Min Yoongi.
Estoy cansado, tomé vacaciones del trabajo, Jennie está ayudando a Namjoon con las transmisiones. Les conté a los chicos sobre mi "ruptura" si se le puede llamar así, porque ni yo sé que fue aquello. Kook me ha estado fastidiando con que le hable, que le pida explicaciones, pero mi madre me lo dijo, ella no es para mí. Debo dejarla ir.
—¿Te quedarás allí nada más? –me mira aparentemente enfadada, con sus brazos en jarra.
—¿Que necesitas que haga? –no le tomo importancia a su semblante.
—No juego, Yoongi. Sal y haz algo. –acaricia mi cabello como cuando era niño y necesitaba consuelo.
—No necesito consuelo, ma. Estoy bien. –suspiro, sonriéndole con seguridad.
Ella me sonríe y besa mi frente.
—Te amo. Saldré por la cena, nos vemos. –sale de casa, provocando un silencio súper profundo.
Suspiré intranquilo, mis pies querían correr hasta la casa de Halee, no sé por qué, pero eso quiero. Sacudo mi cabeza olvidando ese impulso, dejo mi flequillo despeinado sobre mi frente, el cual provoca un cosquilleo que me da sueño.
A punto de pegar ojo, escucho la puerta sonar fuertemente. Me sobresaltó ese duro sonido. Seguían golpeando la puerta y yo con enojo me levanto a enfrentarme al maldito que toca la puerta de tal modo. Abrí la puerta de un jalón y a mis pies cae el cuerpo debilitado de Halee.
—¡Hal! –me acuclillo para tomar de los brazos y acunarla en los míos. Quite mechones de cabellos que se atravesaban en su pálido rostro–. ¿Qué te pasó? –acaricié sus frías y ensangrentadas mejillas.
Ella responde apuntando al otro lado de la carretera. Fijé mi visión hasta allá y estaban dos hombres muertos. Tragué pesado. La miré buscando alguna herida profunda. Había peleado con esos dos.
—Estoy... bien. –susurró apenas audible.
—¿Quiénes son ellos, Halee? ¿Por qué te perseguían? –estaba desesperado, parecía que iba a morirse en mis brazos.
Ella niega con su cabeza y sonríe. Sostiene mis mejillas e inesperadamente une sus labios con los míos. No correspondí al segundo, sino después fue que empecé a mover mis labios a su ritmo. No recordaba lo que era probar sus besos, y poder volver hacerlo es oxígeno para mis pulmones. Pero... ¿Qué significaba esto?
Me separo de ella para levantarla y buscar una explicación. Cierro la puerta, pero antes me aseguro de que no se encuentre nadie sospechoso. Con dificultad se deja caer sobre el sofá, brinca del dolor y mantiene su mano en un costado de su abdomen. Intento ver la herida, pero me lo impide.
—Deja, Yoongi... Déjalo así. –respira con dificultad.
—Deja tú de ser tan terca. –suelto un bufido. Quito su mano de esta y me encuentro con una herida horrible–. ¿Querías que dejara esto? –le miro mal.
Ella evita mi mirada y más lágrimas se acercan. No digo más nada solo me encargo de buscar el botiquín de primeros auxilios y regreso con ella. Busco lo necesario para curarla.
—Lo siento. –escucho su voz levemente aguda–. Yo nunca quis...
—Para, ya –le interrumpo–. No quiero explicaciones, Daka. Necesito curarte. –ella no dice nada más.
Levanto su camiseta hasta la altura de sus costillas, con un algodón limpio ésta parte. Sus gemidos del dolor me estremecieron, no me gusta verla así. Coloco el parche y lo acabo con el vendaje. La miro a los ojos por unos segundos con un suspiro, mientras se acomoda la camisa.
—¿Por qué no fuiste con Jungkook?
—¿Quién? –inquiere y por un momento olvidé que ella no sabe su nombre.
—Kookie. ¿Por qué no fuiste con él? –miró al suelo mordiendo su labio inferior.
—No lo sé... Porque tú me conoces mejor que nadie –nuevamente sus ojos se cristalizaron–. Yoongi, te necesito. Estoy Volviéndome loca. –sollozaba incontrolablemente.
—Tranquila, calma –tomo su rostro entre mis manos–. ¿Quiénes son ellos?
—Secuaces de Jimin. –suelta en un suspiro.
Algo sucedió que yo no sé y ella no quiere decirme.
—¿Por qué te persiguen?
—Me vigilan desde hace días... Jimin no quiere que te vuelva a ver –y allí está el detonante. Ahora entiendo todo–. Él amenazó con asesinarte si renunciaba a pelear.
—¿Renunciaste? –Negó con su cabeza a mi pregunta–. ¿Por qué no, Halee? Pudiste haberte librado de él.
—¡¡Pero te iba a matar!!
—¡¡No importa, importas tú!! –Me enojé, está tan metida con Jimin que si hace falta morir yo, lo haría–. ¿Por qué no dejaste que me matara? ¡Hubieras huido!
—Porque no podía dejar que te hiciera daño –me paralizó, necesito oír eso de nuevo–. ¿De acuerdo? Te sigo necesitando como hace seis años. Porque te sigo amando como hace seis años.
—¿De ésta forma te hago daño? –pregunto, refiriéndome a lo que me dijo la última vez que nos vimos–. ¿Te hago daño al seguir amándome?
—No es eso, yo… es complicado, Yoongi
—¿¡A qué demonios te refieres!? –Exploté ya más que frustrado–. Para ti ¿qué significó aquel beso?