Keysi Ford:
Esto es absurdo.
“Soy Ryan, Ryan Macleane” —ya lo sabía. “Supongo que eres nueva, nunca antes te había visto…”
¿Nueva, yo? Una cosa es que tú no notaras mi existencia, por estar pendiente solo de quienes te convienen.
¡No vine a la biblioteca para observarlo a él ni tampoco para que me interrumpa y no me deje leer en paz!
Me levanté, cogí mis cosas, salí de la biblioteca y seguí caminando hacia el patio, para continuar leyendo “El Diario de un Vampiro”, de Morgan Rice3.
El timbre sonó, me levanté, me coloqué mis gafas, entré al salón de clases junto a Melanie, quien me seguía.
¿Dónde estabas? —preguntó; te perdí de vista.
En la biblioteca.
Erick salió, y antes de que pudiéramos tomar asiento, Melanie salió tras él. Luego de unos segundos, la supervisora llegó; ambos regresaron y ella tomó asiento a mi lado.
¡Macleane, siéntese! —ordenó la mujer.
La supervisora comenzó a explicarnos sobre los exámenes que se aproximaban, la recuperación de cada materia reprobada y la sanción para quienes tuvieran más de tres reprobadas.
Sentí la mirada de alguien, clavada sobre mí. Comencé a pensar que tal vez estaba alucinando… ¿quién podría mirar a la nerd?
La supervisora terminó de hablar y finalmente, indicó las palabras que la mayoría esperan desde la primera clase: “pueden salir”. Después de eso, se retiró y todos nos levantamos, claro, como siempre, unos salieron corriendo como si hubieran estado en una celda de máxima seguridad yo, por mi parte, guardé mis cosas.
Melanie me dijo que iría al baño, yo asentí y salí del salón; pensaba esperarla allí. Mi celular sonó; era una notificación. Iba a ver de qué se trataba, cuando alguien se acercó a mí; levanté la mirada y lo miré con sorpresa.
¡Hola! —era Ryan.
Lo vi frente a mí, pero no me interesó en lo más mínimo lo que tuviera para decirme, así que me giré y caminé un poco hasta los baños. Entré y me mantuve aproximadamente un minuto allí, hasta que Melanie salió.
¿Qué es lo que quiere? ¿Acaso planea hacerme una broma? ¿Quiere molestarme?
No le dije nada a Melanie; me asomé para comprobar si él ya no estaba afuera y, en efecto, se había ido.
¿Qué pasa? —preguntó Melanie, ante lo cual negué con la cabeza.
No pasa nada. ¿Nos vamos?
Melanie asintió y salimos. Luke nos llevó a mi casa, entramos, Lupe nos preparó una merienda, la cual subimos a mi habitación; la comimos mientras discutíamos sobre “Los Juegos del Hambre”. Las horas pasaron, hasta que Melanie se despidió y se fue.
Bajé a la sala, encontrándome con mis padres, quienes ya habían llegado a casa. Como siempre, se encontraban revisando papeles y atendiendo llamadas. Me senté frente a ellos, pero no parecieron haber notado mi presencia. A veces desearía que me pregunten “¿qué tal tu día?”.
¡Oh! Estás aquí —dijo mi madre mientras apartaba los papeles de su vista, para coger otros… al menos notó mi presencia.
Sí, estoy aquí —susurré, suspiré y me levanté; fui a la cocina, serví un poco de jugo en un vaso y nuevamente subí a mi habitación.
***
La luz del sol comenzó a entrar, abrí mis ojos lentamente, miré el techo por algunos segundos; finalmente, me levanté, tomé un baño, me vestí, bajé al comedor, y allí estaban mis padres. Él miraba su laptop, ella solo disfrutaba de su desayuno tranquilamente —eso me sorprendió.
Buenos días —saludé.
Buenos días —sonrió mi madre; mi padre no dijo una sola palabra; su desayuno estaba intacto.
Luego de desayunar, subí a mi habitación y cepillé mis dientes; mi cabello estaba algo mojado, por lo cual solo coloqué una liga en él; cogí mi mochila, el celular y las gafas, bajé y me despedí.
Lupe me deseó un excelente día.
Al llegar al instituto, busqué el libro que leía el día anterior, pero lo había olvidado. ¿Cómo? Ni siquiera yo recuerdo en qué momento lo saqué.
Saqué mi teléfono y abrí la App de Kindle. Mientras buscaba algo para leer, noté la presencia de alguien llegando hasta mí. Levanté la vista, era Melanie.
¿Y ese milagro, que no estás leyendo? —preguntó, mientras alzaba una ceja.
Olvidé mi libro —dije, mientras me encogía de hombres y apretaba los labios.
Melanie soltó una pequeña risa que alcancé a escuchar. Me levanté, cogí mi mochila y nos fuimos hacia el salón.
***
El arte es el concepto que engloba todas las creaciones realizadas por el ser humano para expresar una visión sensible acerca del mundo, ya sea real o imaginario. Mediante recursos plásticos, lingüísticos o sonoros, el arte permite expresar ideas, emociones, percepciones y sensaciones —el maestro hizo una pausa y cogió un cuaderno. Muy bien, ¿alguien que quiera explicar lo que entendió?
Todos volteaban para cualquier otro lado, ignorando al profesor; levanté mi mano y el profesor, con una sonrisa asintió,
dejando que explicara lo que entendí:
Bueno, la historia indica que con la aparición del Homo Sapiens, el arte tuvo una función ritual y mágico-religiosa, que fue cambiando con el correr del tiempo. De todas formas, la definición de arte varía de acuerdo a la época y la cultura —dije sonriendo… ¡Amaba esa clase!
El timbre sonó y todos empezaron a salir.
¡Mañana hay examen! —gritó el maestro, pero la mayoría ya habían salido.
El maestro tomó asiento y agachó la cabeza, su mirada se posó en su escritorio. Cogí mi mochila y me acerqué a él.
¿Se encuentra bien, maestro? —pregunté y alzó la vista para asentir.
Sí, bueno… los jóvenes ya no se interesan por el arte —negó con la cabeza; y eso es algo que me decepciona mucho.
Bueno, yo considero que el arte es algo muy importante, como lo explica el libro “El Arte de la Vida”.
Sonrió, se puso de pie y comenzó a guardar sus cosas.
Es un gran libro, me alegro de que te intereses por el arte —dijo el maestro; eres una gran alumna, eres la única que presta atención y… —miró fijamente hacia la puerta. ¡White! ¡Macleane! —miré hacia donde él. Erick y Ryan voltearon; al parecer, hasta ahora se iban del salón, lo cual fue extraño. Se supone que debieron ser los primeros en salir.
Mañana habrá examen y si ustedes no lo pasan, estarán en serios problemas para salvar este semestre —dijo el maestro.
¡Pero, maestro! —exclamaron al unísono.
¡Pero nada! Más vale que estudien.
Ambos salieron; su enojo era evidente. Salí y me encontré con Melanie, que estaba esperándome fuera del salón.
El receso llegó, y como era de esperarse, todos nos dirigimos a la cafetería. Había una larga fila, así que solo fuimos a sentarnos a un lugar apartado.
¿Qué puedo hacer si no traigo libros? Bueno, solo traigo los de la clase… pero no es lo mismo.
Cuando la fila se hizo más pequeña, Melanie se levantó y fue a comprar agua; yo, por mi parte, comencé a pensar en el examen de Arte. Decidí que aprovecharía el receso para estudiar desde ese momento; busqué los últimos contenidos que habíamos visto.
Sentí los pasos de alguien aproximarse; la silla frente a mí rechinó. Sabía que no era Melanie; igual, no hice caso y seguí enfocada en el libro, hasta que me lo empujaron hacia abajo.
Necesito tu ayuda —se miraba serio. Miré hacia todos lados, esperando ver al resto de sus amigos burlándose, pero nadie más nos miraba.
¿Qué quieres, Ryan? —pregunté con algo de desprecio.
No te pasaré la tarea, ni las respuestas del examen de nuevo, ni tampoco los trabajos.
No estoy aquí por eso.
¿Entonces, qué es lo que quieres?
Quiero que me ayudes a estudiar.
Me quité las gafas, me tallé los ojos y volví a colocarme nuevamente las gafas; lo miré sorprendida.
¿Que quieres qué? —¿qué clase de broma es esta?
—Rodó los ojos. No lo repetiré otra vez.
¿Por qué quieres que te ayude a estudiar? —pregunté aún sorprendida.
Porque necesito pasar el examen, no quiero reprobar.
Esto tiene que ser una broma, una broma de muy mal gusto. Pero tiene algo de lógica.
¿Y a mí, en qué me beneficiaría ayudarte?
Te ayudaré en la clase de Física —abrí mi boca para responderle, pero antes de que pudiera decir algo, habló: Sé que no eres buena en eso, y no creo que te gustaría tener una materia reprobada.
Cerré el libro, me levanté y cogí mis cosas.
No te ayudaré —dije con simpleza.
Solo piénsalo —recargó su espalda en la silla; te conviene.
No lo haré —volví a decir.
¡Vamos! Eso te conviene a ti y a mí.
¿Ah sí? —pregunté. ¿Y por qué?
Tú me ayudas y yo te ayudo; yo no repruebo y tú no perjudicas tus buenas calificaciones, solo piénsalo.
Ryan se levantó y, sin decir nada más, fue hasta la mesa en la que se encontraba el resto de sus amigos.
“Tú me ayudas y yo te ayudo, solo piénsalo”. Esas palabras resonaban en mi cabeza.
¿Debería pensarlo?