Kang Halee
En verdad me siento agradecida con Yoongi. No me sorprende que haya abierto la boca para contradecir a Jimin. Cuando estuvimos juntos siempre caminaba delante de mí pateando a todo el que venía en mi contra. Ha sido increíble. A la vez que muy estúpido de su parte.
Llevo muchos años trabajando para Park Jimin, sé lo impulsivo que es. No le tiembla la mano para dispararle a alguien. ¿Cómo se le ocurre enfrentarlo?
Los primeros años de servicios que le presté fueron un calvario con las amenazas, primero con matarme y luego con que mataría a mi niño. Entonces comencé a esforzarme y a ganar más enfrentamientos. Para entonces, Niki se volvió mi punto débil, el cual él usa como una enferma motivación para que gane las peleas.
He tratado de ser lo más complaciente posible a Jimin. He plantado a Niki en muchas ocasiones por obedecerle, lo fui conociendo al pasar de los años, convirtiéndome en su juguete favorito por la cantidad de entrada de dinero que provocan mis victorias; pero aún le temo demasiado. ¿Cómo Min Yoongi no puede sentir el mismo pavor que yo?
Kookie por fin reacciona, se acerca a Yoongi con aspavientos y comenzó a susurrar quejas que pude oír pero ni me importaron. No parecía muy cómodo con la idea de mi imbécil exnovio. Se nota que él se inclina más a obedecer a Jimin que ayudarme.
Se pelea unos segundos con Yoongi y luego viene a atacarme.
—Daka, no vuelvas a hacer esto –espete apuntándome–. Debemos mantenernos vivos, ¡no buscar nuestra muerte!
El reproche de Kookie me tiene sin cuidado, sé que prácticamente estaba suicidándome pero pensaba que al menos moriría intentando defender a Niki; aunque pensándolo mejor, le iba hacer un daño más.
—Daka, sé que amas a tu hijo, pero entiende que haciendo lo que Jimin dice lo mantendrá más a salvo que cumpliendo promesas.
Sus palabras me hieren. No sabe lo que está diciendo, él piensa que es fácil hacer como decirlo pero no.
—Bueno, ¡ya vámonos! –Grita Kookie después de relajarse un poco–. Hay que llevarte a casa para que te prepares y vayas a esa fiesta.
Sin más que decir, hago caso y mis pies me dirigen a la salida junto a Kookie, dejando a Yoongi atrás. Abordamos el auto de mi amigo y éste le pisa fuerte. Agradezco el silencio que hay en el auto, puedo respirar y calmar mis pensamientos negativos. Aunque el silencio no dura mucho, siendo interrumpido por el sonido de mi celular. Sobresaltada, lo tomó y contesto.
—Hola, Lulu.
—Hal, cariño, ¿vienes en camino? Niki no para de preguntar –inquiere la niñera en tono ansioso–. Iras, ¿cierto?
—Sí, claro que iré.
Sonrío cuando me oigo decirlo, entonces Lulu vitorea desde el otro lado de la línea emocionada.
—¡Qué bien! Ya Niki está listo, y la fiesta comienza en unos minutos. –susurra.
—Lo sé, pero llegaré a casa como en una hora.
—Debes apresurarte, Hal, sino Niki se decepcionará. –insiste bajo.
—De acuerdo. Tú llévalo, yo iré a casa y me apareceré en la escuela.
—Está bien, no tardes. –pide con cierta súplica.
—¿Con quién hablas, Lulu? –Escucho la pequeña voz de Niki a lo lejos– ¿Es Mamá? ¿Vendrá ya?
—¡Sí, querido! Ha salido temprano –contesta a sus preguntas y oigo que mi niño exclamar emocionado–. Suerte, linda.
—Gracias, Lulu.
Cuelgo la llamada y doy un suspiro. Mis manos me tiemblan en gran manera, aun cargo los nervios de hace rato.
—No sabía que tenías un hijo.
Levanto mi mirada al asiento copiloto, donde Yoongi se encuentra sentado, mirando a la nada. Río incrédula para mis adentros. Él cree que es Niki es mío.
—No lo preguntaste.
Asiente levemente con la cabeza. Está intentando ser prudente y no soltarme todo lo que quiere gritar.
—Ni siquiera se me cruzó por la mente esa pregunta –dice entre dientes–. Al decirme que no tenías novio supongo que era innecesario.
—Te equivocas. Una chica puede tener hijos y estar soltera. Así sea por un pequeño error.
—Daka, ¿es en serio? –protesta Kookie.
Sé lo que piensa. Él sabe que no estoy siendo sincera con Yoongi, con respecto a mi relación con Niki, pero siento que es mejor así. Yoongi quizá crea que me embaracé y por eso lo dejé. Tal vez se enoje conmigo y se largue, pero conociendo a Min Yoongi sé que será un poco difícil.
—Lo siento. –murmura Yoongi.
El silencio vuelve a reinar en el auto, y yo trato de huirle a la mirada de reproche por parte de Kookie.
Cuando estamos cerca de mi cuadra le pido a Kookie que pare junto al edificio de Yoon y me esperaran dentro del auto. Ambos me ven confundidos pero no les digo nada más y salgo del auto para cruzar en la siguiente esquina, y correr a mi casa.
Kookie, a pesar del tiempo que ha estado trabajando conmigo, no le he dado mi dirección específica por precaución. El Galleto es alguien extraño que llegó a mi vida cuidándome de Jimin a toda costa, y hay muchas cosas que me hacen desconfiar un poco.