Yo, su protector

Capítulo 74

Relator omnisciente

El hombre de la capucha gris camina a paso presuroso. Hay pocas personas en la calle, unos cuantos muchachos que holgazanean en las esquinas que se juntan a fumar marihuana y a escuchar música con sendos parlantes. Lo miran sin prestarle demasiada atención. No es que un hombre como él no llame la atención pero bien podría ser cualqueira de ellos. Tiene la rubia barba crecida, sus ropas un tanto andrajosas y casi no puede apreciarse su apuesto rostro. Lo único que podría llamarles la atención son sus azules ojos relumbrando por las luces tenues de la calle, pero también están casi sin brillo. Endurece la mirada al avanzar por una calle por él conocida. Al llegar a la entrada del edificio, toca el interruptor.

—Soy yo.

Espera un momento y con un chasquido logra abrir la puerta de entrada. Vuelve a mirar para todos lados antes de perderse en el interior. Sube las escaleras a paso regular hasta que llega a la puerta que busca. 

Toc toc.

Del otro lado se observan unos ojos curiosos y una enmarañada cabellera que se detienen en el umbral de la puerta.

—Pasa, cariño.

Está en la disyuntiva de entrar o no. Sabe que pueden estar vigilándolo.

—Solo dime lo que sabes, Carrie —espeta con tono molesto.

Ya está harto. Hace días que no come ni duerme. La búsqueda ha resultado infructosa. Solo le queda este recurso; su informante. Carrie lo ha ayudado mucho en sus años como policía. Conocía el paradero de mucha gente. Y si no sabía algo, se movía en diferentes círculos hasta que llegaba a conocer lo que se le pedía.

—Pasa. No hablaré aquí afuera —dice en tono firme.

No lo escuchó bien cuando la llamó por teléfono y ahora se da cuenta de que verdaderamente no está bien. Es la primera vez en diez años que conoce a Jason Connor que lo ve en un estado tan debilitado. Él representaba el ideal de hombre fuerte y que tenía todo bajo control. Jamás logró hacerlo caer en sus redes, y eso que ella fue firme y directa cuando se lo propuso. La rechazó con cordialidad, no siendo grosero ni atrevido con ella. Simplemente dijo que jamás mezclaba trabajo con vida personal y no quería perder la relación que tenían. Así de fácil. Y así de doloroso. Lloró de impotencia durante días pero se resignó a que jamás obtendría lo que buscaba del oficial que ahora se encontraba sentado en su cocina con la mirada perdida y hediendo a alcohol.


—¿Hace cuánto que no te duchas? ¿Dónde está tu esposa?—preguntó con la esperanza de iniciar una charla. 

La mirada azul se posó sobre Carrie haciéndola estremecer.

—No he venido a hablar de mi vida. Necesito información... —espeta en un tono duro y sin expresión ni emoción alguna.

Carrie asiente con la cabeza sin emitir sonido. Se da cuenta que él está sufriendo pero no puede hacer nada para evitar su dolor. Él jamás permitió que ella se acercara de ninguna manera pero parecía necesitarlo en estos precisos momentos. Había estado en presencia de hombres violentos, hombres que incluso la habían mandado al hospital por las golpizas que le daban, alcoholicos, drogadictos, hombres que no vislumbraban un futuro.

"Jason no es como ellos", se dijo para darse ánimos y atreverse a hacer lo que hizo. El dolor lo atravesaba de tal manera que era imposible no verlo. Era lo suficientemente inteligente y había tenido tanta experiencia en la calle que pudo reconocer a un hombre lleno de dolor. Con un movimiento rápido se abalanzó encima de él y lo cubrió con sus delgados y largos brazos. 

Al principio éste se resistió, poniéndose rígido ante la acción que seguramente lo tomó de sorpresa pero ante las palabras cariñosas de ella comenzó a soltarse. No solo eso, unas gruesas lágrimas comenzaron a hacerse presente en su varonil rostro hasta empapar la ropa de ella quien se mantuvo firme abrazando al hombre que la doblaba en tamaño.

—Descárgate, cariño. Aquí estoy y no te soltaré. —le expresaba entre otras palabras de aliento y consuelo.

Esto le permitió abrirse a su nueva amiga, accedió a darse un baño para quitarse los restos de amargura de su alma y luego le cocinó una cena ligera pues se veía que hace días no dormía. Y gracias a esta combinación de baño con comida, logró dormir en su cama en la cual quedaría impregnado su olor, ese olor que la acompañaría el resto de las solitarias noches cuando soñara con él, con un hombre inalcanzable para ella.

Cuando Carrie despertó al día siguiente solo encontró las arrugas en las sábanas donde él había dormido. Logró darle un poco de información que él buscaba. Había logrado contactar a un amigo que se movía en las calles y que podría tener información del oficial Luke Clarke. Aparentemente éste se estaría ocultando pues se cernían fuertes amenazas sobre él y por órdenes del alto mando se restringiría sus salidas como  las misiones. Como Connor, su carrera se encontraba en pausa hasta resolver algunas situaciones de sumario que estaban siendo investigadas por Asuntos Internos.

Por supuesto que la situación de ambos era diferente. Connor estaba siendo procesado internamente por involucrarse con una testigo mientras que en lo concerciente a Clarke había un halo de misterio y ocultamiento que ni Carrie pudo escarbar a pesar de su insistencia por saber más.

Suspiró antes de prepararse para dirigirse a su trabajo matutino como camarera en una cafetería. 

La información que guardaba de la supuesta esposa de Connor se la guardó bien para ella. No iba a poner su vida en peligro. La señora rubia de ojos azules parecidos a los de Jason había sido muy clara cuando apareció en el umbral de su puerta. Y los miles que le había pagado por su silencio eran suficientes para cubrir al menos por un tiempo los gastos del hospital psiquiátrico en el que se alojaba su madre. Era su única familia y no iba a abandonarla así porque sí. Ella tenía necesidades y pues, que esa señora haya sabido de ella le vino como anillo al dedo.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.