Yo te quiero.

30. Desenlace inesperado.

Advertencia: Este capítulo contiene escenas de violencias en cuanto agresiones, por lo que leer o saltarlas con responsabilidad.

Narrador Omnisciente.

Las tragedias pueden llegar una cada mes o una cada año. Sin embargo, también existe la posibilidad que lleguen todas incluidas.

Un cuerpo en la morgue, el espacio más frío de todo un hospital. Un hombre muerto, encontrado hace unas cinco horas atrás y apenas su hijo estaba dando la confirmación de que era Alfredo Collins.

—No siento nada —murmuró Mateo, sintiéndose perdido por no sentir nada al ver a su padre.

Quizás si nunca hubiera ocurrido eso que lo marcó tanto. Mateo estaría de rodillas, llorando la muerte de ese hombre, no obstante, no pasó. No lloraba, no se sentía feliz y no sentía nada.

Unos hospitales más lejos, Sofía estaba siendo atendida por diferentes heridas en su rostro y brazo. Su padre estaba en el quirófano enfrentándose a un golpe en el cráneo frontal, no daba buenas señales, sin embargo, se tenía esperanzas de poder atenderlo como era debido.

Los Collins se enfrentaban quizás a la decisión más importante de su vida.

—Estamos intentando hacer lo mejor posible. Pero necesitamos poner una vida por encima de la otra —avisó el doctor—. ¿Su madre o el bebé?

Santiago estaba en blanco y los recién llegados, no entendían todavía si lo que escuchaban era una simple broma. Si elegían al bebé, perderían a su madre sin siquiera darle un adiós y si elegían a su madre, no sé sabía si se iba a recuperar del dolor.

Elena estaba emocionada por la llegada de bebé Jones Ecay, quien aunque no lo supieran, era un niño. Elena entre los sudores de calor que estaba enfrentando, su pensamiento estaba en el bebé que debía nacer y por el cual debía luchar, pero su cuerpo no estaba ayudando.

Quizás si Mark al ver ese auto a punto de hacer un choque, no hubiera ido a proteger con su cuerpo a su hija y hubiera protegido a Elena, no se estarían debatiendo que hacer. Sin embargo, en ese preciso momento, gritó el nombre de Sofía y no pensó anda más, si no en que no iba a perder a su hija y que debía protegerla.

Santiago tomó la decisión y aunque su corazón se estaba partiendo por la respuesta. Se negaba a perder a su madre.

—¿Dónde está Mateo? —alcanzo a articular Austin, sentándose todavía perdido por todo lo que pasaba—. Necesitamos estar unidos.

Santiago le mostró como lo había llamado, pero este no tomó la llamada. Y los tres se sentaron en silencio y sin saber que no era por lo único por lo que debía pasar.

Aitana y Aina estaban viendo a Sofía en la camilla, con parches en sus rostros por los golpes. Para ellas que iban detrás del auto, fue un momento en el que sus corazones dejaron de latir. Salieron del auto de Santiago a socorrer a Elena, Sofía y Mark. El problema es que alcanzaron a ver como Grace y Chloe huían del lugar.

¿Cómo pudieron hacer algo como eso? Era el pensamiento de Aina, quien lloraba en silencio en el hombro de su gemela.

—¡¿Quién te lo ordenó?! —pregunto, fuera de sí Jared.

Las había atrapado por saber su ubicación y cuando lo hizo, no dudo en tomarlas del cabello y a las malas traerlas a un lugar donde arreglaban cuentas con las personas que les veían la cara.

Ambas estaban atadas de manos desde el techo con un lazo grueso, al lado de cada una había dos personas con armas. Jared tenía una vena saliendo de su cuello, estaba molesto y necesitaba respuestas. Llegar y ver cómo todo era un desastre y como atentaron contra ellos tres, fue la gota que derramó el vaso.

—Con que en esas estamos —una sonrisa ladeada apareció en su rostro, acercándose a Chloe. La tomo de las mejillas, donde apretó sus dedos en ella —. Tienes dos minutos para darme un nombre o ves como tu hermana se muere —advirtió.

Estudió con la chica de al lado, le había parecido todo el tiempo una chica que pasaba desapercibida. Cuando sus ojos tenían que estar en Sofía, vio una buena amistad entre ellas dos y ver lo que le acababa de hacer, le parecía lo más hipócrita.

Grace lloraba y en su mente estaba solo la imagen de sus padres siendo encerrados. Ellas dos habían tomado decisiones y aunque no fueran las mejores, estaban dispuestas a arriesgarse.

—No —gimoteo Chloe, tratando de quitar las manos de Jared moviendo su cabeza de lado y lado. Le estaba doliendo el agarre del chico.

—Un minuto.

<<Lo siento>>

Jared llevó su mano libre alrededor de su cuello. A Chloe se le dificulto respirar y aun con eso, no sabía qué hacer, decirlo las pondría en una situación peor. Escucho cómo desactivaban el seguro de una de las armas y se tenso, si no lo hacía iban a matar a su hermana menor.

—Yo-yo te lo… —Jared la soltó. Tomando aire, miro al chico y unas lágrimas se deslizaron por su mejilla—. Fue-fue Layla. Ella planeó todo.

Dos horas después Mateo deambulaba por el hospital hasta llegar al lugar donde le habían dicho que estaba su madre. Caminaba lento, perdido en cada recuerdo y en especial en esa bebida que pudo haberle quitado la vida.

Al llegar al lugar, lo primero que visualizó fue a sus hermanos, que miraban al suelo sin emoción alguna. Escucharon sus pasos y lo voltearon a mirar. Santiago vio como su semblante era frío y distante. No veía preocupación y eso hizo que el mayor se levantara molesto, lo tomara del saco y lo estampara contra la pared.

—¿Dónde demonios estabas? —siseo.

Mateo no reaccionó. Cansado y agotado, solo se zafó del agarre y lo dijo. Las palabras que terminarían de destrozarlos y de abrir la tapa donde todos debían saber quienes eran sus padres.

—Alfredo falleció, hubo una pelea en la cárcel y lo mataron —dijo cada palabra despacio. Como si fuera irreal y como si de esa manera, el golpe fuera menos.

Las manos de Santiago temblaron y miró a Mateo como si lo que acababa de decir no fuera real. Austin y Pablo se levantaron y le empezaron a pedir explicaciones a Mateo, pero no respondió y solo se alejó para ir a buscar noticias sobre Sofía, Mark y su mamá.



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En el texto hay: secretos, vecinos, chico nerd y chica popular

Editado: 24.12.2021

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