Yo También... La Amo.

Capítulo 8

Había pasado una semana desde la conversación que las amigas habían tenido y Anghela no dejaba de pensar en Yaneth, extrañaba tenerla cerca, extrañaba su voz, su risa, las conversaciones que tenían. No había nada de ella que no extrañara, así que decidió terminar con eso. Se levantó de su cama, se dio una ducha y bajó hacer una llamada.

 

  • ¿Hola… Junior?
  • ¿Sí? Él habla – contestan desde el otro lado de la línea.
  • Te habla Anghela del prado – forzó una sonrisa, aunque no la estaban viendo.
  • ¡Anghela!, ¡hola!, pero que sorpresa – se escuchaba la emoción y la alegría en la voz.
  • ¿Cómo has estado?
  • Bien, decidí tomar cursos adelantados del próximo ciclo.
  • ¡Oh! Entonces… estas ocupado.
  • Anghela ¿estás bien? ¿sucede algo?
  •  Junior… ¿aún deseas tomarte ese café conmigo?
  • ¡Claro!...

Así pasaron seis meses alejadas la una de la otra. Anghela empezó una relación con Junior, él estaba súper emocionado por llevarla a presentar a su familia, y pedirle matrimonio era el siguiente paso, Anghela lo sabía puesto lo habían conversado, ella no estaba tan segura de la idea, pero aceptó la invitación.

Por su parte Yaneth había empezado a trabajar en una de las mejores firmas de abogados de la ciudad, casi siempre alargaba el camino por pasar cerca de la universidad y ver si se cruzaba con su amada, pero ni un solo día había tenido suerte ya que esta era recogida por Junior.

El día de la cena con la familia de Junior había llegado, para la ocasión Anghela había comprado un hermoso vestido palo rosa, entallado en la parte superior y terminaba en campana hasta tres cuartos antes de los tobillos, se peinó y maquilló. Saliendo horas antes de lo acordado decidió caminar…viéndose frente a la puerta de Yaneth tocando el timbre.

  • ¡Anghela! -  dice abriendo la puerta con el rostro iluminado.
  • Hola, - sonríe ladeando la cabeza - ¿te sorprendí?
  • Estas hermosa – la mira de pies a cabeza - ¿deseas pasar? – ella asiente, abre más la puerta y se hace a un lado
  • ¿Cómo has estado? – pregunta caminando hasta el centro de la sala, siendo admirada por Yaneth.
  • Empecé a trabajar – sonríe por obligación – y tú ¿cómo vas con el nuevo ciclo? – pregunta sin dejar de mirarla maravillada por lo guapa que se veía.
  • Bien. Estoy por comprometerme.
  • ¡Vaya! – espeta sorprendida con un tono melancólico - es… bueno – se aguanta las lágrimas que se asomaban.
  • ¡Te extraño! suelta Anghela quebrando la voz y derramando lágrimas.
  • ¿¡Qué!? – pregunta si creer lo que estaba escuchando.
  • Te extraño mucho, - se limpia las lágrimas - moría por verte, - vuelven a brotarle las lágrimas - escuchar tu voz… yo también hacia lo mismo - dice como si el aire se le escapa del cuerpo.
  • ¿Lo mismo?
  • Yo también buscaba todos los días tu mirada, - sonríe limpiándose las lágrimas - te veía reír, caminar, hablar… y aquella vez, cuando llegaste a casa de Laura… moviste todo mi mundo… y no quiero a nadie más en mi vida que a ti…
  • ¡¿Anghela?!, - se acerca a ella derramando lágrimas - dime que no es un sueño… - se seca las lágrimas - dime que realmente estás aquí conmigo, - la toma de los brazos - no sabes cuantas veces imaginaba que venías, y… - no aguanta más y llora siendo abrazada por Anghela.
  • No es un sueño… - se separa del abrazo para mira a Yaneth y secar sus lágrimas - ¡no es un sueño!  - la besa delicadamente.

 

Aquella noche dieron rienda suelta al sentimiento, aquel que solo tienen los amantes… aquellos que han estado separados por mucho tiempo y vuelven a encontrarse. Temerosas de esta primera vez, no solo descubrieron sus cuerpos sino también sus almas. Una descubrió que es mejor hacerlo por amor más que por deseo y la otra encontró a su alma gemela, aquella que la entendía y cuidaba en todos los sentidos.  

A la mañana siguiente, Yaneth despertó primero y al ver en sus brazos a su amada no podía creer que no fuera un sueño y que realmente estaba junto a la mujer que amaba, sintió su cuerpo desnudo junto al de ella y se pegó más a ella, la observó, dormía plácidamente, se acercó para olerle el cabello y besó su mejilla, haciendo que se despierte y abriera los ojos.  




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.