Al otro día despierto con el cuerpo todo a dolorido. Entro directamente al baño para vaciar mi vejiga y alistarme para ir al instituto. Estoy completamente en modo automático.
Bajo y encuentro a mis padres y a Marcus desayunando con la mirada perdida. Quien soy yo para juzgar, si estoy peor que ellos.
Tomo asiento y es cuando los presentes se dan cuenta de mi presencia. Bajo la cabeza cuando siento sus miradas penetrantes puestas en mí.
—buen día— saludo y comienzo a alimentar para empezar un maravilloso día. Al menos tengo mis dedos intactos, puedo comer tranquilamente, más tarde presentare una excusa para el entrenamiento.
Sé que quieren decirme algo lo puedo sentir. Suspiro cerrando los ojos, preparándome mentalmente para lo que viene.
—digan lo que me quieren decir— los tres se ponen automáticamente nerviosos y despegan la mirada de mí.
— hija yo...—dice mis padres al unísono. Sonrió por la coincidencia.
—sabes que puedes contar con nosotros—dice mi hermano posando su mano en mi hombro. Sonrió para no preocuparlos.
—estoy bien—digo mirándolos, sintiendo un nudo formarse en mi garganta —debo irme— me levanto de la mesa y me dirijo a la entrada.
—oye tu no vas a esperar a tu amo— grita Adrián burlón. Me detengo y trato de sonreírle. Niega. Agacho la cabeza.
Llega a mi lado y rodea mis hombros con su brazo caminando para salir de la casa.
—conmigo no tienes que fingir—dice para que ni siquiera me esfuerce.
—Adrián yo...— trato de explicar, pero me indica que me calle.
—¿dónde quieres ir? — pregunta de pronto. Lo miro con el ceño fruncido.
—¿qué?
—sé que no quieres ir al instituto, bueno nadie quiere ir solo vamos por obligación— comienza a explicar con rodeos, algo que a mí me desespera.
—¿a qué quieres llegar? —digo para no alargar esto.
—estoy seguro que lloras por él y también sé que ira, por tal razón no iremos, también sé que si lo veo, lo moleré a golpes, así que dime ¿dónde quieres ir? — explica calmado, asiento comprendiendo su punto y dándole la razón. Sinceramente no quería ir al instituto, pero tampoco quiero estar en casa y que me miren con pena.
—no sé— digo con una mueca.
—coopera niña— rueda los ojos.
—podemos dar una vuelta cerca de aquí— digo encogiéndome de hombros. Adrián rueda los ojos nuevamente exasperado.
—¿sabes qué? olvídalo, ya sé dónde iremos—dice fastidiado de mi pesimismo.
—pero no es correcto, estamos a nada de comenzar los exámenes de fin de semestre para las navidades—protesto, no debo faltar a clases.
—¿y? puedes pedir a una de tus amigas que te ayuden, además no sé porque te preocupas, tu siempre sacas buenas notas— dice como si fuera la cosa más obvia del mundo.
—saco buenas notas porque estudio, si no lo hago no las tendría—digo también con obviedad.
—eres muy molesta, te lo han dicho—dice con los ojos entrecerrados.
—Adrián, pero...
Se detiene posicionándose frente a mi, lleva una mano a mi hombro.
—escucha Thurin, quiero hacer algo bueno para ti, no soy bueno dando consejo ni tampoco soy bueno consolando, pero en algo que soy bueno es molestándote— explica.
—¿qué quieres dejar dicho? —pregunto sin entender su punto.
—que te calles o le diré a mamá lo de la urgía en tu habitación—dice sin más encogiéndose de hombros.
—eres un...— lo miro con fastidio.
—sí, lo sé— dice con arrogancia arrastrándome detrás de él.
—¿de quién es este auto? —pregunto cuanto nos detuvimos frente a un auto negro, muy bonito.
—que te importa, solo sube— lo miro desconfiada, rueda los ojos fastidiado —tranquila ¿sí? no lo robe ni nada por el estilo, puedes estar tranquila— dice entrando al hermoso auto. Copio su acción sin protestar.
Enciende el auto, decido prender la radio para no tener que aguantar el silencio que estoy segura que se creara entre nosotros. Dejo la radio en una canción muy bonita y que me gusta mucho "destino o casualidad" de Melendi.
Susurro la canción.
Así pasamos el camino entero, escuchando canciones agradables para los oídos mientras Adrián se concentra en la carretera. Ahora que lo pienso ¿dónde rayos vamos?
—¿qué sucede? — pregunta sin despegar la vista del camino.
—¿dónde vamos? — siento que nos hemos alejado demasiado, no conozco estos alrededores.
—¿enserio?, pensé que tenías hambre o algo así—dice restándole importancia con una pizca de gracia.
—siempre tengo hambre—digo obvia —¿dónde vamos? — vuelvo a preguntar.
—te darás cuenta cuando lleguemos—dice sin más dando por terminada la conversación.
Dejamos la ciudad atrás para que en nuestras vistas se eleven caminos montañosos y solitarios, uno que otros autos yendo y viniendo.
Con el paso del tiempo en la carretera comienza a aparecer varias casas, pequeñas, pero lindas.
—por casualidad iremos donde los abuelos— pregunto emocionada.
—¿no se nota? de veras que estas bien pendeja—dice con burla.
—¡muchas gracias!—grite eufórica lanzándome a él para abrazarlo.
—aléjate, estoy conduciendo— dice ocultando su sonrisa —y si me quieres agradecer págame, eso sí me haría muy feliz, tengo el trasero entumecido, por lo menos eso me reconfortaría un poco— se queja, hago una mueca en desagrado, él siempre se encarga de arruinar nuestro momento.
—pero viven muy lejos ni siquiera tengo ropa—digo preocupada.
—mientras dormías porque la tarde entera te quedaste llorando como una magdalena, entre en tu cuarto y toma ropa. Está en el maletero—indica.
—lo tenías planeado desde anoche—pregunto sin poder creerlo, me hace mucha ilusión verlos —¿qué hubiera pasado si me negaba?
—te hubiera llevado arrastras—contesta simple, me cruzo de brazos.
—te besaría si no fueras un idiota.
—me alegra ser un idiota, así me libro de tus germenes.
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Editado: 25.12.2020