Anna
Cierro con pesar mi maleta, sabiendo que será la última vez que estaré, me pregunto como será mi vida cuando regrese a casa, que de seguros erá lo mismo que antes, con el mismo patrón, todo el mundo amando a Emma y yo siendo su sombra, no me entusiasma mucho la idea de vivir pero que le puedo hacer, así son las cosas, no puedo seguir en este lugar.
Pero a pesar de todo estoy emocionado de volver, de poder llevar mi juventud con normalidad, de ir a la escuela, de tener novio, de tener amigas con las que pueda salir de fiesta y regresar borrachas, estoy en un estado de emoción y tristeza en el que ni yo se lo que quiero.
La puerta de mi habitación se abre y entran Melissa y Melody, mis mejores amigas a las cuales ya hasta las considero mis hermanas después de todos estos años que hemos pasado juntas.
—Anna, vamos, ya mismo sale tu vuelo, apúrate, lo vas a perder.
Suspiro pesadamente al saber que probablemente esta es la última vez que las veré, ellas notan como me siento y se acercan.
—Vamos, no estés triste, no nos hemos muerto—dice melody con tono melancólico.
—Además, seguiremos siendo amigas y cuando podamos iremos a visitarte ¿ok?, así que párate que te preparamos algo que de seguro de subirá el animo.
Ellas me guían hasta el salón de clases, emocionas entramos y como la luz estaba apagada, Melissa la prende y las personas salen de sus escondites.
—Sorpresa—gritan en cuanto entró.
Todas la mesas están retiradas, para dejar vía libre a las personas para moverse, en la parte de arriba hay un cartel que tiene escrito en letras grandes, TE EXTRAÑAREMOS ANNA.
—¿Ustedes prepararon todo esto para mi?—les pregunto a las chicas.
—Para quien más, tonta—Melissa me abraza—te voy a extrañar—Melody también se une a nuestro abrazo
—Yo también te voy extrañar—nos quedamos abrazadas unos minutos disfrutando los últimos momentos que estaremos juntas.
—Bueno, ya basta, me van a hacer llorar, que ustedes ya saben que no me gustan las despedidas.
—Lo sabemos—dicen las dos al unísono sin dejar de abrazarme.
Nos separamos después de unos minutos y las personas se comienzan a acercar de una en una, para despedirse, deseandome lo mejor y diciéndome que me cuide, guardo todos esto en mi corazón, para que nunca olvide estos momentos tan felices que aquí me hacen vivir.
—Bueno, ya Anna se tiene que ir, prepárense para despedirla.
Me pasan mi maletas y todos se colocan con pose militar en los ambos lados de la habitación, dejandome paso abierto hasta la puerta, camino con orgullo, esta es la despedida que le hacemos a las personas que se van de aquí, se supone que es una despedida militar, haciendo referencia de lo parecido que es este internado a un cuartel.
Llego hasta la puerta y todos gritan ¡adiós mi general!, haciendo poses militares, salgo de ahí hasta llegar al enorme portón negro que me lleva a mi libertad, cuando las puertas se abren puedo sentir como su el mundo entero se estuviera abriendo para mi, el chófer me pide las maletas y las mete en la cajuela.
Me meto en el auto y miro desde las ventana como las grandes puertas, del lugar donde viví por siete años, se cierran y se alejan, hasta que ya no se las puede ver, no diré que extrañare ese lugar, porque la verdad es que no, no lo extrañare ni un poco, es un lugar desagradable, lleno de estúpidas reglas con personas monitoreando todo lo que haces, pero si estrañare las personas que conocí y los momentos que pase con ellas, porque en estos siete años ellos dejaron pasaron de ser compañeros con los que compartía clases a ser realmente parte de mi familia, llegaron a ser las personas en las que me podía apoyar cuando tenía un problema, que me consolaba cuando estaba triste, que me apoyaban cuando me mería en líos y con los que siempre podía contar, ellos realmente se volvieron en amigos incondicionales, de esos que son difíciles de encontrar.
—Ya llegamos, señorita—la voz del chofer interrumpe mis pensamiento
El chófer me ayuda a bajar del auto y me pasa las maletas, se saca el boleto de avión y me lo da, le agradezco y sigo mi camino hacia el avión.
Siento unas ganas muy enormes de escapar, de no volver a casa, de huir de mi problemas, pero se que con eso no solucionare nada, que escapar no es la solución, que necesito hacerle frente para lograr un cambio, porque ya no soy la niña que le tenía miedo a la mamá de Emma, ya no lo soy, ya he crecido y tengo que hacerle frente, tengo que demostrarle que ya no puede manejarme a su antojo y que ya no me puede controlar, porque ella no tiene ese derecho, porque ella para mí ya no es nadie.
Subo al avión hasta donde esta el asiento que me toca, no se si es porque el asiento era muy cómodo o porque estaba muy agotada mentalmente, pero nada más sentarme caigo dormida profundamente.
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Voy al cuarto de mamá, hoy la profesora nos hizo hacer un dibujo de nuestra familia, me puso un diez, de seguro mamá se sentirá muy orgullosa de saber que tiene una hija muy lista, camino en puntillas cuando estoy cerca de su cuarto para sorprenderla, pero me detengo cuando escucho voces adentro.
-Quiero el divorcio-dice mamá en un tono serio.
Curiosa por lo que está pasando veo por la rendija de la puerta, adentro noto distinguir las figuras de papa y mamá.
-Cariño, si es por lo de ayer, fue un pequeño desliz y no significó nada para mi, yo realmente te amo y solo te amo a ti, esa mujer no significa nada, porque para mi no es nadie, así que no tienes porqué hacer relajo por algo tan pequeño como eso, así que deja esa idea del divorcio y volvamos a ser la familia que siempre hemos sido, que yo te juro que nunca más volverá a pasar lo que paso ayer-dice con una voz llena de esperanza acercandose a mamá.
-no me tomes por tonta, que no voy a dar retroceso es lo del divorcio -aumenta la distancia entre lo dos .