Lilia Connor
He tenido que tomar decisiones drásticas toda mi vida.
Desde el momento en el que con mi esposo acordamos emprender en el negocio familiar, no he parado de tomar decisiones a diario, algunas involucraban cosas nimias, sin mucha importancia como que ropa usar para asistir a una cena para atraer socios. Otras en cambio, buscaban acuerdos millonarios con otras empresas o socios particulares.
Con mis hijos he debido hacer lo mismo. Ellos son parte de mi y no permitiría que nadie ni nada los aleje del objetivo que con Joe nos hemos propuesto desde el principio. Así ocurrió con Roger. Hicimos una búsqueda meticulosa de la candidata para que lo envolviera, hiciera que se enamorara y que le ofreciera matrimonio. Ya conocíamos a Mayra de un negocio anterior. Ella buscaba lo mismo que nosotros; estabilidad emocional y económica. Era dueña de acciones en una empresa pequeña a la que estábamos dispuestos a absorber para acrecentar nuestras ganancias, su padre estaba a punto de declararse en bancarrota pero lo frenamos justo a tiempo proponiéndole la unión de ambas familias. Nuestra empresa absorbería la suya y él se convertiría en un jefe de alguna área importante. Por supuesto que prefirió aceptar antes que perderlo todo. Nos pusimos en campaña para que nuestros hijos se conocieran. Roger no debía enterarse nunca de lo que estaba ocurriendo. Él solo debía enamorarse perdidamente de Mayra. Tuvimos que acudir a algunas cirugías plásticas para mejorar ciertos aspectos que yo sabía le gustaban a mi hijo pero eso no fue problema, ella estaba más que dispuesta. Le hicimos firmar un acuerdo en el que ambas partes mantendríamos el secreto para siempre y bajo ninguna circunstancias revelarlo.
Suspiro mientras recorro mi hermosa casa, la que nos costó lágrimas de sangre erigir al igual que todo en nuestras vidas.Miro la fila de árboles idénticos que adornan la entrada y suspiro largamente intentando acomodar mis ideas.
Sin dudas Jason fue el que más me ha decepcionado. Aparecer de un día para otro casado con una doña nadie que resultó ser una maldita testigo encubierta a la que estuvo protegiendo fue el mayor disgusto de mi vida. Sin dudas mis hijos no han nacido para enamorarse. Tuve que hacerme cargo tambien, como todo. Al momento de enterarme que Jason traería a una "acompañante" me movilicé y pedí a Clarisa que me ayudara a espantar a esa trepadora. Ni siquiera la conocía y ya la odiaba. Más la desprecié cuando se negó a ayudarme a convencerlo de que dejara ese estúpido trabajo para entrar a trabajar en donde siempre debió estar. "Jason ama lo que hace", se atrevió a responder la mosca muerta, la que se hacía parecer débil para encontrar el consuelo en el tonto de mi hijo.
Bufo ensimismada mientras recuerdo como intenté por todos los medios que él notara que ella no era la adecuada. Yo necesito que sean mujeres de carácter firme, que tengan estudios mínimos para poder apoyar a mis hijos en todo lo concerciente a los negocios, no una cualquiera salida de quien sabe donde y que estuvo involucrada con un narcotraficante de poca monta que apareció en todos los medios. También tuve que intervenir. Nunca había llegado tan bajo pero el fin no justifica los medios, en mi caso. Significó un gran movimiento de nuestro capital personal para poner en marcha el plan para alejar a esa mojigata de mi hijo y de paso me sirvió para mover los hilos y hacerlo dejar esa profesión mediocre que no fue hecha para ninguno de mis hijos.
Joe me ha apoyado siempre en las decisiones que he tomado, al igual que yo lo hice con él. Hemos sorteado muchísimos obstáculos siendo así de unidos. Para él la empresa es un hijo más y es intocable. Teníamos la esperanza de que nuestros hijos nos continuaran cuando quisiéramos retirarnos pero todo se estaba yendo cuesta arriba. Roger no dejaba de revolotear de flor en flor dejando un tendal de mujeres suspirando por él que a veces aparecían en casa requiriendo su presencia, algunas llegaban histéricas exigiendo que le llamara para "hablar" con él. Todas decían ser novias pues lamentablemente mi hijo era tan enamoradizo que con sus actitudes románticas les hacía creer a todas cuando solo habían sido amores de una noche. Mantener las apariencias era sumamente importante para llevar adelante a una empresa y corríamos el riesgo de que en cualquier momento se desatara algún escándalo por culpa de sus amoríos baratos poniendo en jaque el prestigio de la empresa. Por eso tomamos la decisión de hacer que se casara. Sabíamos que no iba a lograr hacerlo por sus propios medios por su inestabilidad en cuanto a las parejas que elegía así que tuvimos que darle un empujoncito.
Mi hija Clarisa es la mimada de mi esposo. Gracias a eso consigue siempre lo que quiere. Es muy jóven aun para saber lo que quiere realmente. He tenido que sacarla en más de una ocasión de problemas con la ley: fiestas clandestinas, alcoholismo, drogas, peleas. Hemos intentado que Jason, su hermano, jamás se entere de esto o nos recriminaría nuestra falta de control para con ella. Para él seguía siendo su hermana pequeña, dulce y tímida pero no lo era. "Si él supiera", murmuro bajito, no quiero que ni siquiera el personal de servicio conozca los secretos familiares. La niña Clarisa ha sido sometida a un aborto, he sobornado a policías y jueces para que hoy tuviera su preciada libertad. Fue una niña rebelde siempre. Y las amistades no le ayudaban. Se empeñaba en estar con personas como Brian y Alexa con los que tenía una extraña relación de "amistad". Pero no podía hacer nada, no podía impedirles el estar en casa compartiendo tiempos y espacios o mi hija me haría un escándalo por no permitirle ser feliz.
Y ahora me estoy encargando del ingrato de Jason. He reunido un ejército de abogados para pedir consejo acerca de como proceder con vividoras como la esposa. Todos han estado de acuerdo que nada se puede hacer en cuanto al divorcio sin el consentimiento de ambas partes. Por eso me atreví a contratar a un tipo que se dedica a falsificar documentación haciendo un escrito en el que ambos renuncian a su matrimonio, hizo la firma de Jason para luego hacerle firmar a esa mujer. Me sorprendí cuando mis informantes me comentaron que lo hizo sin dar batalla, simplemente lo hizo sin objetar nada.