La idea era ocultarlo de mis padres, pero no tardarían mucho en descubrirlo. Descendí las escaleras y mi aceleración parecía de 0 a 240 km/hora en diez segundos. Papá leía el periódico y mamá preparaba el desayuno. Noté que papá me miraba por encima del periódico mientras un sudor frío comenzaba a surgir de forma descontrolada.
—¿Cómo te fue anoche con Scarlett? —me dijo.
—Tengo algo que decirles…
Papá soltó el periódico y lo dejó encima del sofá. Su mirada fija me ponía más nervioso. No sabía cómo iban a reaccionar, temía que me dijeran que no se podía quedar y tuviera que abandonarlo de nuevo.
—Ha llegado un nuevo miembro a la familia —dije.
Mamá dejó caer el sartén con el tocino y papá comprimía sus manos, negando con la cabeza. Seguro controlando la furia, cosa que me pregunté… ¿Si todavía no les había dicho nada?
—¡La universidad! —dijo mamá llorando—. ¿Qué pasará con la universidad?
—Acabaste con tu futuro. Ahora vas a responder como un hombre.
—¿De qué están hablando?
—Vas a tener un hijo, ¿no?
—Yo hablaba de esto…
De inmediato les mostré a Buddy, así le había puesto. Se me ocurrió mientras dormía. Mamá se secaba las lágrimas, y se abalanzó hacia Buddy.
—Qué lindo perrito…
—¿Por qué tienes un perro en la casa? ¿desde cuándo lo tienes?
—Desde ayer papá, lo encontré en un contenedor de basura.
—Tienes que llevarlo a un refugio para animales abandonados.
—Me lo voy a quedar.
—No, eso no. No quiero un perro por toda la casa haciendo daños. Además, quien limpiara sus excrementos.
—Lo educaré...
Para que Buddy se quedara conmigo, tuve que mejorar las notas y podar el jardín durante un año. También tenía que conseguirme un trabajo, pues era mi responsabilidad. Lo hice con gusto, porque ya era mi pequeño mundo.
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Lo lleve a Love Pets y el diagnóstico que me dio el médico veterinario: algunas pulgas, parásitos y síntomas de dermatitis. Nada que no se pudiera curar. Además de eso, me enteré de que era un spaniel holandés de tres meses de nacido, cosa que sorprendió al médico veterinario, por ser una raza reconocida en los países bajos. Le pereció extraño que lo hayan abandonado siendo un perro amistoso, atento, de buen carácter y muy cariñoso. Pero me recomendó que puede ser agresivo con otros perros, por lo que es especialmente importante una socialización concienzuda a temprana edad. Al spaniel holandés le encanta el adiestramiento y los nuevos retos.
Mientras pasaba el tiempo lo fui conociendo debido a sus acciones y gestos. En ocasiones en el parque me llevaba algún ave en estado de descomposición, por supuesto me daba un poco de asco al principio, pero luego entendí que solo intentaba hacerme feliz. Los sábados en la noche pedíamos pizza y veíamos películas, no le gustaban las de terror, pero si las que contenían animales. Inesperadamente se me acercaba, y se acurrucaba en mi pecho, lo que significaba que se sentía cómodo conmigo. Siempre que me sentaba al frente de mi laptop, notaba que me miraba con la boca abierta, lo cola recta y puntiaguda, con las orejas hacia adelante. Era una señal de que sentía curiosidad por algo dentro de su entorno. Tal vez escuchó un ruido nuevo o huele algo interesante. De cualquier manera, ya estaba listo para jugar al detective.
Un día llegué temprano a casa y encontré a mamá de malhumor, a punto de estallar de la ira, solo porque Buddy había hecho un lavado de sofá. Es decir, que sería castigado y dormiría afuera. Lo único que hice fue sentarme en el sofá saqueado por Buddy mientras lo acariciaba, sabía que no era su culpa. Debí dedicarle tiempo y llevarlo a caminar, sacar algo de su energía y ansiedad antes de irme a la secundaria.
Le confesé a Buddy que Scarlett estaba saliendo con Alan, un jugador del lacrosse. Negué con la cabeza y me arrojé sobre la cama, y supe que Buddy me entendía, pues se abalanzó hacia a mí y comenzó a llenarme de baba, como diciéndome que ya encontraras alguien mejor.
Así fue, siete días después conocí a Kristen, y no de la manera más romántica, pues prácticamente Buddy violó a su Crestado chino. Ella me dio una bofetada por no educarlo de la forma correcta. Al principio me odiaba, no podía verme, y siempre huía de mí o quizá de Buddy, no lo sé; por lo que tuve que recurrir a él, pues recordé que el médico veterinario me dijo que era una raza que le encantaba el adestramiento y los nuevos retos.