Sofía.
Se queda en silencio, por lo que estaciono el auto antes que mi enojo nos haga tener algún accidente.
—Quiero entender esto, quiero ayudar, y por la sencilla razón de que se trata de mi familia. Sé que ocultas cosas, has sido claro en eso y estoy esperando hasta que estés listo para decírmelo —aprieto las manos en el volante —. No sé qué tan grave es esto, pero quiero ser parte.
—Lo siento —se disculpa, de reojo veo como su mirada está en la calle —. Sin embargo, sé que es vivir en una realidad como la de nuestras familias. No somos personas que vivan normal. Tenemos a una infeliz psicópata detrás de nosotros —se gira a verme —. Estoy siendo egoísta, sí. A pesar de eso, quiero que lo entiendas ahora. Has vivido de la manera más normal hasta ahora, creciendo en un ambiente normal como el resto. Tus hermanas lo han hecho. Mi familia también; mis hermanos y mi madre. Yo sé que se siente salir de esa burbuja de normalidad y, déjame decirte que no es tan fácil como crees.
—Soy una entrometida, Mateo —sonrió, no quiero abrumarlo—. Confía en mí y que soy más fuerte de lo que parezco —suplico.
Me repasa con sus ojos, los cuales se inundan de sentimientos. Siempre será ese objeto difícil de encontrar en la neblina o en la noche. Es complicado, lo sé, porque estos meses no han sido sencillos. No obstante, al igual que yo confío en él, quiero que él lo haga.
—Voy a seguir ocultando cosas —agrega, esquivando mi mirada —. Pero prometo en estas situaciones hablarte sinceramente, y que cuando me sienta listo te contaré mis cosas.
—Poco a poco.
—Exacto —afirma—. Ahora bien, posiblemente por tu cabeza está pasando cuáles son esas cosas, muchas de esas cosas ni siquiera me pertenecen a mí. Entonces, lo siento, pero esos secretos te aviso de una vez que no pienso decirlo.
—¿A quién le guardas tantos secretos? —inquiero.
—No lo voy a decir —Me abstengo de gritarle y de explotar, por lo menos fue sincero.
Su teléfono timbra, por lo que lo saca de su maleta y contesta.
—Si... —rueda los ojos con fastidio—¿no tienes otros tres hijos?... Pues que ellos perfectamente pueden ir…Bueno, ya voy —cuelga.
Vaya, que llamada tan larga.
>> Mamá me necesita —recoge sus cosas y abre la puerta —. Nos vemos más tarde, ricitos de oro.
—¿Te vas a ir solo? Te puedo llevar rápido.
—Nuestras casas no quedan tan lejos —encoge los hombros—. Y tengo pies para caminar —dice burlesco.
—Qué novedad —le digo con sarcasmo.
Él se marcha caminando por la acera y escuchando música con sus auriculares y yo me voy hasta la empresa.
…
—Estas muy hermosas —nos halaga Enzo, mirándonos de arriba abajo. Estamos a punto de salir a la fiesta de la compañera de Grace.
Desde ayer que mi familia se fue de vacaciones, decidí quedarme en la casa de la familia de Grace, y de paso aprovechar para organizarnos hoy juntas, ya que hace tiempo no lo hacíamos. Ella se puso un atuendo en colores oscuros; unos jeans negros de cuero, una blusa de tiras gris que tiene un logo en la mirad de una estrella, unos botines negros; altos y tiene un saco negro en el bolso que lleva. Su maquillaje es de los mismos tonos, pero con un labial rojo acompañándolo. Yo me decidí por algo más sencillo; un vestido rosado, con unos tacones no tan altos y un maquillaje muy natural. En mi cabello si me esforcé más, dejándolo liso y con una trenza en la parte de arriba, haciendo que mi look sea más de una niña pequeña.
—Tu no te quedas atrás —le guiña el ojo.
Nos subimos al auto de Enzo, quien tiene prohibido bebidas alcohólicas el día de hoy por ser el conductor designado. Enzo tiene que trabajar los fines de semana en la mañana, por lo que aparecer mañana con resaca en el trabajo no es una buena opción. Y como Grace es una experta en beber, tampoco era buena para ponerle ese cargo y yo, pues cuido a Enzo de ser responsable, pero con la oportunidad de ingerir algo de licor.
—¿Mateo no va a venir? —pregunta Grace a mí lado.
—Si, solo que dijo que llegaba más tarde por un trabajo que tiene que terminar.
—Me cae bien tu novio —añade Enzo —. Puede que sea lo más serio del planeta, pero parece tener las cosas muy claras y aplicado en todo.
—Es cierto, a mí me cae bien, aunque cuando estudiábamos en el instituto se atrevió a decir que nunca se iba a enamorar de Sofía. Dime Enzo, ¿quién se resiste a esta rubia? —la morena me señala de pies a cabeza, haciéndome sentir alagada.
—Nadie, Grace, nadie —Mira por el espejo retrovisor y me guiña el ojo.
—¡Enzo, tengo novio! —chillo.
—Lo sé, rubia, lo sé —nos reímos por sus fallas flirteando —. Hoy les presentaré a la chica de mi trabajo, les va agradar.
—¿Por qué no la trajiste de una vez? —inquiere mi mejor amiga.
—Porque su padre la iba a llevar.
—Que bonito —decimos Grace y yo al tiempo.
Al llegar al lugar, la casa no es tan grande desde afuera, pero la música y todas las personas afuera haciendo diversas cosas, me dice que el ambiente está bueno.
Entramos a la casa y el olor a marihuana es muy fuerte, por lo que arrugo la nariz, mirando a la dirección del chico quien tiene una chica masajeando sus hombros mientras él se fuma el porro.