You Just Tolerate It.

02: Si no me amas dímelo.

—¡¿De verdad crees que no iré a aniquilar a Kai?! ¡En serio, Aurora! Quiero matarlo, golpearlo y… —. Las palabrotas de mi hermana mayor fue interrumpida por la de su novio.


—Isabela, por favor comprende a Aurora, ve como está. —. Estaba en el sofá con una manta cubriendo mis piernas, abrazando a una almohada mientras que me pregunto que hice mal durante este tiempo, que me faltó darle que lo encontró en ella.


—Hermana, perdón. —. Isabela cambia su ánimo por uno más comprensivo, me rodea los hombros con su brazob abrazándome a su cuerpo.— Puedes quedarte en mi casa si no deseas ir a dónde Kai.


Le enfadara que yo no llegue a casa pero como también se que no aparecerá en ningún momento, decido quedarme.


Isabela dormía en su habitación con su novio, mi sobrina en su alcoba de niña pequeña, y yo en la habitación de huéspedes junto a la ventana llorando todo lo que he reprimido durante este tiempo. Me abrazo a mi misma en la oscuridad, sintiendo ese profundo dolor en mi pecho quemarme, me dolía mi corazón y mi vida, en este momento me dolía amarlo de la forma en la que lo hago ya que él no lo hace con la misma intensidad. Kai me ama cuando le conviene, me ama cuando sabe que está perdiéndome, la mayor parte del tiempo soy solo un adorno más en su casa.


He querido ser la mejor esposa para él, aquella que apoye cada proyecto aunque desatienda los míos propios, lo he convertido en mi todo, en mi vida, en mi templo y cielo ¿y que gano a cambio? Me está engañando con una mujer más hermosa que yo, inclusive mejor de lo que yo soy.


Él sabe que me tiene atada y que por nada del mundo dejaría nuestra vida de lado, sabe que soy capaz de soportar todo desplante y desamor por no abandonarlo, sabe que lo amo hasta el punto dónde me pierda a mi misma por no perderlo a él. Sabe que tan importante es para mí como para sentirse seguro.


Pero ¿Qué pasaría si de un momento a otro yo decido tirar a la basura todo lo que hemos construido?


Era simple, ya me tiene un reemplazo y se que le pesará poco perderme.


El móvil vuelve a vibrar sobre la mesa de noche, me aparto de la ventana para revisar desde la barra de notificaciones.


Aurora, ¿En dónde estás? ¿Por qué no te encontré en casa cuando llegué?”


Justo cuando sabe que puede perderme es cuando me busca, cuando me necesita. Pero ¿Dónde está él cuando yo lo necesito? ¿Dónde se encuentra mi esposo durante mis noches de tristeza e insomnio? Fácilmente con su amante.


Decido ignorar sus mensajes y recostarme sobre la cama para tratar de dormir un poco, aunque siendo honesta sería imposible que con este dolor pueda conciliar sueño alguno. En posición fetal me recuesto, sollozo en la oscuridad mientras veo la puerta.


Luna era joven y linda, inteligente y está mucho más preparada que yo. Lógico que Kai se haya fijado en ella.


El móvil vuelve a sonar pero está vez no atiendo las llamadas y mucho menos los mensajes, de seguro se encuentra desesperado porque su perrito faldero no está en casa esperando por sus migajas de amor.


¡Aurora, lo amamos!


¿Qué tanto debería pisar mi dignidad Kai para que pueda dejar de amarlo? ¿Qué tanto debo humillarme para aprender que él no me ama y que jamás lo hará?


De repente desde las afueras de la casa se escucha mucho ruido, perros ladrando desesperados y un claxon irritante.
Salgo de la habitación justo cuando Isabela también lo hace, nos miramos confundidas y juntas optamos por bajar para ver qué ocurre.


Mi hermana abre la puerta principal de la casa y ambas vemos a Kai enojado recostado sobre la puerta del copiloto viendo en dirección a la casa con su ceño fruncido. Al verme se acerca en grandes zancadas, me escondo como una niña pequeña detrás de Isabela.


—Detente ahí, Kai. —. Isabela me protege cuando estamos a centímetros.


—Es mi esposa, Isabela, no te metas donde nadie te está llamando. —. Dice presionando sus dientes molesto.


—Y es mi hermana menor también, si la tengo que cuidar de ti que eres su esposo pues lo haré, idiota.


Fue una batalla que tenían Isabela y Kai, dónde no sabía quién ganaría. Ambos se odian a morir, y se que mi hermana lo hace el doble al contarle de la supuesta infidelidad de mi esposo.


—Aurora a casa ya. —. Mi cuerpo se estremeció ante su orden, cuando quise ir a su lado Isabela me detuvo.


—Aurora no irá a ningún lado y menos contigo, troglodita. Ella se queda en mi casa. —. Isabela sujeta su agarre en mi muñeca.


—Mira, mono, ella es mi mujer y como tal debe estar conmigo en nuestra casa.


—¿Si? ¿Seguro, Kai? —. Suelta Isabela con sarcasmo e ironía.— Debiste haberlo pensado mejor antes de engañarla.


Kai extrañado observa a mi hermana, como si no supiera de que habla.


—¿De que hablas? —. Mi hermana bufa decepcionada.


—Aparte de infiel eres un sordo. Fíjate, tipejo bien vestido, mi hermana no se irá contigo. —. La amenaza de Isabela fue firme.


—Cállate y que sea Aurora quien decida. —. Kai desvió su mirada color bronce con motes verdes a mí y de inmediato me hice pequeña.


Era la reacción que siempre tenía cuando él estaba delante de mi; hacerme aún más pequeña.


—¿Te quedas y nos olvidas, o te vas conmigo a resolver lo que supuestamente hice? —. Propuso.


Prontamente me encuentro abandonando la casa de mi hermana llorando en silencio mientras que a mi lado Kai no para de recriminar el mal comportamiento que tuve está noche y de lo decepcionado que está de mi.


El resto del camino a su casa fue entre quejas, y más quejas, él suele regañarme como si fuera mi papá o como si tuviera derechos sobre mi. Y no es así, es mi esposo no mi padre, soy su esposa no su hija.


—¿Me dirás que fue lo que quiso decir la tonta de Isabela? —. Me avienta no con brusquedad sobre el sofá que hay en nuestra habitación.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.