Yo También... La Amo.

Capítulo 17

  • Anghela querida, bienvenida… - saluda la madre de Ricardo con dos besos en la mejilla.
  • Priscila, como estas… es un placer volver a verte. – responde al saludo.
  • Eres una ingrata, - hace un gesto como dándole un golpe - no vienes ni a saludar…
  • Lo siento Priscila con eso de que ahora estamos estudiando el mercado del norte para ingresar allí con los cafés. – se sienta en el sofá de la sala.
  • ¡Me encanta! que seas una mujer emprendedora… - lo dice con orgullo - no como mi hija que es una cabeza loca… - habla en tono de molestia - pudo haber tenido éxito, pero…tú eres como yo. - sonríe orgullosa - Es por eso, que no llevo el apellido de ninguno de mis maridos… no quiero ser la viuda de: - sonríe avergonzada.
  • Sí lo sé Priscila – corresponde sonriendo ante el comentario - y “nena” ¿a qué se dedica?
  • Bueno ella es… ¡ay querida! Ella solo juega – responde menospreciando.
  • ¡Basta madre!  - interviene Ricardo entrando a la sala – “nena” hace lo que le apasiona y es toda una profesional, no por eso es la más solicitada en su medio…hola amor. -  se acerca a Anghela y la besa.
  • Hola amor como estas…- saluda - y el nombre de tu hermana es ¿“nena”?
  • No ella se llama…
  • Señora la cena está servida … - interrumpe el hablar de Ricardo.
  • Gracias Matilde… - responde Priscila - por favor pasemos al comedor – señala el gran comedor.

La cena se dio entre conversaciones sobre el trabajo de los tres y comentarios de Priscila sobre la moda italiana y francesa, tema favorito de ella y Anghela.

  • Priscila la cena estuvo deliciosa… - espeta Anghela acabando la cena.
  • Gracias querida, - responde limpiándose los labios acabando también su cena - es una receta del medio oriente. – sonríe orgullosa - Pasemos a la sala – expresa minutos después.

En la sala los tres se sentaron en los sofás, Priscila en el individual y Anghela junto a Ricardo, prosiguieron con la conversación sobre modas y estilos.

  • Anghela, amor, – la mira – no sabes cuánto he pensado como debo decirte esto ya que es lo más importante de esta reunión – dice ante la expectante mirada de Anghela, Ricardo tomando la postura correspondiente a una pedida de mano tradicional, sacando un anillo - Anghela del Prado Solís – la mira fijamente - ¿me concederías el honor de convertirte en mi esposa…y hacerme el hombre más feliz de la tierra?
  • Ricardo – espeta Anghela sonriendo, aguándosele los ojos - ¡Sí! Acepto, – Responde con tono de emoción - acepto ser tu esposa – su prometido le coloca el anillo.
  • ¡Te amo! …te amo - la besa y llora emocionado siendo abrazado por su novia.
  • ¡Felicidades hijos! – expresa Priscila celebrando.
  • ¡Te amo!… te amo Anghela, - prosigue Ricardo tomando las manos de su prometida - en esta vida y en todas las vidas… sé que te seguiré amando y ¿sabes? …te buscaré en todas ellas… y cuando una rosa roja llegue a tus manos sabrás que soy yo… - la mira fijamente a los ojos mientras que Anghela no pronuncia ni una palabra por la conmoción de lo que había escuchado de los labios de su novio- Anghela…  ¿te encuentras bien? Amor estas pálida…
  • ¿¡Qué!?  - responde saliendo de sus pensamientos - Si… estoy bien… Ricardo… esas… ¿esas palabras? – lo mira perturbada.
  • Son las palabras de mi poema favorito. – responde sonriendo.
  • ¿Tu… poema… favorito…? – pronuncia Anghela, sin poder creer lo que había escuchado en la voz de la nueva persona con la cual compartiría su vida.
  • Si amor, mi poema favorito… - sonríe sin entender lo que pasaba - ¿¡estás bien!? Se te ve…pálida. – toma su rostro.
  • Querido, deja de abrumarla con tantas preguntas…  - expresa Priscila - es la emoción por la propuesta… es normal en toda mujer…  - sonríe emocionada y orgullosa - Matilde el champagne… ¡vamos a celebrar! 

 

 Esto debe ser una coincidencia, solo eso Anghela solo eso, eran las palabras que se decía para no caer en conflictos consigo misma. Una vez que tomó aire, trató de disimular el golpe que le dieron a sus memorias. Pasó la noche hablando sobre negocios puesto era el tema favorito de su futura suegra (Priscila era una renombrada diseñadora de modas), evitó por cualquier motivo hablar de la boda, aunque el emocionado novio esperaba que así fuera, pero la única forma de dejar de lado las memorias que aquellas palabras traía a su vida.




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