Yo, su protector

Capítulo 80

Jason

El auto en el que me desplazo me entiende. Sabe que necesito velocidad para competir con los acelerados latidos de mi corazón. El viento sopla fuerte sobre mi cara ya que he decidido bajar la capota. Al fin pude mudarme de ese departamento en el que me sentía preso. Conseguí una casa enorme para albergar mis fantasmas y me mudé definitivamente a Lighting. Sé que es la ciudad en la que la conocí pero no me quedó otra. No me atreví a irme más lejos. Me cansé de esperarla en nuestro departamento. Me dolió sacar las pocas cosas suyas que quedaron allí. Ella era muy desprendida de las cosas materiales. No sabía lo que era la codicia ni la avaricia, se conformaba y agradecía lo poco que pudiera tener. Me arrepentía por no haberle dado más, se merecía todo pero ella logró envolverlo de tal manera que al final sucumbía fácilmente a sus pedidos.

Sonrió ante su recuerdo. Ni sueñen que había perdido la esperanza de encontrarla. Por supuesto, cada día de mi vida me dedico a buscarla. No lo he perdido todo. Teniendola a ella no importa nada más.

Pero debo continuar con mi vida. Mi madre me presiona para avanzar con la chica que me presentó. Lara. Una muchacha genial, exhuberante, inteligente, vivaz. Todo lo que un hombre puede esperar de una mujer lo tiene Lara. Pero no es Danna. Y no puedo evitar seguir pensando en ella. 

Por supuesto que he estado con otras mujeres, soy hombre y lamentablemente no he podido contenerme nunca en ese aspecto. Por la única que me guardaría sería por Danna pero ella no está. La esperé durante meses, como la primera vez que estuvimos, había acumulado muchas ganas para poder disfrutarla. Pero la maldita de Jocelyn apareció nuevamente en mi camino, estorbando. En verdad la frustración y decepción que llevaba encima me hizo sucumbir nuevamente con ella. Es una muchacha preciosa, con todos los atributos bien puestos, donde deben estar y en la medida justa, era imposible resistirse. Pero jamás pude desarrollar nada por ella. 

Solo era atracción sexual. Me encendía como una mecha ante sus embates y sé que ella en algún momento se ilusionó conmigo para algo más. Sin embargo, no podía ofrecerle lo que no tengo. Menos ahora, que estoy vacío por dentro.

Finalmente encontré a Clarke. Lo habían enviado a una misión secreta a África. No podía revelar a nadie su paradero por eso no pude encontrarlo durante mi etapa de búsqueda desesperada. El día que recibí su llamada salté de alegría por él, pero también porque sospechaba que tenía noticias de Danna. Sin embargo, se mostró tan sorprendido como yo. Había sido enviado a su nueva misión casi a la misma vez que terminaba el juicio de la gente de Weber por lo que quedó desatendido de todo lo que ocurrió posteriormente. Lo veo más avejentado, a pesar de que tenemos casi la misma edad. Quizás yo estoy en las mismas condiciones, por las situaciones estresantes que hemos vivido en los últimos tiempos.

Asi que con su desconocimiento, mis ilusiones de saber algo de Danna se fueron por un caño. Fox no sabía nada. Carrie tampoco tenía noticias. Había agotado todos los medios. Sentía que no quedaba nada por hacer.

—Déjala ir, amigo —me recomendó Clarke en una de nuestras reuniones en un bar al que empezamos a frecuentar. Él también se veia destruido y no entendía por qué. Tenía todo lo que yo no: a la mujer que amaba a su lado, un hijo en camino y el trabajo por el que había dado todo, no entendía cual era su malestar.

—Quisiera que sea tan fácil, amigo. Lo intento...de verdad que sí. Pero no puedo... —digo con la cara caída por la tristeza que me embarga.

—Debes hacerlo, por tu salud mental y física. Tienes que volver a entrenar —lanzo una risotada sarcástica.

—¿Para qué? Ya no lo necesito —le contesto bebiendo el whisky de mi vaso.

Puedo sentir la mirada de todas las mujeres que están en el recinto pero ya ni siquiera las miro. He perdido todo interés que haya podido tener por las mujeres en general. "Ella me hizo esto", pensé. Me dejó sin nada. Se llevó lo último que tenía, me explimió como un limón jugoso. No tenía nada que ofrecer. Solo sexo. Como siempre.

Mi madre insistía en que debía invitar a salir a Lara. No sé porque me da la leve impresión de que hizo de celestina con esa mujer, era como si la hubiera escogido de un casting de mujeres aptas para mí. Lo que no me entraba en la cabeza era como una mujer inteligente como Lara se dejaba manejar por mi madre. Pero es que la rubia era capaz de convencer a una montaña a moverse si se lo proponía.  Tuve que contarle a mi familia de mi situación con Danna. Ellos sabían que estábamos casados pues la presenté como mi esposa cuando llegué a casa con ella pero no sabían las circunstancias en las que nos vimos obligados a casarnos. Por supuesto tuve que hacerlo cuando el caso iba a explotar en los medios. No quería que se llevaran la sorpresa, ya había sido suficiente cuando se enteraron que estaba casado y ellos ni se habían enterado.

—Tienes que ver urgente a los abogados para anular ese matrimonio, hijo —fue lo primero que me aconsejó Lilia Connor.

—No se puede anular, madre. Ya es tarde para eso.

—¿Por qué? Era un trato temporal, según lo que dijiste. Solo hasta que terminara el juicio. Encima ella ha desaparecido. Podría ser peligroso, puede regresar a reclamar algo que no le corresponde —me dice enojada, su semblante ha cambiado perceptiblemente desde el momento en el que abordamos el tema en el despacho de mi padre en casa.




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