Yo tendré La Vida Feliz Que Tanto Deseo

capítulo 4

Lidyam

Han pasado cinco meses desde el día de mi nacimiento.

Honestamente en todo ese tiempo he luchado conmigo misma para no morderme la lengua y morir. He soportado las atrocidades que sufren los bebes... me han cambiado los pañales sucios... muy sucios... terriblemente sucios.

— Kyaaaa*grito mental*

He fingido demencia cuando me los cambiaron en frente de mi padre. Si, él ya ha visto todo de mi... todo...

Pero enterrando esos asuntos en lo más profundo de mi caja de pandora, ahora ya no temo mucho por mi vida, quiero decir, a comparación de antes ahora estoy mucho más cómoda con mi padre.

Y para ser honesta... no la pase tan mal, quiero decir, aún tengo miedo de que mi padre me haga daño, pero no parece que tenga la intención de hacerlo. Al menos por el momento no le apetece deshacerse de mí.

Al menos eso me da a entender con sus acciones... o solo aún no se aburre a jugar al papa.

Nuestros pasatiempos en estos cinco meses—aparte de verme en situaciones incomodas como lo de los pañales— ha ido de bien en mejor.

Dormimos juntos y lo veo seguido, además hay días en los que pasamos tiempo de padre-hija y soy atendida con mucha dedicación por parte de las sirvientas. Lety, Mary y Silvia.

Aunque pasar tiempo con él me causa dolores de estómago e incomodidad—a niveles nunca antes vistos—, pienso que debo soportarlo... al menos hasta que me haga mayor y logre huir tan lejos como mis pies me lo permitan.

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(nt: narrador kun yo te invocooo >o<)

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°°°° En el salón real °°°

Narrador

El rey Leviatham yacía recostado en un espléndido y hermoso diván decorado con láminas de oro en los bordes y forrado de terciopelo rojo.

La razón por la que se recostaba a menudo, era porque el sentía que hacerlo era todo un lujo, a menudo había pasado el tiempo con su nueva hija. Una niña recién nacida de la que él se había enterado hace cinco meses que existía.

Pero pasar el tiempo con su hija se le había quitado tiempo de trabajo. Por tanto decidió trabajar mientras descansaba.

De entre las sombras de la habitación una voz siniestra le informaba al rey Leviatham sobre el reino y los traidores de su corte.

Las personas en cuestión eran nobles de las casas más influyentes en el reino por ello Leviatham debía ser cuidadoso a la hora de ponerles un final definitivo.

(nt: a matarlos pues ;v)

—Su majestad hemos encontrado las pruebas que había solicitado, esperamos vuestra orden para proceder.

—Llévenlos a juicio y senténcienlos a la orca a todos ellos. Quiero que sea público...

—De inmediato, su majestad —Al recibir su orden el sirviente quien parecía ser un hábil ninja, se desvanecía lentamente en las sombras pero al volver a oír la voz de su señor, se detuvo a escucharlo.

—También quiero que pongan guardias en mi habitación —dijo mientras observaba por la ventana, la habitación real que él compartía con su hija más reciente. La princesa Lidyam de Crastrillior.

— ¡¿Podría ser que a su majestad le preocupe la seguridad de la princesa?¡—dijo sorprendido el sirviente.

—No.... —respondió fríamente.

Pero Leviatham sabía que eso era una angustia en su corazón, su hija más reciente era una recién nacida. Su pequeña e insignificante vida era vulnerable a cualquier peligro por mínimo que fuera, su hija moriría fácilmente.

Por ello una aura lo rodeo, era su angustia y la idea de perder a su más reciente hija quien era una bebe peculiar.

Muy distinta a los hijos ha los que asesino anteriormente.

Ante el aura oscura que rodeaba a su majestad, el sirviente lamento haber incomodado a su majestad y decidió marcharse lo más rápido de ahí.

— E-entonces con su permiso mi señor, este sirviente se retira.

—...

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°°°° En la habitación de la princesa °°°°

Lidyam

Mientras dormía oí los chismes—de las sirvientas— más perturbadores que pude haber oído. Es más... estoy considerando auto inducirme a un sueño eterno y no despertar...

De lo que hablo es que... al parecer este mundo me oculta cosas...

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Las sirvientas llevaban una vida tranquila en el palacio, ellas comían bien y vestían bien.

A diferencia de las mujeres que vivían en el reino, quienes padecían hambre y una vez alcanzada la edad adulta (15) sus padres las vendían o casaban forzosamente.

Así es, acabo de enterarme que este es un mundo misógino. Terriblemente misógino...

Las chismosas de las sirvientas hablaron de ello preocupadas.

Las mujeres nacen con una magia muy débil, por tanto, son tratadas como ganado, mientras los varones nacen con habilidades que superan al promedio de mujeres.

Para simplificarlo si una mujer enfrentara a un hombre esta perdería inmediatamente.

Porque no solo la fuerza bruta de un hombre es mayor al de una mujer, sino su intelecto es igual de superior por tanto las utilidades que se les da a las mujeres en la sociedad, es limitada... solo resta convertirse en madres, esposas complacientes y en el peor de los casos una esclava sexual.

Así que muchas fueron obligadas a ser esposas complacientes y si alguna corría con suerte se hacía esposa de algún mercader adinerado o noble, de esa manera la mujer podría mantener contento a su marido y esperar que este la tratara bien.

Una realidad lamentable que... nadie podría cambiar. Aunque se casaran y dieran a luz a solo niños, ser tratadas bien dependía totalmente de la buena voluntad de su esposo.

Además, había diferentes usos de las hijas de los nobles, al casarte con una noble heredabas propiedades tierras y fortuna pero dependía de su padre escoger a su esposo. En muchos casos las daban a hombres adinerados quienes abusaban de ellas, cosas como el "amor" no existe en este mundo.




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