El gran salón del crucero "placer" estaba repleto de personas, mujeres y hombres bailando, algunas personas sobre las mesas, otras bebiendo, otras besándose.
Inmediatamente intente visualizar a mis amigas entre el mar de gente que había en aquel salón. La fiesta se hacía mas pesada conforme la noche avanzaba, el salón apenas podía contener aquella cantidad de personas intoxicadas y borrachas. Fue entonces que note la presencia de un hombre bastante atractivo en la barra del bar, sus ojos negros brillaban hacía a mi. Mis labios esbozaron una sonrisa tímida mientras el comenzaba a hacer su camino hacía a mi. Aquel hombre se me hacia conocido, sentía que lo había visto en alguna parte pero creo que el efecto del alcohol no me permite recordarlo con claridad.
Los latidos de mi corazón se podían oír en mis oídos, mi boca se estaba secando. Mis pies se quedaron clavados en el suelo y me inmovilice mientras aquel hombre se acercaba a mi. Mis ojos café nerviosos viajaban por todo su cuerpo, mis dedos apretaron el vaso que sostenía entre las manos un poco más fuerte. Sus jeans negros estaban perfectamente pegados a sus piernas, una camisa blanca adornada su fuerte torso dejándolo al descubierto gracias a tres botones que estaban desabotonados. Estaba apuntó de conocer a un hombre realmente guapo y sexi....a uno que pondría mi mundo de cabeza.
—Baila conmigo— Dijo con una voz seductora y ronca, lo que hizo estremecerme.
No tuve tiempo de responder antes de que me jalara, el vaso que sostenía entre las manos cayo y se derramo por todo el suelo. Una de sus enormes manos se poso en mi espalda baja, forzándome a estar pegada a su cuerpo. Mi mano voló instantáneamente hacía a su pecho, para evitar que nuestros cuerpos estuvieran totalmente presionados. Sus acciones rápidas y seductoras me dejaron realmente sin palabras; nunca había sido tratada así. Mis dedos estaban apretados fuertemente en su camisa, aquel hombre sin nombre me había alentado a posar mi mano alrededor de su cuello.
Valientemente lo mire a los ojos, y me deslumbre al ver un par de ojos brillantes observándome. Eran casi de color negro al igual que la noche, enmarcados por unas largas pestañas oscuras. Pero rápidamente me sacudí los escalofríos que corrían por todo mi cuerpo. Mi falta de cautela hizo que el rubor traicionero corriera por mis mejillas, mientras una sonrisa coqueta surgía en sus labios.
— ¿Cuál es tu nombre, bonita?
— An...Anna— Tartamudee torpemente.
El me sonrío, sus labios fueron hacia mi oído haciéndome sentir un escalofrío recorrer ni espalda.
— soy Christian Salvatore — susurro seximente.
[Salvatore...] ese apellido resonaba en mi mente
Antes de que se retirará, sus labios carnosos se presionaron contra un lugar debajo de mi oído. Mis ojos se cerraron automáticamente, y apreté su cuello mas fuertemente. Deje que un jadeo se escapara de mis labios mientras el presionaba sus largas caderas contra las pequeñas mías. Una pequeña risa entre dientes vibro por su pecho, claramente disfrutando la reacción que obtenía de mi parte. Realmente, nunca había experimentado algo así antes, y aparentemente era obvio para el.
— Me gustas— dijo guiñando el ojo— Eres tan... inocente.
— ¿inocente?— reí.
Su mirado oscura callo en mis pechos, tomando ventaja de su altura para poder ver por arriba de mi blusa. Mis dedos soltaron su nuca rápidamente. El impulso de querer darle una bofetada estaba creciendo, pero no lo hice, tenía miedo de su reacción. Mis manos se volvieron a colocar en su pecho de acero para empujarlo lejos, pero el ágilmente agarro mis muñecas, como si no le costase nada sostenerme mientras peleaba por alejarlo.
— Anna— escuchar mi nombre salir de sus labios se escuchaba maravilloso — Un nombre muy bonito para una mujer bonita— dijo y sonrío — acompáñame por un trago, veo que mi presencia hizo que tiraras el tuyo— miro hacia el suelo viendo toda la bebida derramada.
Fuimos hacia la barra y el pidió dos tragos. El barman luego de unos minutos nos entregó dos vasos.
El cogió su bebida y le dio un sorbo.
— ¿Qué es?— pregunte curiosa.
— Maracuyá con ginebra— respondió.
— Esta muy bueno— Dije dándole un sorbo.
— Déjame ver como sabe— Christian se levantó de su silla y se acercó lentamente a mis labios.
Al llegar a ellos los rozó suavemente y pasó la lengua por ellos. Yo por mi parte me quede paralizada al ver que él se acercaba y me rozaba los labios de forma tan sensual.
— mmm, claramente sabe mejor si lo saboreas de la boca de otro— sonrió coquetamente
—¿En qué trabaja?— pregunte de repente intentando ocultar mi nerviosismo.
—soy vicepresidente de una empresa— Mis ojos se abrieron de la sorpresa.
—Wow. ¿Le pagan bien?
Él, soltó una sonora carcajada ante mi pregunta.
—Me pagan lo suficiente como para vivir.
—¿Tiene novia?—tape mi boca dramáticamente lo que le hizo dar cuenta de que se me había escapado la pregunta, mi cara no pudo estar más roja.
Christian, sonrió y se inclinó hacia delante, como si fuera a contarme algo fuera de lo normal.
—Es algo… Complicado—dijo, intentando sonar serio.
—¿Por qué?—cuestione.
Él, miro a ambos lados, como si lo que me fuera a contestar se tratara de un secreto de Estado. Entonces, dijo:
—Si acaso la pregunta de si tengo novia es para intentar conseguirme una, entonces mi respueta es sí, tengo novia. Ahora, si la pregunta es para saber si usted puede ocupar esa posición en mi vida; tranquila, estoy soltero— contesta de forma seductora haciendo que me sonroje.
Media hora más tarde no sabía si el que había dado el paso había sido él o yo pero estábamos subiendo a la habitación de él dispuestos a pasar un noche que seguramente sería inolvidable para los dos.
Al llegar a la habitación entre besos y caricias calientes terminamos de quitarnos la ropa y Christian, me acorraló contra la pared besándome el cuello y quitándole la última prenda que quedaba en mi cuerpo.