Kang Halee
Mi cuerpo está cansado de huir. No he tenido la oportunidad de tenerlo bajo mis manos, solo algún que otro golpe en la cara, pero es como un muro. Él, al igual que yo, solo me ha regalado algunos golpes.
—¿Estás cansada? –Cuestiona con una socarrona sonrisa–. Ríndete, Daka.
—Vas... a seguir peleando... o vas a hablar –soné entrecortada, pero logre enfadarlo.
Toma un pedazo de la mesa rota y con eso empieza a atacarme. No tuve de otra que lanzarme a él e intentar derivarlo. Golpea su cara cuantas veces pueda, uso mis rodillas para dejarlo sin aire con golpes en el estómago y nada.
Agotada de tantos intentos me toma desprevenida y me da un fuerte cabezazo desplomándome con un gemido. Me Maree segundos, mi vista era borrosa y sentí que mi frente comenzó a sangrar. El cansancio más el golpe no me permitió levantarme, lo cual le dieron oportunidad para irse sobre mí y aprisionar mi cuello entre sus manos.
Así quiere matarme, ¿eh? Lenta y tortuosamente.
Min Yoongi.
No paraba de dar vuelta por el lugar. Mis preocupaciones estaban en que si Hal lo mata su condena se pasará de cuenta, y si Jimin la mata yo estoy perdido.
—¡¡Yoongi!! –me volteo a ver a Jungkook corriendo hacia mí.
—¿Qué?
—Hoseok encontró la moto pérdida, junto a una camioneta negra. Creen que allí está Halee, pero les he ordenado que no se acerquen hasta que lleguemos.
—¡Pues vámonos! –cogí mi celular y me dirigí con Kook al auto.
Mientras este conducía, yo me encargaba de marcarle, otra vez, aunque sea me responda o algo.
—Olvídalo, Yoon. No te responderá, de seguro está ocupada pateándole el trasero a ese maldito.
Kang Halee.
Éste maldito me está dejando sin aire. No puedo moverme, ya no tengo energías y mi cerebro está que no responde. Mis lágrimas comenzaron a hacerse presentes, permitiéndole a Jimin reírse victoriosamente. Lo dije, sé que dije que si muero no importa. Pero si tengo que morir que sea junto a su cadáver.
Tomé fuerzas de no sé dónde y llcé mi rodillas para patearle la entrepierna. Gimió de dolor separándose de mí, me levanté mareada en busca de una de mis pistolas.
Distraída como siempre, terminé en el suelo otra vez. Haló de mi pie, arrastrándome hacia él, estiré mi mano no logrando alcanzar mi cinturón y nuevamente acabe bajo su silueta.
—¿Así querías que terminara, Daka? –me da un puñetazo en el rostro–. ¡¡Así no tenía que terminar!! –volvió a golpearme–. Mírate. Eres un asco.
No me sentía consciente. Estaba segura de que iba a morir, decidí no luchar, ya no daba para más. Estaba decidida a terminar de esta forma. Derrotada.
—Ya no te necesito en mi equipo –toma entre sus manos mi pálido rostro–. Que pena que no tuve tiempo de hacerte mía –lame la sangre de mi labio y los besa con agresividad, mordiendo bruscamente mis labios que ahora sangran–. Ya que estás a mi merced...
Rompe mi camisa en un parpadeo, con sus labios húmedos rosa mi piel, dándome a entender que antes de morir iba a ser violada.
Mi respiración era un asco, toda entrecortada y áspera. Mi pecho subía y bajaba levemente, y mi cuerpo permanecía boca arriba sintiendo el pesado de Jimin encima de mí. Jimin respiraba sobre mi cuello con desespero que ya estaba loco, enferme, desquiciado.
Volví a soltar en llanto silenciosamente.
—Hueles exquisito –susurra sobre mi pecho–. Vainilla.
Fue hasta mi cuello para devorarlo como si de su comida favorita se tratase. Dejé que se distrajera con ellos, debía hacer mi movimiento rápido y éste era el único que tenía en mente.
Levanté levemente mis piernas y estiré mi brazo para rozar mi bota con mis dedos. Sudaba de nerviosismo, debía alcanzar la daga antes de que Jimin se aburra de mi cuello y me descubra. Forcejeo cuidadosamente, meneo mi pierna para que la daga salga deslizándose por ella hasta poder tomarla. Vi salir la montura de cuero cada vez más acercándose a mis dedos, pero solo logré rozarla.
Jimin se separó de mí para acomodarse sobre mí para seguir con lo suyo, pero al oír el metal golpear contra el suelo se giró a ver qué era. ¡Maldición!
Se volvió a mí hecho una furia y me abofeteó con la parte trasera de su mano. Chillé con el golpe, ahora me había descubierto. Tomo la daga y comenzó a cortar la tela de mis pantalones empezando desde el botón hacia abajo, dejándome en bragas. Sostuvo mi cabello con fuerza para llevar mi cabeza a su altura.
—Gracias por evitarme el esfuerzo de quitártelo a por la buena. –tiró la daga lejos y se encargó de deshacerse de su camiseta y bajó su pantalón.
Yo por otro lado lloraba desconsoladamente, inmóvil, desprotegida y a punto de dar mi último respiro.
<<¿como tú, Halee? Tu padre se fue sin ni siquiera haber nacido. ¡Tu eres una desgracias!>>
No soy una desgracia. No soy Daka. Soy Kang Halee.
Con las fuerzas de mis lágrimas y mi dolor, tome su rostro y lo aparté de mí, forcejeando por que se alejara. Jimin sostuvo mis brazos y los plantó a los lados de mi cabeza. Intenté patalear y estremecerme, tenía que hacer que él dejara mi cuerpo, pero no podía rendirme.