Yo te quiero.

17. Algunos momentos.

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Sofía.

Mis ojos se empañan y sin poder evitarlo suelto un sollozo. Después de seis años, en donde me sentí atrapada en los recuerdos de Ward con todas nosotras. Él está al frente. Nunca estuve lista para perderlo, y ahora que está al frente tampoco estoy lista.

El joven de veintiún años quedó en el pasado y ahora es un hombre. Su cabello está negro de una forma casual a comparación de como lo tenía antes, sus ojos tienen el mismo brillo marrón que el de las gemelas, su nariz respingada, sus labios delgados y rosados, sus cejas gruesas y sus largas pestañas. Su contextura es delgada, sin embargo, cuenta con buena musculatura. Es alto, incluso más que papá y a comparación de nosotras que le quedamos si mucho hasta el pecho.

Las gemelas siguen igual de sorprendidas que yo y eso no hace esperar la carcajada de Holly, haciendo que esto no parezca un sueño.

—Se los traigo y ni así reaccionan —nos molesta.

—Cállate —contesta Aitana, dando unos pasos hasta la puerta donde nuestro hermano todavía está parado—. Yo soy Ai…

—Sé quien eres —la corta. Dando pasos a ella y sin impedimentos la abraza. Aina chilla antes de correr a ellos y yo me quedo quieta. Ver como las dos gemelas lo rodean con los brazos y él lo hace con ellas, lo único que me traen son recuerdos, de esos en los que Edward hacía exactamente eso —. Son las gemelas, Aina y Aitana.

—¿Qué esperas, rubia? Porque te lo advierto, el tiempo es corto y me lo llevo sin pensar en ti.

—Jodete, Holly —gruño.

Ellos se separan y sin poder más, corro a él para que mis brazos rodeen su trabajado torso. Me permito llorar en su pecho, porque el vacío que él dejó fue muy grande. Porque extrañé sin lugar a dudas a mi hermano mayor.

—Sofí… —besa mi coronilla. Es raro volver a escuchar a la única persona que me llama de esa manera—. Yo lo siento, de verdad que no sé qué exactamente ocurrió, pero estoy vivo y aunque estuve con mi otra familia, en el fondo las extrañaba.

Me separo de Edward y lo miro a los ojos. Holly lo dijo, para él Ava y los demás son unos integrantes de su familia, a pesar de eso espero que recuerde quien en realidad es. Que somos cinco hermanos, que tenemos a papá y aunque mamá no esté; ella es la única responsable de haberlo traído al mundo. Puedo respirar profundo al por lo menos tener la certeza que Holly lo está cuidando de las manos de Ava y que lo va a tener muy lejos de ella. Necesita ayuda para recuperar todo lo que le quitaron y como su familia debemos ayudar.

—A ver —habla Aitana, mirándolo con curiosidad y jugando con sus dedos—, ¿nos recuerdas o no? Porque la metiche de Holly dijo que no, pero tu hasta supiste nuestros nombres y dijiste que sabías que yo me llamaba Aitana cuando pudiste confundirme con Aina. Explícate.

—Esto ya se va a volver un interrogatorio —anuncia Holly, echándose con más fuerza en el sofá —. Ya verás por qué enloquecen a cualquiera.

—Déjalas —defiende Edward, sonríe cosa que me hace sentir una alegría inmensa—. Chicas esto es confuso, pero desde que Holly me trajo a verlas, supe que eran algo importante para mí.

—¡Tenemos que mostrarte imágenes! —aporta Aina, saliendo de nuestro círculo y desplazándose fuera de la sala. Entrecejo el ceño, pensando que trama.

—Te lo dije, ellas son muy intensas —Aitana se gira a ella, toma un cojín de otro de los muebles y se lo estampa en la cara—¡¿Qué te pasa, niña?!

—A la próxima ven solo, Ward. Holly estresa a cualquier persona —añade Aitana, de nuevo caminando a nosotros y pegándose a un lado de su cuerpo.

No quiero separarme, porque esto se siente irreal.

—¡Lo tengo! —dice, al llegar—. Vengan —ordena. Con Edward caminamos a sentarnos en el sofá. Quedo yo a su costado y Aitana al costado de Aina, esta última sostiene la laptop en sus piernas e ingresa a una de las carpetas de su ordenador—. Tengo unas fotos de todos nosotros. Esto como evidencia que nosotras somos tus hermanas —recalca el <<tus>>.

—Que posesiva, Nia —canturrea Holly—. Algo que no te dije, son unas malditas celosas posesivas.

Le lanzo una mirada para que se calle, Holly desespera hasta un loco. Es inquieta y si, es una oficial y supongo que cuando está en el trabajo mantiene la cordura y seriedad. Ahora bien, en su estado normal es una niña pequeña. No se queda callada ni porque se le diga que lo haga. Es un grano en el culo justo ahora.

—Mira —le pasa la laptop, que nuestro hermano acomoda en sus piernas.

Las diferentes fotografías se hacen presentes y tanto como para él, como para nosotras es recordar nuestra niñez.

En la primera imagen aparece Edward junto a papá.

—Es el papá —afirma él.

Mi hermano y mi padre tienen bastantes similitudes físicas. Con decir que, si mi papá alguna vez dudó que Edward fuera suyo, cuando lo vio quedó evidencia que lo era. La relación que ambos tenían era estrecha, y si, Edward era muy cauteloso con sus cosas, pero confiaba en papá, al igual que él en su primogénito.

En la imagen ambos están en trajes de baño, fueron unas vacaciones de verano en Miami. Para ese entonces Edward tenía quizás unos trece años.

—Que guapos —canturrea él—. Miren ese cuerpazo —señala la pantalla justo donde sale todo su pecho desnudo —. Desde siempre con atributos para enloquecer a Holly —Emboco una sonrisa, alzando mi mirada para ver a la aludida la cual se pone algo sonrojada, pero no replica.




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