Yo te quiero.

11. Jana.

Mateo

 

Mateo.

—Habrá un concurso entre los estudiantes en la facultad, estarán divididos en diferentes categorías y una de las categorías a participar es la de fotografía —explica la maestra de Arte y Entorno —. Ustedes están apenas iniciando esto, pero no dudo de la capacidad de que alguno puede ganar.

—¿Qué tipo de fotografía están pidiendo? —pregunta una de las alienígenas de mis compañeras.

—Pueden concursar en dos clases, en la que se exige una fotografía surrealista o una artística; pero con la condición que venga una persona en esta.

—¿Cuál cree usted que es más compleja? —pregunto alzando mi mano—. No hemos visto el trasfondo bien de estas clases, por lo que no podemos elegir acertadamente.

—Tiene razón, joven —se sienta en la esquina de su escritorio antes de contestar —. La fotografía surrealista busca expresar la esencia e inquietud de una persona. Esta fotografía se divide en dos clases, pero para hacerles un resumen sencillo, está el surrealismo técnico que se basa en que ustedes son los que innovan y crean; pero al final reflejan lo que su inconsciente dice, por su parte el surrealismo encontrado está en que la imagen muestra los objetos encontrados.

—En conclusión, con una podría hacer lo que yo quiera y con la otra solo lo que mi entorno me muestre —habla un compañero, ella asiente no tan convencida.

—Digamos que sí. En su momento lo entenderán mejor —agrega—. Ahora, la fotografía artística tiende a expresar una idea, un mensaje o una emoción, para muchos será fácil esta, pero no es tan así. El mostrar a una persona sonriendo tiene que ser real, debe ser lo más suelto del mundo algo con lo que tu digas me siento feliz con solo ver a esa persona. Busca que la autenticidad esté en esa fotografía. Con esto ustedes pueden hacer muchas cosas —nos señala a todos—. Pero solo que tiene que ser real, se tiene que ver de esa manera o si no, la fotografía falla.

>> No les puedo decir cual es la mejor —sube los hombros—. Cada persona tiene su estilo, algunos podrán sentirse mejor con la surrealista porque creen tener el toque mágico y otros que con solo ver a alguien saben que no están fingiendo y que sienten lo que transmiten.

La clase continúa y me debato si entrar o no en el concurso.

La fotografía representa para mí ese momento del día donde mis cosas favoritas quedan guardadas. Tengo fotos de muchas personas en unas cajas debajo de mi casa, esto porque temo que algún día olvide que tuve oportunidades para ser feliz. La mayoría de fotos son de mi mamá, en cada una de sus momentos donde la he visto ser feliz. Podría decir, que la fotografía es mi secreto. Pues no muchos saben que me gusta y que, si los libros no existieran, estaría con mi cámara todo el tiempo.

Al salir de la clase pienso que quizás en surreal las cosas no se me compliquen tanto, sin embargo, las de ver reflejado el verdadero sentimiento de alguien me hace querer seguir donde Sofía a vigilar cada uno de sus movimientos y ver si puedo plasmar en una imagen todo lo que ella me suele transmitir.

Hoy solo tuve clases por la tarde por lo que llevo unos cuadernos en la mano. Cruzándome con personas para salir de la facultad e ir a la de Sofía a recogerla. Solo que mis planes se desvanecen al ver a alguien a lo lejos caminando hacia mí. Paro de caminar, quiero creer que mis ojos no me están jugando una mala pasada y que ahora no me estoy imaginando que Jana está a tan solo unos metros de mí.

No obstante, cuando se para al frente de mí todo se hace real.

¿Qué hace acá?

—Mateo —musita.

Tengo el cuerpo rígido y cómo no, tengo a la chica que no he visto en casi tres años.

—Yo… Te busqué durante un par de meses y al parecer no tienes el mismo número porque intente comunicarme contigo muc…

—Tengo el mismo número solo que no me apetece hablar contigo ni ahora ni nunca —la corto.

Lo que sea que tiene que decir no me importa.

—Veo que no has cambiado —suelta una risa vacía, y no sé si con eso se supone que me sienta mal —. Me gustaría hablar contigo.

—Lo acabas de decir, no he cambiado. Entonces no esperes que acceda a hablar contigo —trato de pasar por su lado, pero sostiene mi brazo con sus dedos pequeños.

—Lo siento, solo déjame explicártelo.

—¿Para qué?, ¿crees que de verdad tus explicaciones me importan a estas alturas de la vida? —pregunto arrugando la nariz. Odio que me toquen sin mi permiso y más persona que ni al caso conmigo.

—Yo tenía que irme… —ruedo los ojos, zafándome de su agarre.

—¿Qué no me escuchaste? —inquiero molesto—. No quiero hablar contigo porque ya no me importa lo que tengas que decir. Ignoré cada uno de tus mensajes porque verte la cara no era una de las cosas que quería volver a vivir —Mis palabras le hacen daño, lo sé, pero ella se debe alejar de mí porque no queda nada entre nosotros —. Ya pasaron los años y con eso el que fueras una persona importante en mi vida.

—Deja de hacerme ver la mala de la historia. Tu sabes que también tienes la culpa.

—¿Estoy diciendo lo contrario? No, Jana, ahora si me disculpas debo irme.

—No has cambiado nada y siempre te escudas de que las cosas ya no son importantes. Lo siento, Mateo, por eso. Pero para mí es importante —habla con desespero —. Estoy acá porque quería verte, porque, aunque te empeñes a que hagamos como si nada sucedió, nada cambia lo que fuimos.

—Vete, de verdad —suplico—. No quiero ser grosero, no quiero sonar como si me doliera porque la verdad no lo hace, pero los recuerdos del dolor de ese día siguen presentes y no, ese dolor no me lo proporcionaste tu.



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En el texto hay: secretos, vecinos, chico nerd y chica popular

Editado: 24.12.2021

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