Yo Te Cuido

CAPÍTULO 6

De un momento a otro la tarde se ha puesto nebulosa y fría, aunque por suerte he encontrado la casa del señor Morris. Así me lo indicó una adorable anciana que arreglaba su jardín de tulipanes secos. Golpeo la puerta en dos ocasiones, y oigo un pequeño crujido. La puerta queda entreabierta…

—¿Quién eres? —es una voz que sale de la oscuridad.

—¿Es usted el señor Morris?

—Sí. ¿Qué quiere?

—Soy Noah Foster, y necesito de su ayuda.

—No sé en que pueda ayudarte jovencito.

—Quiero saber todo sobre la calle Roosevelt.

—No molestes, estoy ocupado.

La puerta comienza a cerrarse y alcanzo introducir el zapato, impidiendo que me dejara con las preguntas atoradas en mi garganta.

—Mi perro desapareció y usted pueda ayudarme a encontrarlo.

—Lamento oír eso, pero que te hace pensar que yo pueda ayudarte a encontrar a tu perro.

—Usted conoce la historia, y quizá allí este la respuesta.

Una repentina duda recorre su cara…

—Pasa —me dice.

Y comienza a mirar casi a todas las direcciones, como si le temiera a algo. Todo me parece muy extraño.

 

**

—¿Qué significa la estatua del perro en la calle Roosevelt? —le digo, mientras el señor Morris prepara algo de té.

—Crueldad humana, eso significa…

—No entiendo, ¿qué pasó?

—Hace más de cuarenta años… inexplicablemente hubo una serie de muertes, tanto niños como adultos. Los habitantes estaban muy conmocionados con lo que estaba pasando, había mucho miedo entre ellos, porque en cualquier momento alguien más moriría. Hasta que el doctor King, muy reconocido en el pueblo dijo que todo se trataba de una peste mortal y…

Inesperadamente lo interrumpe el sonido de la sirena de un coche patrulla al pasar a una gran velocidad.

—Y luego, ¿Qué ocurrió?

—El maldito dijo que la peste venia de los perros y que había que exterminarlos …

—¿Y le creyeron?

—Los perros que veían en las calles, sin importar la raza, les disparaban o los envenenaban. Mi padre y yo teníamos un Spitz finlandés, uno de los perros más sociables y audaces, pero varios hombres entraron violentamente a nuestra casa y le dispararon ante nuestros ojos, sin poder hacer nada para impedirlo. Todavía sigue grabado en mi mente aquel día, incluso, hasta ahora las pesadillas me persiguen. En menos de dos meses ya no había ningún perro en el pueblo.

—¡MISERABLES!

—Pero lo peor vino después, cuando ocurrieron más muertes, pero ya no había perros a quien culpar. Luego descubrieron que se trataba de una bacteria que se alojaba en los embutidos, por lo que fueron cerradas todas las tocinerías.

—No puede ser, el doctor King mintió… ¿Por qué lo haría?

doctor King tenía un odio enfermizo hacia los perros, decía que eran unos animales despreciables y repugnantes.

—Dígame que ese malnacido tuvo su castigo…

—Lo asesinaron cuando entraba a su casa…

—¿Y se supo quién fue?

El señor Morris comienza a Jadear profundamente y luego cierra los ojos. Pienso en rodearlo con mis brazos, pero luego me detengo.

—Fue mi padre —me dice

 

**

 

El señor Morris baja la mirada hacia la fotografía de su padre, que tiene apoyada en las manos. Luego levanta la cabeza, y su rostro con una mezcla de desconcierto y amonestación.

—No abandones a tu perro aquí, encuéntralo… —me dice, con los ojos enrojecidos—, no te rindas como los demás, que a los dos días se marchan, dejando a uno de los seres más leales que hay en este mundo de mierda.

—No me iré sin Buddy, se lo prometo. Lo encontraré.

Finalmente, una pregunta todavía se apodera en mí.

—¿Por qué los perros desaparecen?, se supone que ya todo acabo.

—Después de que el periodista Hudson Miller publicara un artículo sobre lo que ocurrió en San Miguel, muchas personas de otras ciudades y de otros países se alojaban en este pueblo con sus mascotas a conocer un poca más de la historia, y de paso, ver la estatua que es símbolo de la crueldad humana.



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En el texto hay: drama y misterio, perros, drama amor

Editado: 09.05.2020

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