Esa tarde de Sábado, todos habían ido al río a pescar. Esta vez Taima y Yahto decidieron no acompañarlos pues tendrían cosas que hacer de su lado del río.
Charlize se había sentado junto a Daniel mientras que Owen llegó después acompañado por Mary. La hija de los Berry, los dueños del almacén del pueblo. Una niña con belleza natural pero su enorme orgullo la volvían horrenda. Por ello Charlize no entendía por qué a los chicos les parecería bonita con esa actitud que era peor a la suya. Irrespetuosa y presumida.
Owen tenía algunos días hablando con ella en la escuela. Solía caminar a su lado en el receso y hasta le había llevado en su caballo un par de veces para dar un paseo.
Lo peor de todo era que a ella le irritaba enormemente verlos juntos. La forma en que él le miraba le causaba náuseas. Quería que su amigo abriera los ojos y viera el verdadero monstruo que era esa chica de cabellos rubios y sombreros caros.
Pero no había forma de separarlos. Llevaban casi dos semanas de estar mirándose como bobos y de hacer todo lo que pudieran juntos. Como hoy. El día de pesca era para los seis de siempre. Pero los hermanos Tah no llegaron, Ellen decía tener que estudiar para el examen de admisión de su colegio y Owen llevó a esa chica.
—¿Charli? ¿Me estás oyendo?
—¿Eh? ¿Qué?
—Hoy estás más distraída que de costumbre.
—No. Es solo qué, mírala. Es una inútil. No sabe hacer nada y le dan asco las lombrices.
—Ah sí — dijo él mirando a la parejita que estaba sentada a unos metros de ellos —. Ya les pasará. No creo que a Owen le dure mucho el interés.
—Pero ya llevan casi dos semanas. Eso es demasiado.
—¿Y qué? — respondió encogiéndose de hombros.
—¿Y qué? Hay que hacer algo.
—¿Para qué? Él así está bien.
—Esa tonta no es la mejor compañía para él.
—¿Y tú sí? — inquirió mirándola de forma extraña.
—¿Qué? No. No seas tonto. Quiero decir que ella solo lo aleja de nosotros. Ahora quiere llevarla a donde sea que queramos ir o hacer. Y así ya no es divertido.
—Solo ignórala.
—No es tan fácil hacerlo escuchando sus molestas risitas.
—Estas comportándose muy extraño Charli — dijo en un tono de voz diferente. Casi irritado.
Daniel movió su caña de pescar hecha a mano que no era más que una rama e hilo y siguió mirando el río correr.
Pero Charlize no podía dejar de pensar que las cosas estarían mejor si esa chica desaparecía de la vida de Owen. No era la mejor para él. Además, ellos y ella siempre estaban juntos. Y desde que ella llegó a invadir el grupo, Owen ya no le ponía atención como antes. Era como si ya no le importara. No iba a permitir que esa niña malvada apartara a su amigo de su lado.
Lo más irritante era que a Daniel parecía no impórtale que su hermano pasara demasiado tiempo con ella. Ahora Owen hasta se preocupaba por no ensuciarse tanto y se ponía el sombrero negro, el que guardaba para los días de feria y rodeos. Las cosas estaban mal. Muy mal.
Al ver una pequeña rana a su lado sonrió.
—Sostenla — pidió a Daniel quien se veía muy aburrido.
—¿Qué haces?
—Ya verás — dijo sonriendo.
Cogió la rana con cuidado y, asegurándose de que aquellos dos no le miraran, lanzó al pequeño anfibio a los pies de Mary. El agua la salpicó y ella gritó asustada. Luego, la rana dio dos zancadas y se quedó sobre el vestido de blanco de la chica.
Mary comenzó a gritar histérica y a patalear como una niña pequeña. Owen permanecía congelado a su lado sin saber que hacer hasta que ella se levantó y echó a correr gritando que odiaba pescar.
Charlize no podía evitar reírse a carcajadas. Se doblaba sujetando su estómago y cubriendo con una mano su boca. Pero eso no evitaba que las risas sonaran en todo el bosque.
Entonces, Owen le miró confuso hasta entender qué había ocurrido. Al comprenderlo le miró con el ceño fruncido. Tomó su sombrero y salió corriendo detrás de su acompañante.
Daniel le veía reír sin parar y con las mejías rojas hasta llegar a toser por las carcajadas.
—No me mires así. Admite que ha sido divertido.
—No lo sé Charlie. Pero Owen no lo vio como una broma.
—Ay. Solo fue un juego. Que culpa tengo yo que a esa descerebrada le dé miedo y asco todo. Es una inútil y Owen debería ver eso. No sé por qué le gusta tanto.
—Y yo no sé por qué tú insistes en separarlos — dijo molesto.