Sofía.
Salgo de los baños de la universidad, al frente veo a Enzo con mis cosas en su mano. Mi brazo sigue débil, sin embargo, mi amigo me ha ayudado mucho en ayudarme en lo que requiere fuerza y aunque llevar mis cosas no es necesario él alega que sí.
—¿Quieres salir mañana? —me pregunta—. No has salido durante muchas semanas, y se nota en tu bella piel, estás más pálida que nunca.
—Nunca pensé que lo diría, pero… Las rupturas son una mierda —suelto una pequeña risa y esta es para ocultar la realidad amarga—. No obstante, si quiero salir a distraerme un rato.
—Él tampoco se ve bien —añade, empezando a caminar a la salida—. Sofía, te lo he dicho varias veces, no me voy a meter en lo que pasa, pero todavía no entiendo qué es lo que estás esperando. No has salido, no has querido intentar seguir y no me niegues que en los recesos te escabulles por los salones donde él tiene clases.
Me siento avergonzada por ser tan obvia. Lo he hecho en algunas ocasiones porque Santiago me dijo que empezó a ir dos veces a la semana con un terapeuta, claro que eso me parece un gran paso para él, sin embargo, tampoco me puedo evitar preocupar. Pienso en si esa persona le está dando la suficiente confianza como para él, expresarle todo lo que le pasa y que, si esa persona es un buen profesional.
Me siento estancada y aunque lo niegue, también dolida y triste. Nos hemos topado en algunas ocasiones, no obstante, ninguno hace nada. Nos miramos esperando que nuestras miradas digan algo y no funciona.
En las noches he llorado y me frustra hacerlo, porque tenemos otras muchas cosas ahora más importantes y aún así mi cabeza está en que terminamos, en que es muy real. Vi llorar a Aina por Pablo antes y no me sentí en sus zapatos hasta ahora, que he podido confirmar que se siente un ardor y que por mi cabeza pasa la idea de decirle que sin importar que, regresemos. Sin embargo, creo que ambos necesitamos tiempo.
—Ellos no debieron llegar —murmuro, cansada.
—Eso me lo has dicho en varias ocasiones y no creas que las cosas hubieran sido más fáciles —habla con paciencia. Y no está más decir que ha tenido mucha en los últimos días—. Sofía, a veces las personas sí o sí deben llegar a tu vida, para bien o para mal. Soy tu amigo y todo, pero quieras o no, Mateo no fue una mala persona y en lo que cabe fue un buen novio.
—Lo sé —salimos hasta el estacionamiento, donde se viene conmigo. En las últimas semanas lo he llevado hasta su casa para no sentirme tan sola en el trayecto y para no extrañar a mi antiguo compañero.
—¡Deja esa cara!, ¡Salgamos mañana de fiesta, distráete y deja eso que te está consumiendo! —me anima.
Termino aceptando con la condición de poder llevar a Santiago y a Mar.
Con todo lo que ha pasado desde hace un mes y unos días desde el accidente, mi tío me dio descanso de dos meses para estar en casa y no preocuparme por nada de la empresa —algo que le agradezco—. Lo otro es que con ayudar a papá y sus lecciones, hemos tenido que estar en casa —bueno en especial yo—, porque las gemelas se gradúan en una semana.
Lo otro importante es que desde que Edward apareció el día que estábamos hospitalizados, todo el mundo se enteró que estaba vivo y que nosotros ya lo sabíamos. Para la familia Hill fue una sorpresa ver a nuestro hermano mayor, la abuela hasta se desmayó. Eso sí, todos estaban felices de tenerlo de nuevo, y mi hermano por su parte se veía a gusto con estar rodeado de nuestra familia, aunque no con el abuelo, que prefirió tenerlo de lejos. Lo que me lleva a preguntarme, ¿qué sucede ahí?
Con el regreso de Edward, lo interrogaron demasiado y preguntas que mi hermano se negó a contestar. Algo pasó mientras estuvo en las manos de Ava, pero son cosas que se niega a decir y más, sabiendo que piensa que es ella su madre.
Por otro lado, está viviendo en casa con nosotros y es uno de los que también ayuda a papá ahora. Se está quedando en el cuarto de Aina —porque era el más decente y limpio—. Aina pasó al cuarto de Layla porque no le molestaba.
Agregando a todo, Grace y Chloe están enfrentando cargos por lo que hicieron y no negaron. Esta parte sí me ha tenido muy decaída, porque de cualquiera uno lo puede llegar a imaginar, pero no de personas que conoces de toda tu vida.
Y ya por último y un tema del cual hemos evitado a toda costa mencionar en casa, es la orden de detención que tiene Layla. Ahora no es mentira que no se encuentra en Argentina, pues se hicieron investigaciones donde evidencia que Layla se marchó desde diciembre, aunque no el día exacto y eso mismo lo que la hace más sospechosa.
Nadie dice nada, ni acepta ni niega, porque en el fondo sabemos que tal vez así como Ava pudo hacerle daño a mamá, Layla a nosotros y lo más triste es que eso la haría la Ava de nuestra familia.
No he prestado mucha atención a temas de la investigación, puesto que no tengo cabeza ahora para tratar de entender todo este lío.
Al llegar a casa de Enzo quedamos en que lo paso a recoger.
Me dirijo a casa y aunque todavía tenga dolor en el brazo, ya es mucho más fácil para manejar. Estaciono el auto al llegar por fin a la mía y como siempre me encuentro a la abuela de los chicos regando las plantas que sembró en el jardín. Gracias a los cielos que no hemos tenido problemas con ellos, pero por lo que he escuchado los chicos sí. Tanto así, que Elena está viviendo en una pieza en la ciudad, porque si antes eran fastidiosos, ahora que Alfredo está muerto más.