Yo También... La Amo.

Capítulo 23

Minutos después…

  • Hola a todos…  - saluda Yaneth desde la entrada.
  • ¡Pero que hace esa mujer aquí! – habla Rebeca señalando a la recién llegada.
  • Rebeca… ¿Qué le pasa? -  pregunta Ricardo sonriendo confundido - Ella es mi hermana.
  • Ella es… ¿tu… hermana?  - cuestiona avergonzada.  
  • Sí, madre… Yaneth es hermana de Ricardo.
  • ¿¡Qué!?... – se toca la sien como perturbada.
  • Yaneth, - dice Ricardo llamando la atención de su hermana - ella es Rebeca, la madre de Anghela…
  • Mucho gusto… ¡señora! – responde Yaneth mirándola fijamente, como acusándola y acercándose a estirarle la mano sin bajar la mirada.
  • Hola… - responde nerviosa Rebeca, responde al saludo, sonriendo falsamente - y bueno Ricardo, - mira a su yerno - cuando tendrán hijos… ya quiero nietos… - dice como refregándole en la cara a Yaneth que su hija está con un hombre.
  • ¡Por favor…madre! Estoy cansada para hablar de eso… quiero descansar… ¡Matilde! – levanta la voz llamando a la ama de llaves.
  • Anghela, amor, Matilde está descansando. – le recuerda su esposo.
  • Sí, tienes razón… lo olvidé por un momento. – lo mira - Vamos madre te diré cuál es tu habitación…- agarra las maletas de su madre y suben las escaleras.
  • Anghela, tenemos que hablar… - expresa Rebeca al estar a solas con su hija en la habitación - que significa, eso de que esa mujer…  
  • Hoy no madre, - responde Anghela interrumpiendo el hablar de Rebeca - será mañana… ¿sí? Realmente estoy cansada… buenas noches, que descanses.

 

Esa noche las ex amantes tampoco pudieron dormir, con todo lo que se habían contado, era imposible conciliar el sueño. Anghela recordaba el último abrazo que se habían dado y todo lo que sintió y Yaneth aparte de pensar en lo mismo no podía creer que la había ido a buscar y tan cruel había sido el destino que no dejó que se encontraran.

A la mañana siguiente en la cocina Anghela se preparaba un jugo y Yaneth vino a su encuentro…

  • Buenos días… cuñada – dice entrando a la cocina, sonriendo.
  • Hola Yaneth.
  • Que tal has dormido… -expresa mientras se hacía un sándwich
  • Bien… muy bien.
  • Qué bueno… - responde dando un mordisco y mirándola fijamente.

Anghela estaba subiendo en una escalera para alcanzar la bolsa de azúcar y llenar el frasco donde siempre colocaban en cantidad, al sentir la mirada de su cuñada se siente nerviosa y al dar el último paso se resbala haciendo que Yaneth la atrape para que no caiga al suelo de espaldas al tenerla en esa posición…

  • ¿Te encuentras bien?  - pregunta Yaneth preocupada.
  • Sí, gracias… - responde asustada.
  • Sabes que me he dado cuenta…  - la mira fijamente - la madurez te ha hecho mucho más guapa – sonríe coquetamente.
  • Que dices… - se siente nerviosa y lo da a notar
  • ¡Qué está pasando aquí!... – espeta Rebeca al entrar a la cocina.
  • No está pasando nada madre… - responde Anghela - bájame por favor Yaneth.
  • Buenos días… ¡señora! – saluda Yaneth irónicamente bajando a Anghela - nos vemos luego… cuñada. - se retira.
  • ¡¿Qué te pasa Anghela?! – encara a su hija.
  • No me pasa nada… madre – responde visiblemente molesta.
  • ¡Te recuerdo que estas… casada! – se le acerca levantando su dedo índice.
  • No tienes por qué recordármelo… eso lo tengo muy claro.
  • Si… ya veo… - abre los ojos exagerando la situación - que lo tienes muy claro…tan claro que te veo en los brazos de la persona con la que tuviste un romance…
  • Madre… ¡basta!... ella es la hermana de mi marido – responde faltando poco para perder la paciencia.
  • Eso mismo te digo… es la hermana de tu marido.
  • ¿Qué sucede con mi hermana? buenos días Rebeca –se escucha al entrar Ricardo a la cocina.
  • Nada querido… nada pasa con tu hermana…- responde dando una falsa sonrisa.
  • ¿En serio? Me pareció escuchar que hablaban de ella – mira a su suegra esperando una respuesta.
  • Ah ¿sí? ¡ay querido! Ustedes los hombres siempre escuchan mal… todo mal. – sonríe disimulando.
  • Seguro que así es, - sonríe sin dar importancia – Amor… ¿y Matilde, donde está? – mira a su esposa.
  • Matilde…bueno, tuve que adelantarle sus vacaciones – responde Anghela.
  • ¿Por qué? ¿qué pasó? – pregunta sentándose en el pequeño comedor que hay en la cocina.
  • Veras amor, - imita la acción de su esposo – temprano en la mañana la noté algo diferente a como suele ser, le pregunté que le pasaba y me comentó que tiene algunos problemas familiares, así que decidí adelantarle sus vacaciones con su pago para que trate de solucionar sus problemas.
  • Fue buena idea darle sus vacaciones, - expresa su esposo – ojalá y se arregle todo… le dijiste que podía contar con nosotros ¿verdad? – la mira fijamente.
  • Por supuesto que le dije eso… que te sirvo ¿café? O ¿jugo? – pregunta levantándose del asiento.
  • No te preocupes, - detiene a su esposa - yo me preparo el desayuno.
  • No entiendo porque le dan tanta confianza a la servidumbre – comenta Rebeca quien había escuchado atenta la conversación.
  • ¡Madre!, Matilde también es un ser humano…
  • Los dejo voy a mi habitación, se me quitó las ganas de desayunar… - se retira.
  • Como Matilde no estará en casa, - dice Ricardo mientras se sirve café – salgamos a cenar afuera ¿Qué dices? – se sienta junto a su esposa.
  • Está bien. Hoy no iré a trabajar… ya comuniqué a Julia para que se haga cargo del negocio, así aprovecharé a quedarme con mamá, te esperamos entonces… - le sonríe tiernamente.
  • Bueno, pero no me esperen, nos encontramos en el restaurante de siempre ¿sí?
  • Muy bien mi esposo bello, - besa su mejilla – nos vemos allá.
  • Me encanta que me digas así, ¿te lo he dicho antes? – la da un beso casto.
  • Lo sé mi amor, lo sé – sonríe tiernamente – y ya apúrese mi doctor bello que se le hará tarde.
  • ¡uy, si! – mira su reloj – me voy – se despide dándole un beso en la frente.




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