Yo te quiero.

41. Una verdad y una mentira.

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Sofía. 

 

La ansiedad que siento no la puedo controlar. Voy tomada de la mano de Mateo que está igual de nervioso y camina rápido por el pasillo de la delegación. Mis hermanas vienen detrás de nosotros con David y detrás de ellos viene Holly con Edward. 

Holly no nos dijo mucho sobre lo que pasó para encontrarla cuando llamó a alguien a buscar información. Dijo que era mejor venir directamente. 

El viaje desde la casa de los abuelos se me hizo muy largo. Mi padre llegó hace un par de horas y no ha podido conseguir nada. Al parecer tampoco la ha visto. 

Frenamos en una sala donde vemos a mi padre el cual se levanta con cara de preocupación. 

—Voy a ir a verla —nos dice Holly pasando por nosotros—. Esa mentirosa no es ni siquiera capaz de aparecer en otro momento. Claro, tenía que arruinarme el descanso —se queja. 

Cuando no la vemos, papá empieza a preguntarnos cómo nos fue y aunque esto esté tan fuera de lugar, lo hace para aliviar el ambiente. Mateo solo mira por el pasillo por donde se marchó Holly y no interactúa con nosotros. Noto sus nervios, porque da toques en el suelo con sus pies. 

—Cálmate —pongo una mano sobre la suya, lo que lo hace parar—. Ya nos dirán sobre ella. 

Un rato después aparece Jared con cara de querer matar a alguien Mateo al verlo se levanta y se hace al lado de ella. 

—¿No le impediste venir acá? —indaga mi novio. 

—¡Es una maldita terca! No sé a qué demonios está jugando —grita, molesto. Miro a Aitana tratando de entender a lo que se refiere Jared. 

—¿La viste? —pregunta mi padre. 

—Si. Pero no tuve tiempo de nada, porque unos oficiales la detuvieron. Estaba cerca al aeropuerto —explica, pasándose una mano por la cara 

—¿O sea qué no trató de huir? —pregunta Aina, recostada en el brazo de mi tío. 

—Si es que, reaccione rápido y la tome de la mano, pero parecía perdida y no hizo el intento de correr conmigo. 

—¿Dónde está? —pregunta una voz recién llegada. Me giro a la izquierda para ver a Mar mirar a todos lados, desesperada—¡¿Dónde está?!

—Tranquilízate —doy unos pasos a ella, al verme parece calmarse un poco—. ¿A quién buscas?

—Apareció, Sofía. Yo tenía que estar acá.

Mar me confesó hace unos meses cuál es su problema con Layla. Se debe a la pérdida de un bebé que tuvo a los dieciocho y en esto se ve implicada Layla, porque el bebé que ella estaba esperando era de Jeremy. No sé la historia completa, porque con solo eso, la frené. No quería escuchar algo que no me podía caber en la cabeza. Mar denuncio a Layla hace unos cuatro meses, a la vez que otra denuncia llegó por el asesinato de los padres de Chloe y Grace. 

Veo a unos oficiales abrir la última puerta y de ahí sale Holly quien nos mira con lástima, antes de darle paso a mi hermana mayor. 

Viene esposada y a sus lados vienen los oficiales tomándola de los brazos. Tiene la cabeza agachada. Sin embargo, puedo ver su atuendo y no es para nada malo. Unos jeans de cuero, unos tenis blancos y una sudadera morada. Levanta la cabeza al tiempo que nos ve. La saliva se me atora en la garganta. Nos da la mirada más gélida e inexpresiva que alguna vez haya visto en ella. Su cabello castaño se ve reemplazado por su tono natural que es negro, el cabello corto ahora se nota hasta en la cintura y el iris verde no tiene el brillo que recuerdo. 

Mis hermanas se hacen a mi lado, Aina llora mientras la ve y Aitana la detiene para que no se le vaya encima. Mi padre es el último en levantarse, al tiempo que ellos paran al frente de nosotros. 

—¿Lo hiciste? —pregunta. Layla lo repara por unos segundos, pero no responde—. ¿Fuiste capaz de hacernos daño? Porque te recuerdo que en ese auto estábamos tu hermana, Elena, el bebé que iba a nacer y yo —aprieta la mandíbula y al ver que no responde, da unos pasos a ella, pero Edward lo detiene. 

—Responde —dice Edward, mirándola con resentimiento. 

Layla lo mira y lo hace con una mezcla de emociones. Parece confundida, pero no tanto como para darle otra cara. 

—No puedo creer que lo hayas hecho —le digo, y siento como me arde la garganta. Es mi hermana, la persona con la que crecí, la persona a quien vi como un ejemplo. Pero ahora solo puedo ver a quien me está decepcionando como ninguna otra persona—. Eres… Eres como la Ava de nuestra familia. 

—Qué lástima, ¿no? —habla por primera vez. Su voz se siente distinta—. Ya sabes lo dicen por ahí. En las familias siempre está la oveja negra, que lastima que yo sea la de está —se encoge de hombros, restándole importancia—. Lo hice, Sofía, mírame la cara de asesina que tengo —suelta con enojo. 

Mar se le va encima haciendo que los oficiales la tomen. 

—¡Eres un maldito ser despreciable! —le grita en la cara—¡Te odio!

—¿Y yo qué me ganó que me quieras, Marcita? —embosca una sonrisa cargada de odio—. Dime, Mar. 

—¡Arrodíllate y pide perdón por lo que hiciste! —levanta la mano intentando golpear su rostro, pero cuando lo intenta, Layla toma su mano con las suyas esposadas y las aprieta. 

—Jamás en tu vida intentes ponerme tus sucias manos, porque me vas a conocer  —empuja su cuerpo al suelo. Suelto un chillido al tiempo que me agacho a ayudarla y mi padre también lo hace. 

Cuando sus ojos se conectan con los míos, no se pierde ningún detalle de cómo la ayudo a levantar. ¿Qué estás pensando? 



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En el texto hay: secretos, vecinos, chico nerd y chica popular

Editado: 24.12.2021

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