You Give Me Somenthing

Dia Dos: Gabriel...

Las siete treinta de la mañana, el olor a café se esparcía de manera tenue en mi lugar de trabajo, alcohol, y aire acondicionaba aún más el ambiente donde laboraba, todos en su puesto, las chicas se encontraban en sus respectivas cajas de pago, y yo recibiendo clientes quienes me pedían distintos tipos de medicaciones para todo tipo de enfermedades, o condiciones; el día de hoy era nublado, mis grandes expectativas de no recordar ese día no se esparcían en mi mente como arena, sino que más bien se tornaba más intensa y constante como un rio mental, el día de San Valentín era el peor castigo que pudo haber existido en mi vida

 ¿Buenos días señor Louis?, es mi turno— Dijo un chico, llamando mi atención, sacándome de mis pensamientos

Sus ojos parecían un poema, su expresión un dilema, intentaba tal vez ver si de verdad había captado mi atención así que solo le respondí: —Si, ¿Qué desea joven?

Usted tampoco es que esta viejo, así que... solo vine por Ibuprofeno por favor— Contesto mientras revisaba en su bolso algo, y así metió el micrófono que poseía en la mano— Solo eso

Claro, son cinco bolívares, necesito su cedula y que se acerque a la cola de por haya— Señale a la fila que se encontraba en el pasillo del fondo, el chico solo asintió y antes de irse lanzo un pequeño guiño, yo solo blanquee los ojos y le deje sus datos y el medicamento a mi compañera en la caja, después de eso seguí mi jornada

Las horas habían pasado, casi acababa mi jornada de hoy, el día de mañana tenia libre por lo que solo agradecí al santísimo por ello, tome mi bolso, y después de media hora, salí con Alama, tomamos el autobús y eso fue todo. Al llegar a mi departamento toque cama, mientras que en mi mente solo sonaba un nombre el cual no podía identificar

Gabriel...- Entre comente al aire antes de cerrar por completo mis ojos, lo cual no fue muy placentero, pues empezó a sonar una alarma la cual era de mi móvil, con los ojos adormilados tome mi celular y apague aquel placido descanso que estaba teniendo, para así irme directo a la cocina, y prepararme algo de cenar, las once treinta de la noche marcaba el reloj, la música era la compañía para poder despertarme por completo y comenzar a hacer mi avena con coco, que como cada noche, sentía que debía subirle más a volúmen mientras cantaba con emoción...

 




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