Sofía.
Suelto un gruñido al escuchar la alarma de mi teléfono. Siempre he odiado con mi vida el sonido que provoca el despertador. No lo lanzo al aire, porque sé perfectamente que nadie me va a comprar un teléfono nuevo si lo hago, y que al final tendría que poner una alarma en el celular.
Sintiendo pesadez me levanto de mi cama, me paso las manos por la cara para despertarme y entro al baño. Aprovecho que no tengo que lavarme el cabello para depilar mis piernas —Que, aunque lo odio—, no me gusta ver las miradas que lanzan las chicas sobre como tienes vellos en tus piernas.
Al salir, reviso que mi cortina esté cerrada. Aunque ahora debería provocarlo, de seguro él cierra sus cortinas, si es que están abiertas. Me rio, recordar ese día donde me vio vistiéndome. Sigo sin saber que exactamente pensó, por más que le he preguntado durante estos meses, se niega a confesármelo.
Todavía me da vergüenza esa escena. ¿Cómo es que no miro si tengo las cortinas abiertas? Supongo que la única excusa para eso, es que nuestros vecinos anteriores solo ocupaban una de las habitaciones.
En mi defensa, mi cuerpo me traicionó.
—Sofía… —volteo a ver a una de mis hermanas menores, al pie de mi puerta. Tiene una almohada entre sus costillas y brazo, con su cara de muerta, me doy cuenta que de seguro se quedaron con los chicos hasta tarde ayer y por eso no tiene ni apuro —. Por favor dime que es fin de semana.
—Podría decir que lo es, pero es lunes. Tu día favorito de la semana —la molesto —. Aitana, muévete a bañarte, tienes clase de química y aunque te hayas librado de la monstruosidad que tenías de maestra, no te vas a salvar de hacer fórmulas.
—Odio los lunes —arrastra las palabras, al igual que la almohada y sus pies antes de salir a su cuarto.
Al terminar de vestirme, con un lindo vestido purpura liso y unos tenis negros. Empiezo a desenredarme el cabello, que hoy parece un estropajo por tanto nudos que tiene. Salgo de mi cuarto, mientras sigo en lo mío, porque no he escuchado a la otra niña que vive conmigo.
La puerta de su cuarto está cerrada, por lo que toco, pero no recibo respuesta. Esperando que esté en el baño, abro la puerta y llevó una mano a mi cadera al ver como todavía está en el mundo de los sueños. Su cabello castaño está esparcido por toda la almohada y ella tiene los labios un poco entreabiertos.
—¡Aina! —exclamo, con diversión. Si se puede aprovechar que ella esté en esta situación, pues se debe aprovechar para que despierte aturdida. Y es algo que efectivamente sucede.
—¿Q-qué, qu-qué pa-sa? —Se talla los ojos antes de mirar que todo está con calma —. Agh, ¿por qué me despiertas así?
Su labio inferior sobresale un poco, lo que provoca que sonría. Es demasiado tierna en ocasiones.
—Porque alguien se le pegaron las cobijas y hoy es lunes, lo que me recuerda que tienes examen, ¿o me equivoco?
—Oh, rayos. Es cierto —Se levanta apurada de su cama y toma la toalla que tiene colgada en uno de los ganchos que reposan en su armario.
Me doy la vuelta para salir a mi habitación, pero vuelve a hablar.
—¡Gracias, mami! —Suelto una carcajada.
Desde que papá está haciendo más su labor como futuro padre de nuestra vecina —Al parecer todos en esta casa les gusto tener cuento con los vecinos—, también con todo lo de su negocio. Tengo que ayudar más con todo lo de las gemelas, y no porque estén pequeñas, perfectamente podrían hacer todo. Solo que nos cuidamos entre todas, pero se debe dejar a alguien a cargo. En una familia donde somos tantos, es lo más sensato.
—¡Aitana espero que no estés haciendo pereza!
—Cállate, que eres igual de perezosa —escucho que dice desde su habitación.
Termino de arreglarme, y al hacerlo reviso mi teléfono por si hay algunas llamadas del detective. Pero, lo único que me encuentro es un mensaje de Grace.
Grace: Terminamos, y esta vez es definitivamente.
Me muerdo el labio, nunca me di cuenta de este mensaje. Según la hora, yo llevaba por unos veinte minutos ya dormida. Me siento un poco culpable por no estar con mi mejor amiga en otra ruptura que tiene.
Javier y Grace llevan una relación desde antes de terminar el instituto. Solo que últimamente no se entienden, y esto ya tiene su tiempo, donde se separan y vuelven. Es ese círculo vicioso, el cual no está dejando que ninguno de ellos dos avance. No quiero decir que alguno tenga en realidad la culpa, porque a mi parecer no es eso. Solo que como Javier está estudiando en una ciudad de Oregon, queda muy difícil verse con Grace.
La verdad es que no me imagino lo que es una relación a distancia y más cómo sería para ella terminarla.
Yo: Cuando llegué a uni, me cuentas todo.
Yo: Y lo siento, nena.
Bajo a la cocina, donde encuentro todo el desastre que dejó ayer una receta nueva de Aina. Podría decir que es ordenada para cocinar, pero no lo es. Así como ninguna persona que vive en esta casa. Por lo tanto, se tendrá que sacar dinero para llamar a la señora que nos ayuda de vez en cuando con toda la limpieza.