yo también soy arte

capitulo 12

Como propuso Celeste esperamos algunos días, pero todo seguía igual, harta de la espera al salir del instituto fuimos directamente al lugar donde se encontraba la señora y tenían razón, este lugar es un asco.

La sorpresa que nos llevamos cuando no encontramos a nadie en aquel chiquero, fuimos al dueño del local, pensamos que nos ayudaría a encontrar a la hechicera, pero el señor nada que ver, ni siquiera sabía que personas habitaban en ese lugar ya que no está apto para vivir en él.

—¡como que no hay nadie ahí! — vocifera Celeste al pobre hombre que solo quiere salir corriendo.

—señorita cálmese— habla temeroso el señor.

—¡¿cómo quieres que me calme?! ¡me acaban de estafar! ¡como rayos quieres que me calme! —pasa la mano por su cabello desordenándolo.

—llama a tu amiga— propone Amber para que Celeste se tranquilice.

—sí, si eso sería buena idea—asiente soltando todo el aire contenido.

Saca su teléfono y llama a su amiga.

"hola"

"..."

"si, me paso algo, algo muy grande, tu supuesta amiga donde nos llevaste es una maldita estafadora" grita molesta. Dice dando vueltas en el lugar.

"..."

"¡¿qué me calme?!, ja, me calmare cuando te parta la cara estúpida"

"..."

"estuve allí y está completamente vació, llame al dueño del lugar y me dijo que hace años nadie compra o alquila un lugar aquí, específicamente después del incendio"

"..."

" si descubro que me viste la cara, te..." se calla para luego ver el teléfono como la cosa más extraña que haya visto. Sonríe sin gracia.

—me colgó, la mal nacida me colgó—dice sin poder creerlo.

Salimos del lugar.

—debemos pensar con claridad— habla Amber. Niego.

—no hay nada que pensar, está más que claro— digo cabizbaja, la verdad es más dura de lo que pensé —Ángel esta con ella por voluntad propia— digo mordiendo mi labio inferior sintiendo mi pecho comprimirse.

—no digas eso— consuela Amber. Sonrió desganada.

—ya me cansé— digo con los hombros caídos.

—pero puede ser que la señora por molestarla nos dio tiempo de mas— cuestiona Meg. Celeste y Amber asienten pensativas. Las esperanzas vuelven como remolino.

—¿estas segura? —pregunto esperanzada.

—puede ser, es solo suposición—comenta Amber.

—lo que hicimos no fue correcto, pero tampoco dejaremos que pongas lo negativo por delante—habla Celeste mirando mal a Amber.

—lo resolveremos, no te preocupes.

—nos dividiremos en dos grupos de dos, Thurin y Celeste buscaran a la vieja mal nacida; Amber y yo buscaremos la forma de que veas a Ángel y hables con él a solas.

...

Como todo nos ha salido mal esto no sería la excepción, no hay rastro de la hechicera, tampoco de la amiga de Celeste. En cambio, Megan y Amber le fue más que bien. Vamos de camino a casa de Ángel.

—¿están seguras de esto? — digo con duda.

—no te preocupes— habla Meg restándole importancia.

—y... ¿si alguien llega? —pregunto asustada.

—nadie llegara— dice confiada Meg —sus padres están de viajes por tres días y dejamos encerrada a la zorra de Madison en el baño.

—¡¿qué hicieron que?!— exclamo con los ojos abiertos exageradamente.

—no te preocupes algún conserje la vera— Amber hace un adamen con la mano —eso creo— susurra para sí misma.

Miro la gran casa que me provoca escalofríos —¿están seguras que Ángel esta? — pregunto por enésima vez. Meg rueda los ojos.

—sí, está en su habitación—dice cansada de responderme lo mismo.

—¿cómo sabes todo eso? — pregunto dudosa.

—tengo una amiga que trabaja aquí, los chismes de las personas ricas son más picantes—habla con emoción.

Toca la puerta y de esta sale una regordeta señora de tez morena bajita. Cuando ve a Meg sonríe abrazándola. Meg corresponde el abrazo feliz.

—que hay Pamela—dice rompiendo contacto.

—todo bien Meg—sonríe la simpática mujer— mira como Carmen te tiene, es que acaso dejo de alimentarte, ¡estás en los huesos!

—no que va, tu por otro lado no dejas de comer—comenta Megan feliz.

—tengo muchas cosas que contarte—habla emocionada la mujer. Celeste tose con disimulo para interrumpir la amena conversación que se acaba de crear.

—salud mija, tengo un jarabe que es perfecto para la garganta—reímos, al parecer la mujer no entendió la referencia.

—pero primero ¿dónde está? — pregunta Megan entrando con nosotras directamente a la cocina.

—el muchacho esta solo en su cuarto, esta escalera arriba a la derecha tercera puerta a mano izquierda— explica lo que vayan hacer deben hacerlo pronto, la insoportable de Madison llegara pronto.

—no te preocupes, nos encargamos de ella— sonríe con malicia Megan.

Meg hace un adamen con la cabeza para que suba, asiento y subo por las escaleras despacio sintiendo mis pies temblar. Mi corazón palpita más fuerte con cada escalón que subo.

Sigo las indicaciones, me detengo frente a la puerta que tiene un letrero muy llamativo. Suspiro y toco, la puerta se abre sola, ya que no estaba asegurada. Tomo todo el valor del mundo y entro al cuarto.

Está totalmente a oscura, no se distingue absolutamente nada solo la pequeña abertura de las cortinas dejando entrar un poco de luz, pero no lo suficiente. Busco un tic tac cerca de la puerta a ciegas, sonrió cuando lo encuentro. Lo presiono, pero no enciende. No tengo otra opción que acércame a ciegas a la ventana, pero fallo en el intento cuando tropiezo con algo desconocido cayendo de bruces al suelo, amortiguo la caiga con mis brazos para no golpearme la cara, en cambio algo filoso se incrusta en las palmas de mis manos haciendo que grite por la impresión.

—¿quién está ahí? — escucho su voz a lo lejos proviene de algún lugar de la habitación, el foco de un celular alumbra el lugar a mis espaldas, volteo y lo veo parado mirándome asombrado, lo noto por la luz del artefacto, también puedo notar su vestimenta, que solo consiste en unos jeans dejando ver la goma de sus calzoncillos que se ajusta perfectamente a su pelvis.




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