Al parecer este año seria diferente y no lo digo solo por mi. Las cosas se volvieron mas llevadera, mis padres nunca rechazaron a Ángel, aunque según el lo merecía, me alegro de tener padres comprensivos, eso si que conversaron a solas un tiempo, cosa que puso los pelos de punta, pero todo salio bien en lo que cabe.
Ellos creen que somos novios, pero no lo somos. Después de ese fogoso y necesitado beso, me pidió que fuera su novia, pero me negué, la ultima vez que dimos un paso todo se volvió en nuestra contra, creo que es mejor así, vamos bien esta ahora y no lo quiero arruinar.
las vacaciones de fin de año llegaron a su fin, retomamos las clases, se sentía extraño saber que estas a pocos meses de empezar algo nuevo, que ya no veras a tus amistades como antes, ya que tendrás compromisos mas grandes, tengo miedo de crecer, pero no puedo devolver el tiempo o hacer que pare debo enfrentar lo que se avecina.
Habia pasado un mes de que retomamos nuestras responsabilidades, nuestro grupo se volvió mas grande, teníamos dos nuevos integrantes, Ángel y Connor. Me alegraba mucho de que Megan y el se llevaran mejor que antes, Meg comenzó aceptándolo poco a poco, su vientre se venia mas hinchando gracias al pequeñín que dentro de unos meses lo conoceremos.
—Thurin— llama captando mi atención. Estábamos en mi casa, específicamente en el sofá sentados, viendo un programa de entretenimiento.
—¿uh?— lo miro, sostiene mi rostro.
—te quiero mucho, demasiado, bastante... incluso comienzo a amarte, ¿cree que sea normal?
—n-no... no se.
—¿por que te pones nerviosa cada vez que digo lo que siento por ti?— pregunta dejando un beso en mi frente. Carraspeo tocándome el cabello para disimular mi nerviosismo.
—no me pongo nerviosa, solo me agarras desprevenida.
—se mi novia.
—Ángel — protesto.
—hablo enserio.
—ya te lo he dicho.
—solo me dices "no quiero" ¿que somos realmente?
—esto.
—¿y que es esto?
—somos nosotros dos, solo nosotros, sabes que estoy contigo por que quiero, por que es lo que siento, dejemoslo así, solo debemos saber que estamos el uno para el otro.
—no estas segura de lo que sientes por mi ¿cierto?
—no es eso.
—entonces ¿que es?
—es muy tarde deberías irte— digo levantándome. Copia mi acción.
—apenas son las cinco.
—no importa.
—Thurin, mírame... amor mírame— dice sosteniéndome del mentón haciendo que lo mire —dime que sucede, que atormenta tus pensamientos.
—es... solo tengo miedo— digo sintiendo mis ojos cristalizarse. Me abraza.
—estoy aquí, no tienes que temer.
—de eso tengo miedo... tengo miedo de que cuando te diga lo que siento por ti desaparezcas— hundo mi cabeza en su pecho.
—eso no pasara—susurra acariciando mi espalda.
—¿quien lo asegura?
—nada es seguro, por eso debemos arriesgarnos.
—mentí.
—¿en que?
—cuando dije que te fueras... quiero que te quedes a mi lado.
—te quiero.
Quiero decirle que siento lo mismo, pero las palabras se atoran en mi garganta, solo me abrazo mas a el.
Luego de un tiempo abrazados nos separamos ninguno dijo nada el silencio reino entre nosotros, poco tiempo después llego mi padre del trabajo. Ángel y mi papa hablaban amenamente del béisbol, al parecer apoyaban al mismo equipo. Mis hermanos también se metieron en la conversación, al parecer Marcus apoyaba a un equipo diferente, pobrecito acabaron con el. Son unos apasionados al béisbol.
No tengo nada que opinar solo me dedico a escuchar su conversación, cuando el timbre suena, soy la única consciente de su alrededor y me encamino a abrir la puerta.
—buenas noches señorita, esta es la casa de los urriaga —saluda un extraño señor.
—buenas noches,si, esta es, que necesita— correspondo el saludo el señor se me queda viendo estático. Frunzo el ceño.
—t-tu eres...
—soy Thurin su hija— digo con extrañeza por la repentina reacción del señor. Sus ojos se cristalizan y una sonrisa nostálgica se asoma en su rostro.
—no lo puedo creer cuanto has crecido, tu madre estaría feliz de conocerte.
— ¡papa! hay un hombre extraño en la puerta— grito retrocediendo todavía con el ceño fruncido.
—hija...—mi padre llega y se posiciona a mi lado, su mirada recae en el hombre alto —Richard— susurra con asombro.
—Albert, cuanto tiempo viejo amigo.
—si, me alegra volver a verte.
—ella es...— me apunta.Lo miro aun sin comprender que rayos esta sucediendo, el debe ser aquel hombre que me doy en adopción.
—si
—es... idéntica a Marta.
—lamento tu perdida.
—gracias... haz hecho un excelente padre.
—ni que lo digas Thurin, el es Richard— llama mi padre.
—mi progenitor— murmuro sintiéndote un vació dentro de mi.
—hi...
—no lo digas... mis padres son Albert y Susana Urriaga, usted es un completo desconocido para mi.
—Thurin tienes que escucharlo
—pero no quiero y no lo hare.
—Thurin soy tu padre debes respetarme
—y con el debido respeto que usted se merece no me importa.
Digo marchándome.
Salgo de casa a paso apresurado, siento las lagrimas asomarse, pero las retiro, no pensé que reaccionaria de esa forma ni siquiera pensé que realmente vendría ni siquiera lo tome en cuenta, pero al parecer le guardo resentimiento por regalarme.
No se en que momento llegue a qui, la alberca sigue viéndose igual, me acerco lentamente a la orilla y me siento sacándome los tenis que llevaba puesto, me siento llevando mis rodillas a mi pecho, escondo mi cara y saco las lagrimas que tengo acumuladas.
¿Para que vino? estoy bien sin saber de su existencia sin saber que existía, tengo miedo de que me aleje, de que haga mi vida imposible, debe ser un mal sueño o una broma pesada, ni siquiera se parce a mi, supongo que Marta también es mi progenitora, pero si no vino fue... esa es la perdida de la que hablaban.
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Editado: 25.12.2020