Sofía.
Un mes después.
—Papá, nada les va a pasar —trata de tranquilizarlo Edward—. Ya son grandes, y les mandaste de todo para que se protegieran en todos los sentidos —eso me hace reír. Papá les dio a cada una, condones por si acaso—. Y no es la primera vez que las dejas ir a una despedida de año o algo.
—Pero es porque se van un fin de semana. Nunca las había dejado ir durante un mes —se defiende—. Son todavía mis bebés.
—Papá, no van a volver a tener tanto tiempo luego que entren a la universidad, además confía en ellas y que ya son responsables —agrego.
Aitana y Aina se graduaron hace una semana, y según ellas la pasaron muy bien. Aunque Aina tuvo que aceptar que Pablo ni siquiera se presentó porque esa misma mañana se fue a Chicago. Aitana por su parte si disfruto mucho por ser el último día con sus amigos. Nosotros solo estuvimos en la entrega de los diplomas, pero me sentí muy orgullosa por ellas dos.
—Sofía, ¿terminaste el proyecto?
Para terminar el semestre nos pidieron hacer una maqueta en compañía, me hice con Enzo, sin embargo, han sido semanas muy estresantes haciendo toda la maquetación y preparándonos para la exposición, además de que estamos en finales. He tenido que estudiar demasiado para las pruebas, pero agradezco que hace dos días terminé todo y mi promedio resultó mejor de lo que esperaba.
Por otra parte, hoy tenemos la exposición por la tarde y van hacer algunos concursos en cada carrera —O en su mayoría—.
—¡Papá, ya pensaste en mi licencia de conducir! —exclama Aitana, bajando las escaleras.
Papá pone los ojos en blanco. Mi hermana le ha estado insistiendo tanto en el tema y que alguno de nosotros le enseñemos, pero todos nos negamos. Yo le confío un auto a Aina, pero a Aitana súper no. No hace falta que se ponga de loca y termine cometiendo todos los comparendos posibles.
—Cuando termines la universidad.
—¡Falta mucho! —llega a la sala con los brazos cruzados—. En diciembre.
—No soy un banco y no soy millonario —se queja.
Me rio por ello dos.
El ambiente en casa ha mejorado mucho y no sé a qué se debe. Sin embargo, se ha visto todo en un punto muy normal y hasta tranquilo. Lo cual ciertamente a mí me ha dejado pasar las cosas mejor.
Mi ruptura con Mateo sigue en esa etapa donde recordarlo me da pinchazos en el pecho, al igual que decepción y ganas de llorar. Pero a diferencia de hace un mes, no me siento tan agobiada. Lo he visto en la universidad y aunque ninguno haya hecho el intento de nada, siento que con las pocas veces que nuestras miradas se han cruzado, ambos estamos anhelando algo.
Solo que no sé qué quiere él y es lo que me hace sentir que quizás ambos no deseamos lo mismo.
—¿No piensas ir a alguna parte con Holly? —indago.
—Está muy atareada con el trabajo, escasamente nos hemos visto. Tiene diferentes casos que dirigir —explica, ausente—. Además, no creo que sea prudente que yo salga, sabiendo que todavía tengo órdenes para hacer interrogatorios. Me voy a quedar ayudando a papá.
Desde que papá ha estado poniéndose al día con todo lo del negocio, Edward lo ayudó y nos dimos cuenta que su capacidad de negocios es la misma que la de hace años, por lo que ahora es quien lo está ayudando.
Hasta mi tío David con la familia está pensando en que él sea quien los ayude en todo con respecto a la empresa, de la misma forma que lo hacía cuando mamá estaba viva.
…
—¡Nos salió muy bien! —grita emocionado Enzo—. ¿Viste la sonrisa del profesor? A nadie más se la dio. Somos los mejores expositores —nos abrazamos, chillando de la emoción.
Han sido tres horas de exposiciones a diferentes personas. Todos los de nuestro semestre y departamento, estamos en el coliseo con las maquetas. Salió muy bien, y se debe más que todo a Enzo que dijo cosas que ni siquiera estaban para decir, pero son cosas vistas en clase —en las que él se duerme—.
—¿Vamos a ver lo de los demás?
—Si, recojamos esto y vamos —contesto.
Al terminar empezamos a caminar por las instalaciones de la universidad. Había un concurso para los de gastronomía, y es la primera estación que hacemos porque todavía hay comida —y deliciosa—, la cual podemos degustar y votar. Luego vamos al departamento de moda, acá en realidad solo están explicando algunas telas, por lo que pasamos al departamento de fotografía.
Acá me detengo al recordar que Mateo podía participar y al final nunca supe que eligió.
—¿Qué pasa?
—Tal vez Mateo no concurso.
—¿Eso no sería mejor para ti? —enarca las cejas, haciéndose a un lado cuando unas personas empiezan a pasar—. Por tu cara al parecer no.
—¡Me voy a sentir mal si no concurso! —expreso.
—Ay, niña, no seas rara —me toma del brazo, haciéndome caminar.
Empezamos a ver diferentes fotos —unas más claras que otras—. En unas reconozco algunas personas que he visto en la universidad, las cuales son muy divertidas. Llegamos a una que me parece muy curiosa, porque es una pareja de cabezas desde unas escaleras —¿seguirán vivos después de esto? —.
—Sofía… —me jala de la manga. Lo miro y sus ojos están en un lugar donde hay personas—, creo que vi algo y no sé cómo vas a reaccionar a eso.