Yo, su protector

Capítulo 66

Relator omnisciente

Los titulares de los medios de comunicación y redes sociales vomitan las veinticuatro horas los avances en el juicio a la banda de Hans Weber. Se habla de las pruebas en su contra y de los testimonios de los testigos con lo que el fiscal buscará tener a la sombra al menos una década a estos cómplices para cortar de raíz el mal que acechó a la población durante más de veinte años. 

La sala de juicios es un hervidero de periodistas, policías, familiares de víctimas y victimarios que buscan algo. El momento de dar su testimonio se acerca y Danna está en una habitación destinada precisamente para alojar a los testigos de casos como estos. El oficial Lamas no se mueve de su lado. En este último mes les ha costado entablar ningún tipo de relación, la muchacha es tímida en extremo y se niega a mirarlo siquiera a los ojos. Habla lo justo y necesario y se ha creado una especie de caparazón alrededor que evita que nadie se acerque. Aunque es inevitable temblar ante la idea de enfrentarse a un juez y a estar delante de tanta gente, eso puede entenderlo perfectamente, más aun para una muchacha como ella. El fiscal es un hombre serio y duro y la ha sentado cientos de veces a practicar las preguntas que se le harían y como debía responder, sentía que estaba perdiendo la paciencia con ella. Practicaron durante días y horas la manera en la que debía dar su testimonio.

—Más fuerte, señorita Miller.

—Abra más la boca cuando hable o no le entendemos nada.

—Diga con más seguridad esa frase o el juez creerá que miente.

Incluso había derramado lágrimas cuando se sintió tan presionada. Sabía que sería difícil ya que le preguntarían por su relación con Weber pero le habían aconsejado que dijera la verdad. En su posición de "prometida" del delincuente creían que sus palabras pesarían más a la hora de la condena.

Y para colmo, todo era más difícil sin Jason a su lado. Lamas era un hombre maduro, de cuarenta años al que consideraba que podría ser su  padre. Si bien la preparación física era la misma para todos y destilaba una musculatura y una altura envidiables, no tenía esos ojos que la enloquecían, no la miraban como si quisiera quemarla viva, quitando trozos de su piel para fundirse con ella. Todos estos pensamientos surgían de la nada, en medio de la rutina que se había apoderado de su vida. Ni que hablar de sus sueños plagados de sus manos traviesas, se ruborizaba de la nada. Los hombres presentes en el recinto atribuían esto a su extrema timidez. Su voz bajita hacía que se mantuvieran en silencio absoluto para poder escucharla.

El jefe Jhonson pudo escabullirse por unos minutos dentro del recinto en donde la tenían y con gran sigilo le aconsejó no mencionar de su matrimonio con Connor, que el trámite legal de divorcio y demás estaba en marcha y que próximamente podía estar tranquila, que volvería a su vida normal en cuanto esto terminara. Un nudo se formó en su estómago. Ella no deseaba volver a lo de antes, quería con todo su ser continuar una vida al lado de Jason pero también necesitaba volver a ver a su abuelita y a su hermano. En estos momentos no tenía a nadie, y se daba cuenta de la importancia de Jason en su vida pues ahora sin él a su lado se sentía absolutamente sola.

—Señorita Miller, es necesario que entienda algo. No sabe el daño que le ha hecho al oficial Connor al involucrarse con él. Su carrera que tanto ama pende de un hilo. En estos momentos estamos viendo de darle una misión que pudiera reivindicarlo y él se aferra a la última esperanza que le queda para continuar en la fuerza. Le pido por favor, no vuelva a acercarse a él —le dijo en confidencia el jefe Jhonson.

Clarke le había aconsejado lo mismo. Éste apareció uno de los tantos días de vorágine. Se lo veía cansado, con pequeñas arrugas alrededor de sus ojos esmeralda pero ya no brillaban como antes.

Esquivó las preguntas que le hizo sobre Bety. Presentía que algo malo estaba ocurriendo pero no era nadie para indagar en profundidad, además que no tenía la suficiente confianza para hacerlo.

Y les había hecho a ambos la promesa de que haría todo por él a cambio de que ella desapareciera de su vida. Una vez terminara todo volvería al anonimato dentro de la muralla de la aldea y desaparecería para siempre.

Lloró desconsolada. Lo que menos quería era causarle daño a Jason. "Se lo advertí, le dije que no podíamos hacerlo", pero no podía arrepentirse de amarlo así. Y tampoco de los momentos de pasión que vivieron, esos que guardaría en el fondo de su corazón.

Trató de contener las lágrimas mientras tocaban a la puerta. Era un día clave en el que daría su testimonio. 

—Señorita Miller, ya es hora. Sígame, por favor. 

Lamas la llevó hacia una habitación plagada de personas que se movían como hormigas. Le colocaron un chaleco antibalas, le recogieron el cabello y se lo acomodaron bajo un sombrero con visera para cubrir parte de su cara, anteojos oscuros y ropa similar a la que usaban los policías. Afuera ya se había apostado un batallón de policías vestidos de oscuro con cascos, chalecos, escudos y armamento militar, serían los encargados de escoltarla.

Ella aún estaba en peligro por lo que se tomaron los recaudos necesarios, buscando a los mejores hombres dentro de la fuerza que se encargarían del procedimiento de seguridad. Varios de esos la rodearon cuando salió con la mirada siempre en el suelo para no llamar la atención mientras intentaban que se confundiera como una más y pasaron a la sala de justicia, apostándose cada uno en un lugar estratégico. Había cámaras por doquier intentando captar lo más posible pues el juicio había tomado carácter público. Su nombre aun no había salido a la luz, por su condición de testigo encubierta pero sabían que todo estallaría una vez presentado su testimonio. Era muy importante para la investigación. También podía ser reconocida por más hombres de Weber que estuvieran en la aldea. "Al menos mi familia sabrá que aún estoy viva", se consoló internamente.




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