Mi corazón palpita al ritmo de un maldito reloj. Cada vez que lo oigo palpitar, es cada segundo perdido antes de que mi hijo muera. Los pies me sangran literalmente, siento que no puedo seguir más, pero los llamados de Niki son el impulso que me hacen seguir adelante.
—Ma... –el grito de Niki se oyó ahogado. Miedo fue lo que me invadió completamente en ese instante.
Sigo empujando puerta tras puerta. Jimin ya no está, no lo oigo en ningún lado, seguramente huyendo de la policía fuera del edificio. Estoy al borde, no sé cuántas puertas llevo por lo que no sé cuántas me quedan.
Entro a una habitación de tres puertas, una en cada punto cardinal contando la que acabo de abrir. No me puedo perder, debo elegir por donde entrar. Miro a cada puerta con ansiedad, intento no equivocarme y no perder tiempo.
Miro que a una de las puertas le sale gotas de agua por las bisagras. No esperé más y actué, pateé la puerta para derribarla, pero abrirla hacia adentro era inútil. El picaporte está asegurado, no oigo la voz de Niki y eso me altera. Entré en desesperación nuevamente y comencé a golpear con una silla el picaporte con todas mis fuerzas, las cuales no eran muchas.
Le di, le di y le di hasta que logré separar el picaporte de la puerta, dejando que una ola de agua me arrastrara hacia atrás. Choqué contra la pared, dejándome sin aire para respirar bajo ese muro de agua, pero logré mantenerme firme hasta que bajara. Logré tomar un gran bocado de aire y... Pude verlo.
Todo pálido, húmedo y frágil. Mi corazón se saltó un segundo.
Me congelo por solo un momento, imaginando lo peor. No supe si creer esto o no. Torpemente me levanté y corrí hasta él, acunándolo en mis brazos para inspeccionarlo.
—Cariño… –toco sus mejillas heladas. Busqué con la mirada algo para darle calor, pero no había nada útil en el espacio–. Por favor reacciona –le doy pequeñas bofetadas al borde del llanto, entonces comienzo a darle resucitación–. ¡Niki, reacciona! –Presiono su pecho una y otra vez, intentando reanimar sus latidos–. ¡Vamos! Aquí estoy. ¡¡Levántate!! Por favor, ¡¡abre los ojos!!
Me desmoroné en todo los sentidos. No podía estarme pasando esto, no mi niño. Me niego a dejarlo ir. Me niego a que él me deje sola.
—¡¡Niki, levántate!! –golpeo mis puños contra el suelo haciéndome daño en los nudillos. Destrozada presiono mi frente muy fuerte contra su pecho–. No me dejes sola. Por favor, Niki, no me dejes. ¡¡Tienes que despertar!! Prometimos irnos a Italia, ¿¡recuerdas!? ¡¡Vamos a Italia, Niki!!
Mis gritos fueron inútiles, solo lograron ahogarme y marearme. Estrujé su cuerpo con el mío en un abrazo. Esto no puede, no puede estarme pasando. Lloro sin poder respirar, y entonces el aire comenzó a faltar por el fuego que ahora cubre el edificio.
No me importa ahora, no necesito estar viva si me va a doler su muerte. Me abracé a su cuerpo aún más, esperando a que las llamas me consumieran junto con él.
Un escandaloso sonido se oye tras de mí e intenté no prestarle atención. Estando al borde de la muerte ya nada te importa... Pero...
—Halee, vámonos.
Después de aquella demanda mi cuerpo es removido por unos brazos ridículamente pálidos. Me estaba separando de Niki.
—¡¡No!! Por favor, déjame quedarme ¡¡Niki!!
Mis fuerzas ya estaban totalmente desgastadas, estiré demasiado mi brazo para alcanzarlo, pero no pude sujetarme lo suficiente de su cuerpo. Lo perdí. Y esta vez es definitiva.
***
—¿Puedes dejar de ignorarme?... Halee, responde.
—Déjala, Yoongi.
—Tiene que comer algo al menos. Salir de aquí o enfermará.
—Creo que es mejor si está así. No se involucra en más problemas y se evita que salga herida.
—Más de lo que está no creo. Demonios…
—Vamos.
Nada más escuchar la puerta cerrarse me echo a llorar, sin mover un solo músculo, en mi única posición. Mi vista hacia la ventana de la habitación oscura, sentada en el borde izquierdo de la cama y mis piernas recogidas, mis brazos aprietan mis rodillas y mi mentón cae en ellas.
No he salido en semanas, mi hambre es inmensa, pero la comida no llega al estómago por el nudo que se hace cada maldito día allí.
Sí, mi hijo murió. Ya han pasado... No sé cuántos días de su funeral. No fui, y no por elección, más bien no me dejaron. Ese día estaba en el hospital, mi estado era terrible en ese entonces, y no pude ir.
Yoongi y Jungkook me dejaron fuera de la búsqueda. No me dejarán ir de éste país hasta que encuentren a Jimin, el cual escapó después de provocar el incendio que casi incinera a mi Niki.
Y todo por mi culpa.
Cómo quisiera matarlo con mis propias manos en este momento. Pero Kookie dice que si lo hago no saldré de la cárcel nunca. Me habló de todo los cargos que llevo encima y si llego a cometer otro asesinato más, esta vez será definitiva mi sentencia.
Todos nos hemos mudado a un hotel, no queríamos causarles más problemas a los Jung. Hoseok sigue trabajando en el caso, pero nos alejamos de ellos para proteger a su novia y su bebé.