Capítulo 10
Una semana después de aquella emotiva cena, Anghela y Yaneth se habían puesto de acuerdo para empezar a empacar las cosas que llevarían al apartamento.
- ¡Al fin!... – expresa Anghela totalmente exhausta - la última caja que embalamos…estoy tan cansada – se sienta en el suelo.
- Lo bueno es que de aquí vendrá los de mudanzas y se llevaran todo – se sienta a lado de su amada.
- Créeme que, si hubiera sabido de todo este trabajo, no me mudaba. – sonríe traviesa.
- ¿Es en serio? estás hablando en serio Anghela…
- Claro que no…tonta… - le da un beso casto.
- Como juegas con mis sentimientos… - hace puchero - y ¿cómo que tonta?, tendré que enseñarte modales ahora que nos casaremos. – la reprime en tono gracioso.
- ¿Nos casaremos?
- En un futuro, pero ahora que vivamos juntas eso cuenta como matrimonio.
- ¡Es verdad! no lo había pensado como tal.
- Si señorita, - se acerca a ella sentándose frente a frente - así que ahora en adelante me debe respeto y tendrá que decirme a donde va y con quien y la hora de llegada - la abraza.
- Ya me estoy desanimando… creo que empiezo a desempacar… - sonríe traviesa.
- O sea, te estas desanimando... ¿no? - le hace cosquilla y cae encima de ella dándole un beso.
- No, no, no me estoy desanimando – contesta entre risas - Nunca me desanimaría, te amo.
- ¿Nunca, nunca? - pega su frente al de ella.
- Nunca – le da un beso – cariño ¿Volviste a tratar de comunicarte con tu madre?
- Si, - se sienta junto a Anghela - lo intenté muchas veces… pero como siempre no responde mis llamadas, por suerte tengo a mi…
Suena el timbre de la puerta interrumpiendo la conversación
- Lo siento cariño, debe ser Laura, quizás se olvidó sus llaves…iré abrir la puerta, - se pone de píe - ya regreso, …cariño…- ella la mira - vuelvo y continuamos con lo que me contabas ¿sí?
- Descuida, amor, aquí te espero.
Anghela baja las escaleras y abre la puerta.
- ¿¡Mamá!? – dice la rubia abriendo los ojos como plato
- Hola nena… ¿me dejas pasar?
- Pero… ¿Qué haces aquí? – pregunta nerviosa.
- Como que hago aquí, acaso una madre no tiene el derecho de visitar a su hija. - entra hacia la sala.
- Sí, claro que si…lo siento…mamá - la abraza.
- ¡Vaya!... esa es la bienvenida que le das a tu madre después de tanto tiempo sin verla – se separa del abrazo.
- Lo siento mamá…solo digo que podías haberme avisado…pude haber ido a recogerte…
- Quería sorprenderte, … y ya veo que lo he logrado, pero… estas pálida ¿te encuentras bien?
- Si mamá… estoy bien… solo que…
- Bueno como no has ido a visitarnos, en tus vacaciones… - camina dándole la espalda su hija - vine a ver qué es lo que te tiene tan ocupada… - vuelve a mirarla.
- ¿Ocupada?, de que hablas mamá, nada me ha tenido ocupada, solo…
- Además, vine por lo del trasplante de tu padre.
- ¿El trasplante de papá…? Él se ha vuelto a ¿sentir mal?
- Bueno, tú sabes que, con el trasplante, podría estar mejor…así que…
- Amor… mira lo que encontré… - dice Yaneth bajando las escaleras - ¿en qué caja lo coloco? – se sorprende al ver que no era Laura con quien hablaba.
- ¿Amor? ... – mira sin entender - ¿quién es ella? – mira a Yaneth de pies a cabeza - Y qué significa esto Anghela…
- Mamá, ella…es… Yaneth – responde visiblemente nerviosa.
- Mucho gusto, señora - estira la mano para saludar, siendo rechazada.
- ¿Qué significa esto?, - vuelve a mirarla de pies a cabeza - Creo que escuche que la llamabas “Amor”, ¿a mi hija? – la mira duramente.
- Mamá yo…tenemos que hablar…
- Si ya lo veo… - hace un gesto de obviedad - debes explicarme… ¡esto! - señalando a su compañera.
- Mamá, por favor…no hagas eso.
- ¿¡Hacer qué!? – pone su mano en el pecho y hace un gesto de ofendida.
- Yaneth, es mejor que nos dejes solas, nos vemos luego.
- ¿Estás segura? – ella asiente - bien, … me voy a casa… - sale cerrando la puerta.
- ¡¿Amor?!...
- Mamá déjame explicarte…
- Explicarme, ¿¡Qué!?, Anghela
- Mamá, Yaneth y yo…estamos saliendo como una pareja
- ¡¿Qué?!, esto es ridículo, - saca su abanico de su bolsa y se abanica - ¡no!, no…no… esto es una pesadilla – toca su frente dejando de abanicarse.
- Mamá, ella me ama y yo también la amo…
- Como me vas a decir que la amas, ¡¿Amas a una mujer?! – se vuelve abanicar - ¡una mujer! ...y has pensado que va a decir la gente… - deja de abanicarse - y tu padre…él está enfermo. Te has imaginado ¿cómo lo va a tomar? ... has pensado que le voy a decir a tu padre… ¡¿Qué le voy a decir?!, que le voy a decir… ¡ya!, ya sé, le diré: tu hija por la que tanto te has preocupado y has trabajado sin descanso para que tenga una buena vida, a la que quieres más que a tu propia vida, está viviendo con una mujer y dice ¡que la ama!... ¿eso le diré?, dime ¿¡eso le diré!?, ¡Cómo se lo voy a decir, a tu padre, Anghela!, ¿¡cómo!?...él…él, se moriría…nunca lo aceptaría, ¡¿y la familia?! Te has puesto a pensar en la familia… ¿cómo se la presentarías? ...estarías dispuesta a gritarle a todos que estás enamorada de ella, ¿caminarías de la mano con ella delante de todos?... ¿lo has pensado?
- No mamá, … no lo he pensado…solo quería ser feliz…estoy enamorada.
- Yo te vi enamorada Anghela, cuando estabas con Daniel…eso era amor, así debe de ser…hija, yo te vi cuando estabas emocionada, ilusionada, llegabas a casa con una gran sonrisa, diciendo que te ibas a casar, que ibas a tener hijos… vámonos Anghela, él aún no se casa, seguro…
- No mamá, ¡no!... sí estuve enamorada de Daniel, pero no lo amaba como la amo a ella.
- ¡Tú no la amas!, solo has estado sola, en un país que no es el tuyo y quizás ella te dio compañía… ¿¡Qué te falto?!, acaso fui una mala madre…
- ¡Basta mamá!, ¡¿porque haces esto?!
- ¡¿Porque hago esto?!...por tu padre Anghela, ¡por tu padre!, porque lo quiero con vida y sé que esta noticia lo mataría, … viajaremos mañana de regreso a casa, y nos olvidaremos todo esto, ¡sí! Eso haremos mi niña y tu padre estará bien…