La soledad y el silencio dentro de la casa me abrume, toda la propiedad está sumergida en ella tanto que eso me hacía desesperar. Y no ayudaba el hecho que nuevamente cenaba sola sin su compañía, aún cuando en varias ocasiones él se sentaba a mi lado y comíamos, hablábamos de nuestro día y de lo que haríamos mañana pero ya no es así.
Una de las chicas de la servidumbre viene a retirar lo que utilice y los que mi marido no probó, me disculpo con ellas por hacerlas ensuciar trastes de más y desperdiciar comida. Ruedo la silla y subo a la habitación que supuestamente comparto con él, ya ni a dormir conmigo vuelve, solo pasa sus mañanas, sus tardes y noches en su estudio escribiendo.
Descanso mi cabeza contra el vidrio de mi ventana y observo el interminable jardín verdoso que decora las afueras de la que es ahora mi casa, unas gotas se hacen presente y los truenos igual, al parecer era día de lluvia.
¿En qué momento mi matrimonio se convirtió en esto?
¿En qué momento perdí a mi esposo?
Cuando nos casamos todo era color de rosas, fue tal y como él lo había prometido, inclusive nuestra intimidad era una de las mejores pero conforme pasaban los meses él se iba alejando y nunca le dije algo, ya no me miraba como antes lo hacía, ya no me besaba y mucho menos abrazaba, ya no dormimos juntos y mucho menos hablamos. Él se refugia en las paredes de su estudio y no sale hasta que yo duermo, en las mañanas se levanta más temprano y se va sin despedirse de mi.
Dolía mucho saber que ya no le importo ni un poco, que solo me ve como una compañera más con la cual debe vivir hasta que nos divorciamos, la sola idea de Kai pidiéndome el divorcio rompe mi corazón ya que no quería dejarlo, lo amo mucho y no imagino mi vida sin él.
De repente la puerta de la habitación es abierta y él ingresa, venía con esos trajes que siempre suele utilizar y que lo hacen ver demasiado atractivo, su cabello castaño estaba desordenado, había una ligera barba de dos días rodeando su boca, sus ojos color bronce caen sobre mi.
—¿Te encuentras bien? —. Fue su pregunta cuando ocupa un puesto delante de mi.
Mi cuerpo enteró se estremeció, llevaba más de un día sin verlo y que de repente aparezca me desconcierta.
—Más que bien. —. Logré articular, él toma mi mano de improviso y observa el anillo de compromiso y matrimonio rodear mi dedo anular.
—Me comentó una de las chicas que estabas esperando por mi para cenar.
—Pero tarde me avisaron que no vendrías. —. O mejor dicho su asistente, Luna, ella fue la que me avisó horas después que mi marido no vendría temprano a casa.
Kai hace poco menos de dos meses contrató a una chica como su asistente para que le ayude en sus cosas, como cuando debe viajar y necesita de ayuda para transportar su maleta y maletín, ahí sale a relucir Luna.
—Le dije en la mañana que te avisara pero veo que lo olvidó. —. Él a todas las faltas que comete Luna las deja pasar, como si no le importe cuanto pueda afectarnos como pareja.
—Kai, debió informarme antes y así evitar este malestar.
Me hice pequeña cuando él ruidosamente aspiró, me barrió con la mirada y volteo su cabeza hacia el jardín y fugazmente en sus labios aparece una sonrisa pequeña.
—Recuerdo que en nuestros primeros días de matrimonio te encantaba ir conmigo a la editorial y luego, después de un día agotador ir al jardín a llevar sol. —. Sollocé cuando recordó nuestros buenos momentos, aquellos que no volverán.
—Kai… —. Y cuando quise agarrar su mano él la apartó, humillada la escondo en mi vestido y reprimo mi llanto.
—Descansa Aurora. —. Y como si fuera un perro al cual debe darle migajas de amor acaricia mi cabello y sale de nuestra habitación.
«¡Conoció a alguien más, alguien más nos está robando el amor de Kai.
¿Será Luna? Ella es tan joven y linda con él, no me sorprendería si un día él regresa a casa con ella entrelazada del brazo y con los papeles del divorcio bajo el brazo.»
Evito pensar en ello pero mi mente me juega mal, termino imaginando posibles escenarios dónde Kai me pide el divorcio y paso frente a mi con sus amantes mientras yo me derrumbo.
Prontamente amanece y con ello el inicio de mi aburrida rutina, en un día dónde Kai no me acompaña.
El desayuno lo tomé en el balcón de mi habitación sola, me duche y preparé para salir con Isabela, a eso de las nueve ya el chófer tenía mi auto preparado. Kai insiste en que lleve al chófer siempre conmigo pero no me gusta, siento que escucha todo lo que hablo con mi hermana o mamá, me incomoda que le cuente a mi marido lo que mamá e Isabela piensan de él, aunque creo que se hace una idea…
La primera en estar en contra de mi apresurado matrimonio fue mi mamá y recuerdo bien sus palabras y hasta ahora me arrepiento de algún modo no obedecerle.
“¿Aurora, estás segura que quieres contraer matrimonio así? Piensa bien antes de atarte toda la vida”
Tristemente la Aurora de hace un año se sentía en la cúspide de aquel enamoramiento, sentía que estando con Kai sería feliz y libre… Ilusa que soy y seré siempre.
—¿Por qué usas gafas de sol oscuras? —. La voz preocupada de mi hermana mayor hace acto de presencia.
—¿De que hablas? Siempre los uso. —. Encendí nuevamente mi coche para ponerlo en marcha hacia el centro comercial, quería comprar un obsequio para la cuñada de Kai, iremos a la revelación del sexo de su nuevo bebé.
Mariana la cuñada de Kai y la esposa del hermano menor de Kai harían una fiesta de revelación del sexo del nuevo integrante de la familia, Kai me pidió que fuera con él pero que antes fuera al centro comercial a comprarle un obsequio. Los dos estábamos del lado que apuesta a que él primer nieto de la mamá de Kai será una niña, por lo tanto, el regalo que compraría será un vestidito de bebé precioso en colores rosados con lila, era hermoso y lo acompañaría con unos calcetines especiales para recién nacidos del mismo color o quizás en un color crema. No sé, por esa razón traje a Isabela ya que al haber tenido a su primer bebé debe saber más.
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Editado: 26.03.2024