Con los ojos abiertos a todo lo que daban y sin poder emitir palabra, Danna solo pudo susurrar su nombre. Sin embargo, una montaña de hielo de su interlocutor le hizo perder la idea primaria de que la buscaba a ella para declararle todo lo que le había susurrado mientras se amaban. El solo recuerdo la hizo estremecer mientras prestó atención a lo que el oficial Connor le decía:
—Señora Connor, haga el favor de seguirme —dijo con un tono tan autoritario, que Danna tembló. Ahora nadie la llamaba así, había vuelto a usar su apellido de soltera ya que en teoría nadie conocía la verdadera relación entre ambos. Connor simplemente volteó ofreciendo una vista de su esplendorosa espalda.
Él debía odiarla mucho. Estaba conciente del daño que le hizo a su vida, a su carrera, a sus relaciones. Él no merecía todo lo que pasó por culpa de ella, ojalá se hubiera quedado callada aquel día en el que le propuso la idea al jefe Jhonson de casarse. Ni en sus sueños más alocados se imaginó que terminaría casada con un hombre como Jason, él merecía a alguien como Alexa o como Jocelyn, una noventa sesenta noventa que lo complaciera en todo, que supiera como hacerlo y no una inexperta como ella que sólo había cometido el error de creer en las promesas de un líder que la dejó arruinada en todos los aspectos de su vida. "No debes confiar en ningun hombre, Danna...nunca", se reprendía a sí misma.
Continuaron caminando por los largos pasillos del juzgado en absoluto silencio, la mirada gélida de él le impidió decir una sola palabra. Iba observando las amplias espaldas que tanto había deseado besar cuando estaban desnudos y esos brazos anchos y marcados que amenazaban romper la camisa del uniforme oscuro.
Él iba en silencio y ella hizo lo mismo, no quería seguir molestándolo. Ya era un fastidio para él tener que lidiar con ella a esta altura del proceso legal. ¿Por qué simplemente no la dejaba a cargo de alguien mas y listo? Sus funciones en esta misión ya estaban en etapa final, sería fácil desligarse de ella. El hastío que tendría por ella era evidente ya que ni siquiera la había mirado. Después de todo, él no había prometido nada, ella fue la tonta que cayó en sus brazos sin medir las consecuencias, aunque recordaba sus palabras de no olvidar que la amaba. ¿Acaso él mismo lo había olvidado?.
Cuando llegaron al final del pasillo, él abrió una puerta con una llave maestra que portaba en uno de los tantos bolsillos, abrió y le indicó que ingresara. ¿Más interrogatorios?, se dijo. Ya lo había dicho todo, ni aunque la exprimieran podrían sacar más de ella. Estaba cansada de todo, quería que todo esto termine de una vez. Escuchó cerrarse la puerta a su espalda y el click de la cerradura.
—¿Por que estoy aqui? —preguntó mientras giraba bruscamente el cuerpo. Chocó de frente con el pecho de el quien la miraba expectante y acto seguido, apoyó su frente en la suya, causando que cientos de espasmos se transmitieran desde allí al resto del cuerpo. Su olor, ese olor a hombre, a macho cargado de hormonas se introdujo de lleno en su nariz, produciendo como acto reflejo que inhalara profundamente. "Más", le gritaba su centro mientras palpitaba.
—Te extrañe mucho, Danna...—le acarició el rostro suave que tanto le gustaba, sus ojos lanzaban llamaradas de fuego azul, tanto que sintio la calentura que iniciaba en su entrepierna tan conocido desde que conoció a Jason.
Arremetió con furia contra esos labios rosas que lo volvian loco. Ella estaba sorprendida. trató inútilmente de alejarlo de ella empujándolo, sin éxito. Al sentir sus labios contra ella, los suyos se derritieron convirtiendose en uno solo. Se prendió de su cuello saboreando el olor a cuero y metal de sus accesorios. Nuevamente la diferencia de altura hizo que la levantara de la cintura hasta ponerse al mismo nivel. El tiempo que estuvieron separados solo los hizo desearse con mayor intensidad y ni siquiera lo que experimentaron aquella primera vez juntos se comparaba con esta nueva necesidad de devorarse uno al otro.
Jason
Con mis manos la obligué a envolverme la cintura con sus piernas y la apoyé contra la pared más cercana. No tenía mucho tiempo, Clarke me cubriría hasta que fuera el fin del receso y eso solo eran unos pocos minutos. Ella trataba de preguntarme cosas, yo solo la ahogaba con mis besos. No había tiempo para charlas ni para reclamos ni para promesas de nada.
Lo bueno de que usara esas tediosas faldas era que me ahorraría trabajo, solo se interponía su ropa interior entre ella y mi gran erección que ya estaba preparada desde que la ví cuando llegó custodiada, con el chaleco antibalas y casco. Aún así se me despertó las ganas locas de estar dentro de ella.
La falda oscura y ancha era un impedimento para lo que quería hacer con locura. Prácticamente se la arranqué, ella protestó e intentaba ayudar pero mi apuro era grande. Aún así cuando la toqué estaba muy húmeda, absorbí la piel de su cuello y con una de mis manos le recorría el cuerpo que tanto había extrañado. Como pude saqué mi miembro en medio de tantos artefactos, y me metí en su interior con un deseo tan grande que pensé me descompondría. La tomé de ambas piernas para abrirla más aún. Ella se quejó un poco, todavía seguía estrecha y me preocupe un poco pero al mirar su rostro pude ver que lo estaba disfrutando. Nunca había sido tan rudo con ella, siempre la cuidé y estuve pendiente de su bienestar, pero hoy es diferente. Quiero invadirla toda y que guarde de mí para siempre en sus entrañas, embestí un montón de veces mientras las esposas que colgaban de mi cintura tintineaban al ritmo impasible de mis anhelos. Ella jadeaba entrecortadamente y se sostenía de mis hombros. Ví que no soportaríamos las contracciones de los músculos por lo que, aún dentro de ella la llevé hasta una mesa desportillada que estaba en rincón y la senté en el borde e hice que apoyara su espalda allí, mientras no detenía los movimientos que me estaban sacando de quicio. Desde allí tenía un ángulo de su cuerpo que aproveché para disfrutar, aún con la ropa puesta ella me encendía. Sus pequeños pechos se bamboleaban, la acerqué más aún, tomándola de las caderas para ayudarla a moverse mientras ella murmuraba mi nombre en medio de los chirridos y tintineos. "Jason", dijo en un momento y abrió los ojos. Se encontraron con los míos y nos quedamos observandonos, era la primera vez que ella podía sostener mi mirada por largo tiempo. Yo sabía que ella confiaba en mí como en nadie más por lo que moví mis labios en un "te amo" justo antes de que ambos lanzaramos el grito final de placer.