14 de febrero: la fecha más horrible del año; el día donde debemos dar un obsequio, un gesto, o algo a nuestras personas amadas, nuestros mejores amigos, o si no, te lleva la soledad. No, era 10 de febrero, y ya se olía como el azufre directo a mi nariz, no quería, simplemente ese doloroso, horrible y nauseabundo día donde la falsedad, las promesas vacías, y los corazones temporalmente "enamorados", caían como miel directo a la trampa, ¿y para que si al final todo se esfumaría?, no lo sé, la estupidez humana es enorme cuando de sentir se trata
Eran las cuatro treinta, en unos minutos más me iría a casa, gracias a Dios; me estaba muriendo del cansancio, y solo deseaba tocar cama para no saber más nada de mi vida, apagar por un instante mi mente, y olvidar los dolores en mi espalda ocasionados por las incontables cantidad de veces que tuve que ir a planta de la farmacéutica, y luego a mi puesto; despachando ibuprofeno para las personas que al igual que yo, terminaban exhaustas después de una gran faena en caracas
— ¿vas a venir el 14 a trabajar Louis? - Indago alama: mi compañero desde hace dos años, un colega al cual le tenía una plena confianza, dado a que ambos vivíamos en el mismo edificio. Solo me negué, y para aprovechar que ya nos íbamos de salida le pregunte:
— ¿Nos vamos o tienes algo que hacer antes? — Como cada tarde luego de salir de la farmacéutica más concurrida en Chacao
—Vamos, pero, contesta mi pregunta, ¿vendrás a trabajar?, es que te quiero dar mi presente como día del am...— Le tape la boca para que no terminara la frase, el simple hecho de oír, "amor" me quemaba por dentro; increíble ¿no?, un hombre de 30, odia al amor desde hace tres años atrás, ¿hilarante?, no lo creo, ¿interesante?, tal vez...
—No quiero hablar de ello, no lo creo, recibiré tu presente el 15 como cada año, igual te daré uno también ese día— Confirme mientras pasábamos por las calles llenas, con autos esperando a que diese verde en el semáforo, personas saliendo de sus trabajos, y un cielo tornándose a un naranja muy tenue, como cada día; era lo mismo para mi
—Bien, entonces vámonos, ¿Iras a tu lugar feliz ese día?
—Lo más seguro, no lo sé— Dije con algo de fastidio, solo no quería pensar más en ese día, era mi odisea cada año, y como cada año, días anteriores me empezaba a fastidiar todo
—Está bien, entonces vamos, que la camioneta nos espera—
Y así sin más, seguimos caminando, hasta tomar la camioneta, que nos llevaba rumbo a Baruta, que con un suspiro, ya estábamos en la cola, mientras contábamos cosas del trabajo, así sin más, un día más de Jornada acabo para mí...