Nancy
Estoy muy triste por todo lo que le ocurre a mi pequeño niño rubio de ojos color cielo. Mi niño me ha llamado y he acudido a su llamado. No entiendo porque acude a mí siendo que tiene una gran familia, ¿por qué no confía lo suficiente en su madre para contarle acerca de los dolores de su atormentada alma? El autobús que tomo en los suburbios donde vivo me deja a un par de cuadras de su departamento por lo que debo caminar aunque mis castigadas rodillas no dan para más. Mi andar es lento e inseguro, con un balanceo hacia una de las piernas debido a la desviación que padezco de la columna. Este niño es como mi hijo, aunque fÍsicamente no se parezca en nada pero es como si hubiéramos estado conectados siempre de corazón. Fue una especie de amor a primera vista, no me refiero al amor romántico sino a uno que hay entre una madre o abuela con su retoño. Mientras camino por las ajetreadas calles recuerdo las vivencias con mi niño y voy sonriendo como loca sin prestar atención a nadie:
Flashback
Como siempre al llegar al departamento, luego de cerrar la puerta tras de mí, colocaba la llave en el llavero colocado en la pared de la derecha:
—Niñoooo —grité pues como siempre, no quería encontrarme con una sorpresa desagradable. Es que este chico tenía la mala costumbre de traer a cuanta muchacha se le cruzara en el camino, solo tenía veintiiun años pero ya se había convertido en un experimentado hombre en cuestión de faldas. Y la verdad las entendía, si yo fuese treinta años menor estoy segura de que hubiera sucumbido a sus grandes pectorales y a su apuesta cara.
Escuché una risita ahogada de mujer, lo que enseguida me hace rodar los ojos y ponerlos en blanco. "No aprende más", lo regaño con el pensamiento pero de igual manera lo haré en persona, él sabe que vengo a limpiar los martes y aún así se atrevió a dejar entrar a alguna zorrita.
—¿Quiën es usted? —me preguntó una sorprendida muchacha, quien me recorrió con sus profundos ojos oscuros. Es linda, no puedo negarlo y tiene todos sus atributos bien formados.
—La pregunta es...¿quién es usted? —la reté colocando los brazos en jarras en mi prominente cinturita de avispa.
Ella abre la boca para protestar pero me imagino que mi mirada matadora la hizo retroceder en su idea de ponerse en mi contra.
—Mi nombre es Jocelyn —me dice a modo de presentación. Exacto, es la misma zorrita que conocemos. Ella y Jason se conocen hace bastante tiempo y siempre la tuvo así, sin concretar nada serio a pesar de que es la que más veces he visto rondando a Jason, por no decir la única ya que de las demás nunca me enteré ni del nombre y estoy segura que él tampoco las recuerda.
—Muy bien, Jocelyn. Hora de marcharse. Debo ponerme a limpir inmediatamente, esto es un chiquero —le dije mientras ponía manos a la obra.
—P-pero... comienza a quejarse.
—Nada de peros. Si ya has cumplido tu función, será mejor que te marches, no me gusta que estén estorbando mientras limpio —soy muy clara con ella. La ví dudar por unos segundos pero me puse firme, tomando mis implementos de limpieza, y cuando giré escuché sus tacones que se dirigen hacia la puerta, sintiendo como la cierra luego de salir. Luego de eso me tocó lo peor, ir a sacar a ese muchacho de allí para poder limpiar tranquila.
Y como siempre, lo ví acostado boca abajo exhibiendo sus bien formados músculos de la espalda expuesos hacia el techo.
—¡Jason! —le grité haciendo que éste de un respingo girando violentamente. La sorpresa solo duró unos instantes, se sienta en el borde de la despatarrada cama y me exhibió una sonrisa con sus dientes bien prolijos y blancos.
—Buenos días, mi Nancy —saluda y yo solo me acerco para levantar ese kilaje de un metro noventa pellizcando su duro brazo mientras emite un grito de dolor.
—Auch. Nancy —atina a decir.
—En este mismo instante entras al baño y te quitas toda la porquería que tienes encima luego de haber estado con esa...con esa... —no puedo ni siquiera decir la palabra del enojo que tengo. Es que me enferma ver como desperdicia su tiempo y su savia en mujeres vacías con las que no quiere nada más.
´Él, siempre respetuoso conmigo, solo se limitö a darse vuelta y dirigirse al baño para que yo, como siempre, me encargara de limpiar sus porquerías:
Fin del flashback
Y desde siempre desee de corazón que encontrara el amor que parecía estar buscando en cada una con la que se acostaba. Cuando vI por primera vez a Danna algo dentro mío saltó de emoción y al instante supe que ella era la indicada. Esa muchacha emanaba una luz especial y era muy pero muy diferente a todas las que había visto. Con ella me pasó como con mi muchacho, los amé desde el primer momento.
Supe desde el principio que no era un matrimonio normal, al momento en que ella me dijo que estaban casados aseguré que estaba relacionado con su trabajo. Por supuesto que siempre supe en que consistía su trabajo pero nunca me inmiscuí en nada, estaba visto que él era un profesional y muy bueno en lo que hacía pues habïa visto sus medallas de honor cuando limpiaba el mueble.
Merecía una mujer como Danna y yo, pues simplemente les daria un empujoncito. Ella era todo lo contrario a él; pura, inocente, desconocía todos los artilugios para seducir a un hombre pero yo notaba como él se le quedaba mirando sin que ella se diera cuenta. Ví en sus ojos deseo, cariño y un deseo de protegerla que iba más allá de su tarea como policía.