambia su cara de piedra acentuando sus rasgos.
—Pero no morí. Estoy aquí, contigo. Tengo que decirte algo, Danna —se pone serio otra vez y toma mi rostro con sus manos grandes.
Mi cabeza trabaja intentando dilucidar que debe decirme, pero estoy segura que es algo importante por algo me hizo traer aquí.
Trago saliva y asiento apenas. Él entiende que estoy preparada para lo que viene.
—Weber está muerto. Yo mismo lo maté...—me dice extendiendo una mano hacia mí invitando a que la tomara. No sé como reaccionar, no se si reir porque la pesadilla se terminó o si llorar porque después de todo era alguien, alguien a quien conocí y quise aunque se haya convertido en un horrible ser humano. Luego equilibro una balanza imaginaria en la que están Weber y Jason. Y mil veces prefiero los resultados como se dieron.
Respiro aliviada.
—Pues, me alegro de que haya sido él y no tu —le digo con sinceridad. El me mira divertido, quizá se esperó que llorara por ese hombre que me hizo tanto daño.
—Señora Connor, no sabía que era tan malvada —achina sus increíbles ojos azules y yo me ruborizo. en ese instante un tropel de familiares hace su ingreso interrumpiedno cualquier cosa que pudiera pasar. Sus padres y hermanos hablan y rien con él hasta que amenazan sacarnos de allí, decenas de periodistas tambien estan afuera esperando novedades del salvador de la ciudad, del hombre que se encargó del peor delincuente.
Esto, a decir de Jason es peligroso pues aun quedan secuaces allí afuera. Y según me informa el jefe Jhonson que llega luego, se llevará a cabo un juicio y debo hacer una rueda de reconocimiento a los hombres de su banda que conozca como las personas que trabajaban con él. Tiemblo toda, el momento que más temía está por llegar. Salgo a pedido de Jason mientras habla con el jefe Jhonson.
Después de unos minutos que parecen interminables, me llaman. Jason tiene una expresión extraña en su rostro, ni siquiera me mira. Es el señor Jhonson quien habla.
—Danna, escuche. La posición de ambos aun continúa siendo peligrosa. Aun desconocemos el alcance criminal con el que contaba Weber. Una vez obtenidos los testimonios de los hombres que aprehendimos puede ser que tengamos un mejor panorama. La familia de Connor no es un buen escondite. El también está en peligro. Vamos a trasladarlos a un nuevo destino por unos días y luego decidiremos que hacer. Le pido que siga las instrucciones estrictamente que le ha dado el oficial Connor en cuanto a seguridad.
—Si, señor Jhonson.
—Bien, me retiro, tengo mucho trabajo. Te daremos tiempo a recuperarte, Connor. Vencido el plazo que acordamos nos reuniremos de nuevo.
—Si, señor —con un apretón de manos, se despiden ambos hombres. Veo que Jason ya está con ropa de calle.
—Bien, ¿nos vamos? —me invita mirándome intensamente. Es que nunca me acostumbraré a ese mar azul.
Yo lo sigo, porque sé que iría al fin del mundo con este hombre.
Jason
Llegamos a destino: un hotel en las afueras de Carliston elegido por el jefe Jhonson para pasar los siguientes días. Debo presentarme a declarar por todo lo que ha pasado en el interior de ese recinto en el que estuve encerrado por más de tres días con el delincuente de Weber.
Aun me siento debilitado por la sangre que perdí luego del balazo en el hombro por ello el jefe asignó más personal de seguridad que se encontraban desperdigados en diferentes puntos del hotel. Obvio esto no lo sabía Danna. De los dos, yo era el único que sabía lo que seguía y mi corazón sangraba por esto.Ya había hablado con Jhonson, declinaría la misión. No podía seguir cuidando a Danna, no cuando involucraba sentimientos que ella despertaba en mí. Pareció entenderlo, fue muy comprensivo conmigo, solo le pedí unos días para recuperarme y para prepararla para la separación. Tenía un profundo dolor no solo en la herida que palpitaba sino en el corazón. Ella como siempre, disfrutó extasiada de la vista, me encantaba su forma de verlo todo como si fuera la primera vez, se paseaba por todos los espacios mirando y tocando todo. Era tan dulce. Nunca había conocido una mujer como ella, tan llena de vida y de querer absorberlo todo quizás por su poca experiencia en este lado del mundo que le había sido quitada por el tipo del que ya me encargué.
Me recuesto dispuesto a dormir un par de horas, tengo que recuperarme lo más pronto posible para continuar trabajando en lo que me gusta tanto. Ella se queda revoloteando y son esas mismas energías positivas, tan vibrantes y dulces las que permiten que me duerma profundamente.