Mateo.
—Entra. Si hay mujeres pues les va a parecer muy tierno que entres por lo tuyo —acota Jared recostado en la pared del pasillo con los brazos cruzados.
—Apoyo a tu amigo —dice Enzo—. Hombre, si te quedas acá esperando a que salga, espera sentado.
—Pues espero sentado. No voy a meterme en el baño de mujeres, me pueden acusar de acosador —gruño.
Sofía huyó luego de que me animara a decir lo del significado de la foto. ¿Lo peor? Es que me iba a limitar a decir cuando me hicieran la pregunta, era que: <<Cada persona lo interpreta como quiera>>. Pero no, yo la vi y sencillamente las palabras fluyeron. Ahora que está en el baño, lo que me imposibilita entrar, porque no sé si hay más personas ahí adentro o que.
—Voy a esperar —les digo, hago el ademán de sentarme, pero Jared se quita de la pared y camina hasta donde estoy para tomarme del cuello de la camisa y sin nada de delicadeza, meterme al baño.
Lo voy a matar.
Para mí buena suerte no hay mujeres a la vista y la última puerta de los baños está cerrada por lo que creo que está ahí.
Ve por tu chica, Mateo.
—Sofía, por favor sal, necesitamos hablar —pido.
No recibo una respuesta, pero alcanzo a escuchar sonidos, como si estuviera murmurando algo para ella misma.
No la quiero presionar, no quiero que esto se sienta forzado. Sin embargo, se siente el vacío de saber que no ha estado conmigo en este tiempo.
Si sabía que cuando cruzó por esa puerta, algo se iba a sentir extraño y que su ausencia iba a causar mucho revuelo en mí, pero no hasta el punto de decir que me iba hasta agradar verla husmeando en los salones —donde sabe que tengo clases—, buscándome. Porque me gustó eso, que aún con lo que hemos pasado, ella se ve interesada en mí.
Ser egocéntrico no es algo que vaya conmigo, pero si se trata de ella, cualquier cosa me hace sentir especial. Y eso de verdad me avergüenza.
—¿Por qué dijiste esas cosas mirándome a los ojos? —pregunta en un tono bajo.
—Sal, para que te responda a la cara —No me gustan estas conversaciones así. No las siento reales.
—Dime.
Pasándome una mano por la cara, bufo y me siento en el piso del baño. A simple vista se ve limpio y recargo mi cabeza en la pared.
—Porque eran para ti, sinceramente mi respuesta iba a ser muy tosca —el pellizco de la puerta se desactiva y por un pequeño espacio de la puerta, puedo ver una pequeña parte de su cuerpo, me mira con los ojos nervioso y no me gusta. Quiero que salga sin temor —. Sofía, quiero que entiendas que nunca has sido un juego. Lo que te dije es cierto. Has sido una luz en medio de una oscuridad. No soy un tipo amoroso o el que llaman Romeo. Pero créeme cuando te digo que eres importante para mí.
La puerta se abre por completo y ella sale. Lleva un traje elegante por lo de su exposición —La cual hizo muy bien—. Sus mejillas están algo húmedas y es eso lo que me hace levantarme de golpe del piso.
—¿No te gustó lo que dije? —pregunto reflexionando si en algún momento dije algo inadecuado.
Ella camina hasta estar al frente y me pega una cachetada. Siento el ardor de su mano en mi mejilla y cierro los ojos por su acción. Acá es donde me dice que me vaya a la mierda y que unas bonitas palabras no van a solucionar nada.
—¡¿Por qué hasta ahora?! —pregunta dolida, hace su mano un puño y lo deja caer en mi pecho—. Estuve pensando que tal vez solo íbamos a dejar esto así —empieza a llorar y eso me jode como ella no tiene idea—, ¿por qué nunca me mostraste esa foto?, ¿por qué nunca fuiste capaz de decirme todo eso?
—Porque soy un imbécil, porque cuando se trata de expresar lo que siento soy un idiota —repite con su otra mano lo de pegarme en el pecho—. Porque pienso que nunca voy a sentirme completo y no quiero ser una carga para ti —se detiene y me mira a los ojos—. Porque cuando me levanto cada mañana, pienso en que demonios puedo hacer para ver una sonrisa cruzarse por tus labios —doy un paso a ella, ya puedo sentir su respiración—. Siempre he pensado que, si una de las dos partes no está bien, debe alejarse porque si no la otra persona va a salir lastimada. No quiero dañarte más, Sofía.
Se queda viéndome unos segundos, antes que sus brazos me envuelvan en un abrazo. Su loción se hace presente al igual que su calor corporal. Se aferra a mi cuerpo y eso de alguna manera me trae alivio. No pensé que había extrañado tanto sus muestras de afecto y el tenerla cerca.
—No quiero estar más así —musita. La abrazo de la misma forma que ella lo hace, quiero que entienda que la he extrañado mucho y que no importa que pase, ella siempre va a estar en mí vida de alguna forma.
—No te alcanzas a imaginar lo mucho que me haces falta, Ricitos —eso hace que suelte una pequeña risa y es suficiente para mí, acaricio su espalda con suavidad y nos quedamos en silencio.
La puerta es tocada con fuerza, sobresaltándonos.
—¡Lamento interrumpir, pero tenemos a veinte mujeres a punto de lincharnos por no dejarlas pasar! —escucho a Enzo gritar—¡Aunque cuatro de ellas ya se llevaron a Jared para la oscuridad y otras me lo están proponiendo!
Me atrevo a tomar su mano y salimos del baño. Enzo me regala una sonrisa y a Sofía al verla con sus mejillas mojadas, camina a ella para que le diga que paso. Las chicas empiezan a decirme que a la próxima me puedo enrollar con ella en otra parte, otras me guiñan el ojo haciendo que Sofía aclare su garganta.