—¿En qué piensas? Salí de mis pensamientos. Melanie se sentó en la silla que Ryan había usado anteriormente.
En… nada —le respondí.
Tomé asiento y esperé a que el timbre sonara; luego de que las clases continuaran, todos salieron corriendo hacia los salones; a pesar de que intentaban caminar, se empujaban unos a otros.
Al final, llegué al salón de clases, claro, tuve que ser empujada y caerme, pero llegué.
***
Estuve toda la tarde leyendo “Besos entre líneas”, luego me dispuse a hacer la tarea. Muchos pensarán que es un desperdicio, pero yo creo que es mejor hacer eso, que otras cosas.
Bajé a la sala, encontrándome con mis padres… adivinen qué hacían… Trabajar. Como siempre, el trabajo es primero.
Tomé un jugo y volví a subir a mi habitación. Me coloqué el pijama y me acosté; cerré mis ojos hasta caer profundamente dormida.
A veces los sueños son el único momento hermoso que podemos llegar a tener, pero en ocasiones las pesadillas interrumpen, convirtiendo ese bello momento en algo horrible… A veces, los
sueños se cumplen.
Me desperté sobresaltada y observé la hora: eran las tres de la mañana, me reincorporé y traté de volver a quedarme dormida.
***
La luz del sol comenzó a entrar por mi ventana; abrí mis ojos lentamente, me levanté, tomé un baño, me vestí y bajé al comedor.
Mis padres no estaban, eso no era una novedad, la mayor parte de mi vida han estado en viajes de negocios, así que se puede decir que gran parte de mi existencia he estado sola.
Caminé hacia la cocina, tomé un vaso con leche y volví a subir a mi habitación; me cambié por segunda ocasión… por alguna extraña razón me había gustado la coleta despeinada del día anterior, así que nuevamente me la hice, cogí la mochila, mi celular, el primer libro que tenía a mi alcance —era el libro de la tarde anterior, y mis gafas. Bajé y Luke me llevó al instituto.
Llegué y me senté en el césped, retomé la lectura y como de costumbre, cuando el timbre sonó, me coloqué mis gafas y corrí hacia el salón. Antes de entrar, sentí cómo alguien me jalaba del brazo y me estiraba para llevarme hasta el baño.
¡Oye! ¿Qué te pasa?
Keysi, deja de ser dramática por una vez en tu vida —pidió la pelinegra, mientras cerraba la puerta del baño.
¿Dramática…? ¡Yo no soy dramática! —exclamé. ¡Para! La clase ya comenzó —afirmé.
Eso es ser dramática —asintió.
¡Llegamos tarde!
La clase no importa, ¡esto sí es importante!
¿Qué puede ser más importante que la clase? —pregunté incrédula.
Odio admitirlo, pero en el fondo, disfrutaba la mayor parte de las clases, me gusta a prender.
Esto —hizo una pausa, mientras nos hacíamos a un lado; yo seguía sin entender a qué se refería con “esto”. Bueno, cualquier cosa —se encogió de hombros.
Respiré pesadamente y la miré, se miraba seria.
Tal vez sí es algo importante.
¿Qué pasa? —pregunté dándole mi completa atención. ¿Es muy importante lo que tienes que decirme?
Claro que sí, de lo contrario, no estaríamos aquí.
Te escucho, ¿qué es eso tan importante que me tienes que decir?
Melanie abrió su mochila y comenzó a buscar algo. Abrí un poco la puerta y observé hacia afuera; ya no pasaban alumnos, lo que quería decir que, en efecto, las clases ya habían empezado; Melanie sacó unos papeles y me los entregó, los observé y después la miré extrañada.
¿Qué es esto? —pregunté confundida.
Son unos dibujos que hice ayer, ¿te gustan?
Le entregué sus dibujos sin haberlos visto, y la volteé a mirar mal.
¡Las clases ya comenzaron! ¿Y tú, solo querías mostrarme eso? —asintió.
¿No pudiste esperar al receso? —negó.
¡Ya, vámonos! —negué con la cabeza, mientras caminamos hacia el salón.
Golpeamos levemente la puerta; el maestro abrió y su expresión no mostraba alegría, evidentemente.
La clase ya comenzó y no puedo hacer una excepción para dejarlas entrar —dijo inmediatamente sin dejarnos articular ninguna palabra.
El maestro cerró la puerta dejándonos afuera. Miré mal a Melanie y ella rio; nos mantuvimos afuera y luego de unos minutos, el maestro abrió la puerta indicándonos que podíamos pasar.
Al terminar la clase hablaremos, ¿entendido? —asentimos y nos sentamos en nuestros respectivos lugares.
La clase terminó y el maestro llamó nuestra atención para hablar con nosotras.
No pueden volver a llegar tarde, espero que sea la última vez —me miró con seriedad; la segunda y última vez, señorita Ford; la próxima vez tendré que dejarlas afuera y darles un reporte, ¿quedó claro?
Sí maestro —dijimos al unísono.
Bien, ahora necesito qué…
Maestro —dijo Melanie; no es por ser mal educada, pero tenemos examen de Artes y no podemos llegar tarde.
He ahí la consecuencia de llegar tarde —reprimió molesto.
Sí, sí, ya entendimos —dijo Melanie, saliendo del salón. El maestro me miró seriamente.
Necesito que hagas algo para que esto no te afecte, —asentí.
Claro, ¿qué necesita?
Tienes un gran promedio y eres muy dedicada, me sorprenden tus dos retrasos, pero dejaré eso de lado si accedes a ayudarme. Necesito que seas tutora de un alumno.
¿Tutora? ¿De quién?
Ryan Macleane.
Debe ser una maldita broma —pensé.
No lo haré, debe haber alguna otra forma de que esto no me afecte.
la razón por la que te dejé entrar a ti y a tu amiga fue porque él me recordó que son unas buenas alumnas, con un buen promedio.
¿Qué? Ahora resulta que, en pocas palabras, le debo un favor a ese popular insufriblemente arrogante.
Balbuceé un poco —aun así… no.
Eso haría que tu retardo no te afecte.
El maestro me llevó a la clase de Artes y le explicó los detalles de mi tardanza al otro maestro; me dejó presentar el exa-
men, terminé y salí. El timbre sonó y regresé por mi mochila; ya todos estaban entregando sus exámenes.
Keysi —dijo el maestro, mientras me disponía a salir nuevamente. No te vayas, necesito hablar contigo.
Aquí vamos… ya entendí que no debo volver a llegar tarde nunca más, así me la pasaré todo el día… ¡gracias Melanie! —dije dentro de mí. Bufé, todos salieron y me acerqué al maestro. Ryan también lo hizo.
Necesito que ayudes a tu compañero —miró a Ryan. Keysi, Ryan necesita pasar los exámenes o reprobará y tú eres una gran alumna, podrías ayudarlo, así que pensé que podrías ser una excelente tutora.
¿Qué? ¿Y en qué momento me piden mi opinión? —dije dentro de mí.
¡No! —miré a Ryan, tenía una gran sonrisa consigo. ¡No seré tu tutora!
Keysi —el maestro llamó mi atención.
Debe haber algo más que pueda hacer, no seré su tutora y punto.
***
Las clases terminaron y esperé a que la mayoría salieran.
Melanie disimulaba que un peluche hablaba y decía: “lo siento”.
¡Ya! —la miré. De acuerdo, lo siento —dijo ella. ¿Qué te parece si para arreglar esto vamos al cine? —la miré mal y volvió a utilizar el peluche y comenzó a hablar fingiendo que era el peluche que lo hacía: “¡por favor!” —la seguí mirando mal. “¡Por favor!” —negué. “¡Por favor!”, —rodé los ojos. No puedo volver al cine, ¿sabes por qué? ¿o te lo recuerdo?
De acuerdo —bufó, ya entendí —comenzó a mover al peluche. Lo siento, ¿me perdonas, por favor? —no respondí.
Mientras yo la miraba mal a ella y al peluche, Ryan pasó a mi lado.
Nos vemos en mi casa —sonrió; …tutora.
Estoy segura de que esto lo planeó él… Borraré esa sonrisa de su rostro.
No sé dónde vives —dije.
Todos saben dónde vivo —dijo, como si fuera lo más obvio del mundo.
Yo no soy todos, así que no iré a tu casa, tú irás a la mía. A ti te importa pasar los exámenes, así que te veo a las 6:00 p.m., si te interesa, averigua dónde vivo.
Está demasiado claro que no le importan los exámenes, algo trama, tal vez intenta hacerme una broma inolvidable y eso lo dejaría mejor con todos.
La marea terminó y caminé hacia la salida en donde se encontraba Luke, que se encargó de llevarme a casa.
Pasaron unas horas, había terminado ya la tarea y miraba “Un Paseo para Recordar”. El timbre de la casa sonó.
Lupe había ido con el chofer al súper y el jardinero solo tra-