Sofía.
Edward espera reacción de alguna persona que está en la sala, pero esa respuesta no llega. Holly mira solo hacia la ventana y me muero por poder entrar a sus pensamientos y saber que piensa; se ve muy a la defensiva con lo que dice Edward.
—¿Por qué dices que estuve con esa mujer? —pregunta mi padre. Su semblante es serio y a la vez a la defensiva. Si él hubiera estado con ella eso significaría una infidelidad para mamá y no quiero dudar del amor que le tenía a ella.
—Lo estuviste —suspira—. Sé que mis hermanas están acá y tienes una reputación que mantener, pero no ocultes más lo que tuviste con ella antes de tener la primera hija con Iveth, mi tía —Papá no agrega nada más—. Sé que tienes una relación con Elena, no sé cómo llegó a tu vida y con qué propósito, pero deben alejarse de ella, papá. Puede ser peligroso para mis hermanas y para ti.
—Es mi pareja.
—Estás exponiendo a mis hermanas. Esa mujer al igual que su familia es muy peligrosa —suena desesperado. Arruga las venas de su frente como si fuera muy importante que entendiéramos ese punto—. Lo otro es que creo que Layla está acá, ya que no se sabe nada de ella desde hace meses.
Eso si que hace cambiar el semblante de papá a uno con las cejas arrugadas.
—¿Por qué lo dices? —pregunta Aitana—. Layla no se comunica con nosotras durante meses y si estuviera acá ya nos lo hubiera dicho.
—Mintió sobre que fue mi madre la que mató a la suya, ¿por qué esta vez sería diferente? —replica.
—Lo que tu dices son especulaciones —interviene Holly, levantándose y llevándose las manos detrás de la espalda—. Layla presentó pruebas, testigos y la versión de ella con los demás concordaban.
—Cualquiera se pone de acuerdo para decir mentiras —sube el tono de su voz—. Mi madre no tiene nada que ver, yo estuve ese día ahí y lo recuerdo todo.
—Si eso es así, ¿por qué te dieron por muerto?, ¿Elena tuvo qué ver en eso?, ¿por qué estuviste encerrado en una casa de Ava Hill? —pregunta con rapidez y a la defensiva. Edward no responde—. ¿Ves? No lo recuerdas bien.
—¡Que sí! —grita, levantándose y dándole la cara a Holly—. Que la dichosa hermana que tengo haya sido capaz de mentir por alguna razón que no sé, no es mi culpa. Ese día me iban a matar, porque los Collins me llevaron en su auto y me dejaron en un sótano oscuro. Mamá me pudo encontrar después de una semana, pero por falta de pruebas y el que a mi tía la hubieran dado por muerta, hizo que no pudiéramos decir nada y solo empezará a cuidarme. Tenía constantes fiebres y el dolor en la pierna no disminuía. ¿Qué crees? Amputar una pierna y quedar discapacitado no es tarea fácil —se levanta la manga del pantalón derecho y ahí deja ver su prótesis.
Me quedo enmudecida y estática.
>>Si Edward hubiera sobrevivido ese día hubiera tocado amputarle la pierna.
Las palabras de Layla vienen a mi cabeza. Edward no posee su pierna derecha, tal y como ella lo había dicho. Miro a mi papá sobre el hombro y sus ojos también están en esa parte del cuerpo de su hijo. Edward se gira a vernos, antes de bajar la bota.
—Ella me cuido como cualquier madre lo hubiera hecho por sus hijos. Fueron muchas cosas las que me hicieron no volver, de verdad —murmura, rendido al ver que ninguno tiene las intenciones de defenderla —. Que la versión equivocada haya llegado a ustedes es porque hay más detrás de todo esto. No sé por qué mintió, qué se ganaba haciéndolo y si también está involucrada con ellos.
—Si tu en verdad crees eso, ¿por qué te escondes de ella? —me atrevo a preguntar.
—No me escondo de ella —Holly rueda los ojos, en desacuerdo—. Lo hago de las personas que la quieren ver más hundida —me regala una pequeña sonrisa—. Te quiero, papá, y me alegra verte bien. Te pido que por favor consideres todo y te alejes de esa mujer porque puede ser peligrosa, al igual que tu hija.
Al salir del lugar pienso en tantas cosas y me abruman todos estos pensamientos. ¿Qué en realidad? Edward puede ser el más propenso a estar confundido, apenas y se acuerda de nosotros, pero Mateo mencionó algo sobre lo que le había mentido su madre.
—Papá, ¿Elena nunca ha mencionado nada sobre esto? —pregunta Aitana bajando en el ascensor—. Mateo por eso se marchó de casa, por algo que ella había hecho.
—No. Y por favor ni una palabra de esto a nadie ni mucho menos a ellos. Tengo muchas cosas que pensar —Nos quedamos calladas antes de salir.
Al llegar a la recepción, Mateo sigue en el sillón solo que está dormido sin sus gafas y recostado en la silla, mientras que con el saco está cubriéndose.
Me muerdo el labio al saber que no se lo puedo contar y es lo que más me genera conflictos. Si Mateo mintió no podríamos seguir juntos, porque algo como eso no se lo perdonaría.
>> ¿Cuál es la verdad?
—Te espero afuera —avisa papá, saliendo con las gemelas.
Camino hasta donde está recostado y me inclino para apartarle el cabello de la frente. De está manera es otro Mateo, uno calmado y él que no está alerta a que algo malo va a pasar. Lo hace sin poderlo evitar, se pierde en sus pensamientos, aunque sigue pendiente de lo que sucede a su alrededor. Es como su superpoder. Me inclino más para depositar un casto beso en sus labios, lo que genera que frunza el ceño moviéndose perezosamente. Vuelvo hacer lo mismo varias veces hasta que consigo que abra un ojo.