Yo te quiero.

12. Copo de nieve.

Sofía

Sofía.

Me abrigo para salir afuera porque Mateo me pidió que nos viéramos. No me imagino que puede ser, aunque supongo que es importante como para haber pedido que lo hiciéramos. No es algo que le guste hacer muy seguido.

Salgo de mi cuarto y en el cuarto de Aina escucho como se ríe, me asomo y me encuentro con Hongi, Guzt, Pelto y Aitana sentados en el piso.

—Rubia —me saluda Guzt guiñándome el ojo, el descarado —¿Para dónde vas?

—¿Cuánto te pagan por chismoso? —inquiere Aitana—. Déjala tranquila y aparta tu mirada de mi hermana, Guzt.

—Sofía siempre será agradable a la vista, no como tú, Aitana —comenta él, antes que mi hermana lo empuje de espaldas y empiecen a molestar entre ellos.

Los dejo y bajo al primer piso donde en la sala encuentro a papá viendo la televisión. Hoy llegó bastante estresado por todo lo de su trabajo, además de que nuestra abuela no se encuentra del todo bien de salud lo que al parecer lo va hacer viajar a Texas, para poder visitarla.

—Papá voy a salir al fr… —me callo al escuchar el sonido de la sirena de la policía. Camino hasta la ventana y me asomo.

La patrulla se estaciona al frente y miro a papá indicándole lo que pasa. Él se levanta y viene a mirar, justo en ese momento veo la silueta de Holly y con ella dos acompañantes.

Troto hasta la entrada donde abro la puerta y Holly me mira con burla.

—Pensé que las pijamas de dinosaurios ya no existían —se burla de mis pantalones verdes que tienen pequeños dinosaurios.

—No existen para las personas viejas como tu —contraataco.

—No dije nada —con su mano hace la referencia que se cierra la boca—. Necesito hablar con tu padre.

—Acá estoy —Sale el mencionado—. Hola, Holly.

—Hola, señor Mark —saluda con respeto y de la mano, al igual que los otros dos oficiales —¿Podemos pasar?

Les damos el espacio y los tres camina a la sala donde toman asiento.

—¿A qué se debe esta visita? —inquiero —No creo que solo sea a vernos.

—Y es obvio, tengo cosas más importantes que hacer.

—Soy el oficial Martínez, agente especial del FBI —explica uno de sus compañeros —. Estamos acá por el caso de Edward Jones.

—¿De mi hijo? —el oficial asiente.

—Está bajo la custodia de la agente Cooper —señala a Holly —. Esto es casi desde que supimos de su existencia. Él está pasando por un proceso, tanto físicos como mentales. Es algo que luego mi compañera le explicará. El punto es que necesitamos que nos digan cualquier cosa que sepan del día del accidente de la señora Iveth Hill y su hijo.

—Esto lo estamos haciendo porque la policía encargada como tal del caso no se está haciendo cargo —agrega el otro oficial—. Ya que tenemos a disposición el caso de Ava Hill.

—Para que no se pierdan con tantas cosas. Es así: Ava no quiere que su hijo regrese porque no le conviene. Edward vivió muchos años al lado de Ava, lo que equivale a que él sabe muchas cosas de ella —explica mejor Holly—. Tiene asuntos con criminales, peleas clandestinas, carreras ilegales. Tiene negocios sucios. Y ahora que Edward no está con ella no está tranquila.

—¿Por eso no lo podemos ver? —pregunto.

—No. Es por otro motivo y uno que yo elegí. Sé que lo quieren ver, creo que en el fondo él también…

—¿Cuál motivo? —le pregunta papá.

—Edward tiene sus recuerdos muy revueltos. Ava le inventó una familia, un trabajo, una novia. Para él, Ava es su madre.

—¿Qué? —me tambaleo al escuchar eso y por la cara que adquiere mi padre tampoco lo entiende —¿No nos recuerda?

—Se puede decir que no. Es muy complicado —se desespera ella—. Él las ha visto un par de veces y me ha asegurado que siente cosas al verlas, tiene recuerdos de momento con ustedes, solo que se mezclan con los que adquirió durante estos años. Es complicado de explicar, pero Ava le presentó a personas que para él son sus hermanos. Ava jugó con su cabeza de gran forma.

—¿Él está bien?

—Si, Mark. Lo que quiero decir con esto es que lo traeré pronto, pero son muchas cosas las que primero debemos hacer —nos regala una sonrisa sincera—. Ahora necesito que respondan las preguntas.

Papá acepta no muy convencido, debe estar luchando por no exigir que lo lleven con Edward. Sin embargo, es consciente con quien nos enfrentamos. Ava debe estar esperando cualquier movimiento por parte de nosotros y eso podría ponerlo en riesgo.

—¿Qué estaban haciendo ese día? —pregunta.

Un nudo se instala en mi garganta, el recordar ese día me pone nostálgica y hace que quiera tener una máquina del tiempo para decirles que no se despidieran, que no prometieran que nos veríamos al día siguiente en casa. Porque mintieron. Tanto Edward que, aunque siga vivo nos dijo que nos traería algo de Nueva York, y mamá que prometió hacernos nuestro postre favorito.  

—Ese día estábamos de celebración del cumpleaños de uno de los sobrinos de Iveth, nos quedamos el fin de semana en la casa de los señores Hill con toda la familia —Recuerda, lo detallo y su labio tiembla un poco —. En la tarde Iveth recibió un mensaje sobre un problema con el proveedor y una mercancía en una de las sucursales en Nueva York. Era de gran importancia por temas de fraude y cosas legales. Mi hijo era su mano derecha, por lo que se ofreció a ir con ella y de esa manera solucionar todo pronto.

—¿No tenían a alguien encargado de eso? —pregunta el oficial.

—Si, pero el gerente estaba involucrado en eso, al igual que el contador. Fue un desfalco después de un tiempo —Camino hasta sentarme a su lado y apretar su mano —. Mi hi… Layla, estaba también con nosotros e insistió en ir ya que nunca había conocido la ciudad. O bueno, ese fue el motivo que nos dijo —encoje los hombros, no tan seguro.



#1283 en Otros
#61 en Aventura
#197 en Joven Adulto

En el texto hay: secretos, vecinos, chico nerd y chica popular

Editado: 24.12.2021

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.