Min Yoongi
Acabo de llegar a la estación de policía y aun no comprendo qué hago aquí. Mi mente está ideando alguna estrategia o táctica para librar a Halee de todos sus problemas, no para meterme en problemas por causa de Jungkook.
—Yoongi –se acerca Jungkook con unos sobres en mano–. Qué bueno que viniste. Vamos. –me levanto mirándolo extraño.
¿Qué hace él metido como si nada en una estación de policía siendo un delincuente?
Me condujo hasta una oficina vacía, en donde me sentó frente a un escritorio, le da la vuelta a éste y se sienta frente a mí. Me mira fijamente y yo de forma interrogativa.
—¿Qué mierda es esto, Kook? –le fulmino.
—Este es mi verdadero trabajo. –pestañeo tres veces, atónito.
—¿Estás jugando? Kook, no es momento de jugar, Daka está en peligro y ¿tu juegas al policía? –le suelto enfadado.
—Yoongi, sé que es absurdo, pero es verdad. No soy policía, pero trabajo como agente encubierto –incliné la cabeza a un lado, no entendía nada y me frustraba cada vez más–. Escucha… trabajo como espía encubierto para atrapar a Jimin y a todos los que trabajan en las peleas ilegales.
—Pero... tu firmaste un contrato con él… él te compró, cómo puedes... No entiendo nada.
—Lo sé, sí firmé ese contrato, pero no es válido, amigo. Halee no sabe eso. –voy a replicar cuando escucho que dijo su nombre. ¿No que no lo sabía?
—Así que ¿sí sabes su nombre real?
—Claro. Kang Halee, sé mucho más de ella de lo que crees –alzo una ceja interrogativa–. El plan era sacar a las personas que trabajan como perros de peleas y atrapar a los causantes de esas peleas. Nuestro blanco principal es Park Jimin, y su peleadora más poderosa es Halee, alias: Daka.
—¿Por qué no los atraparon antes de que se propagaran las peleas, y los peleadores, incluyendo a Halee, sufrieran?
—Calma –hace un gesto pacífico con sus manos–. Jimin tiene mucha influencia, es muy poderoso y atraparlo es muy difícil. Antes de que yo comenzara con ese trabajo, que me costó años, intentaron emboscarlo. Una tropa de diecisiete policías, todos acabaron muertos –abrí mis ojos de par en par, sorprendido por la información–. La única manera de atraparlo es debilitándolo y qué mejor arma que su peleadora estrella. Me hice amigo de Halee, la aconsejé y ayudé mientras estaba con ella. Me hice tan amigo de ella que mi misión ya no era acabar con el imperio de Jimin, sino sacarla de su sufrible vida y que no caiga en la cárcel.
—¿Cárcel? –me asustó esa palabra.
—Aunque Halee fue usada por Jimin de todos modos mató a mucha gente.
—¿Quiere decir que los otros peleadores también irán a cárcel?
—Sí, pero no el tiempo que Halee lo hará, ella peleaba a matar, los demás no.
—¿Por qué no evitaste que lo hiciera? –me levanté de mi asiento exaltado–. ¡Pudiste haberle aconsejado que no matase a gente!
—Si lo hacía me saldría del personaje, y mi meta era convertirme en un compañero fiel de Jimin.
—Aguarda… –sacudo mi cabeza y acomodo mis ideas–. Si éste es tu trabajo real, ¿por qué me mostraste aquel como el verdadero?
—A eso voy –se levanta de su silla y comienza a caminar la oficina–. Como te dije, investigué la vida de Halee, toda su vida. Casualmente encontré en su información personal el nombre de su pasado novio, que justamente yo conocía.
—¿Se supone que soy yo?
—Ajá –asiente risueño–. Al ver tu nombre en la misma carpeta se me ocurrió una gran idea. Te mostraría mi falso trabajo, te presentaría a mi discípula y si te reencontrabas con ella te convertiría en mi arma. Y vaya encuentro, fue ese.
—Y más o menos ¿en qué te iba a servir yo? –le espeto ofendido por usarme de juguete.
—Pues las veces que te incitaba a que te le acercaras a Halee fueron para que volvieran a estar juntos. Para que revivieras ese romance o la enamoraras de nuevo y así le pedirías que renuncie a su cochina vida delincuente. –parpadeo un par de veces y respiro hondo. Todo es un royo y grande.
—Entonces... ¿el plan funcionó?
—No lo sé, ¿cómo lo ves tú?
Mi mente entonces va a la confesión de Halee, ese “Te amo” que tanto ansiaba oír. Halee no va a renunciar, pero por lo que dijo y pienso también sí quiere huir y si piensa huir puede que… pasen muchas cosas.
—¿Qué hacemos?
—Primero lo primero, buscarla y mantenerla a salvo.
Kang Halee
Abro la puerta de una patada y la cierro luego de inspeccionar que no se aparezca nadie, le coloco seguro y dejo a Niki en el sofá. Comienzo a moverme hasta las ventanas y otras puertas que tengan pases, cierro todo con seguro.
Necesito tiempo para preparar todo y escapar con mi hermano a donde pueda tener una mejor vida y futuro. Los nervios me dan jaqueca, pero no puedo parar de moverme, mi miedo tiene control de mis sentidos. Busco una maleta y la abro.
—Mamá, ¿qué pasa? –no respondo, no sé qué responderle. Tomo toda la ropa de Niki y la meto allí sin doblar– ¿Adónde vamos? –recojo sus zapatos y lo cargo a él hasta el sofá para sentarlo–. Tengo miedo.