yo también soy arte

capitulo 10

Después de hablar con Ángel, si a eso se le puede llamar "hablar", no quise seguir en el instituto. Invente una excusa, la creyeron, llamaron a mis padres y como no podían venir, Marcus paso por mí.

No se creyó la escusa igual que la directiva del centro, insistió que le contara lo que había sucedido, pero me negué lo último que quiero hacer es hablar con alguien. llegamos a casa en completo silencio

—soy tu hermano, siempre estaré para ti— dice cuando subo a mi habitación, no respondo. Al abrir la puerta lo primero que hice fue lanzarme a la cama a llorar.

Me vio la cara de estúpida.

Era necesario hacer eso, de verdad. Prácticamente me uso para saber quién es la indicada para casarse con él , es un desgraciado, mal parido, mal nacido, como no lo vi antes fui una estúpida al creer que quería estar conmigo.

Se veía tan feliz, como es de bueno mintiendo e ilusionando, al menos debió responder a mis llamadas, tan difícil es descolgar un pinche teléfono.

—¡soy una idiota! —grito dolida.

Entre llantos, insultos hacia mi persona y a un imbécil llamado Ángel, quedo dormida.

Cuando despierto, bajo a la sala, mi cama ya me enfermaba y no quería seguir llorando, tiro mi cuerpo en el sofá. Miro al techo como si fuera lo más entretenido que hubiera que hacer.

¿un juego? debe ser un gran hijo de su madre para decir eso, ¿quien se cree que es? solo por tener la cara bonita puede jugar conmigo de esa forma.

¿Ángel? ¡Ángel mis ovarios! Lucifer también es uno.

¿prometida? la pregunta es desde cuando tiene una, no respeta ni siquiera a su "prometida" que me anda besando. Mejor para mi si no está a mi lado, de lo que me salve.

Además, porque estoy sufriendo fue bueno que se alejara de mí, no tendré un cabrón como novio.

Eso, que su dueña amarre a ese perro, no vaya hacer que lo atropellen cruzando la calle.

Debo conseguirme un gato.

—¿en qué tanto piensas? —llega mi hermano quitándome de mi cómoda posición para sentarse a mi lado. Lleva en sus manos un cubo de helado y cucharas.

—quiero un gato—digo haciendo pucheros.

—sabes que a nuestra madre no les gustan los animales—dice obvio.

—¡pero por que!, con Adrián hicieron una excepción—me quejo. Se carcajea negando. Suspiro.

—¿quieres hablar lo de esta mañana? — pregunto sereno. Niego con la cabeza.

—mejor comamos el helado, se va a derretir— digo tomando el cubo introduzco una de las cucharas y la llevo a la boca de Marcus, quien sonríe por mi acto.

—no me lo agradezca, es lo único que comerás del helado— se atraganta por lo que dije y rio.

—es mío, yo lo compre—se queja en tono chillón después de recuperarse por haberse atragantado con el helado

—pero yo lo tengo—digo en igual tono sacándole la lengua con burla.

Huyo por mi vida mientras Marcus trata de quitarme el helado, tonto que con dos vueltas ya está agitado, vaya mi hermano es solo músculos, no tiene nada de resistencia, pobre.

—ya estás cansado—digo con sorna.

—ya te las veras conmigo— dice tomando aire como pez sin agua.

Como del helado mientras el trata de normalizar su respiración. ¡Oh carajo! se está derritiendo. Como con Prisa cuando me hijo que posa su vista en mí.

—devuélveme mi helado, ¡bruja de pelo enredado! —grito dramático.

—¡nunca cíclope del pantano! —grito siguiéndole el juego.

—¡oye! ¿porque cíclope? —pregunta indignado.

—porque lo que tienen de músculos, lo tienen de pendejo—digo con burla.

—oh, nunca debiste decir eso—apunta con su dedo —¡me vengare! —vocifera mirando al techo.

—cuando me atrapes, anciano! —grito entre risas, de nuevo empiezo a huir.

Me tenía acorralada en la cocina sin escapatoria. Sonríe cuando ve mi situación. Sin más remetido salgo por la puerta de la cocina que da al patio. Corro por este escuchando los gritos de Marcus, los vecinos pensaran que nos estamos matando.

Logro salir del patio sin ser atrapada vuelvo a entrar a la casa y salgo por la puerta delantera.

—cíclope del pantano ríndete, tu tesoro es mío, wuajaja—termino la frase tosiendo, no sé cómo los villanos lo pueden hacer, siempre me ahogo.

—Ninguna bruja de pelo enredado que no pueda terminar su risa malvada es digna de robar mi tesoro—dice apuntando con ¿un bate? ¿desde cuándo lo tiene?

—ya que soy una bruja, creare una montaña debajo de tus pies—digo sonriendo con malicia.

—nooooooooo, mis pies son muy cortos, caeré— dramatiza llevando su mano a su frente y cayendo al piso para comenzar a rodar y parar debajo de mis pies, contengo la risa.

—la victoria es mía— digo poniendo un pie sobre su pecho y disfrutando del helado. Mi dulce victoria.

—Ah ¡hola Ángel! — dice saludando a mis espaldas, volteo chocando con su penetrante mirada— ¿te ha gustado nuestra actuación? —pregunta con entusiasmo. No deja de mirarme, hace caso omiso a la pregunta de Marcus. Su rostro estaba golpeado, su labio partido, tenía la ropa arrugada, se veía fatal. Una opresión se hace presente en mi pecho de solo verlo así, me decía a mí misma que alguien lo hizo por mí, que lo tiene bien merecido—¿qué te paso? te atropello un auto o algo así—se burla Marcus.

—dijeron que estabas enfermas vine a traerte unos medicamentos, el farmacéutico dijo que s..—dolía verlo, dolía ver cómo actúa como si nada hubiera pasado, como si no se fuera a casar, como si nunca hubiera confesado sus sentimientos hacia mí.

—no las quiero y no te quiero ver de nuevo—digo tosca sin una pizca de cuidado y yéndome queriendo que mis palabras lo lastimaran como las suyas hicieron conmigo. Sentía mi corazón latir más fuerte y las lágrimas comenzar a rodar por mis mejillas.

Hubiera sentido vergüenza de que él hubiera visto aquella vergonzosa actuación de hermanos. Me hubiera gustado recibir esas pastillas si no fuera por su culpa que mi corazón se encoja y se comprima creando un sabor amargo en mi boca, un nudo en la garganta y las inmensas ganas de llorar.




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