You Said Forever

Capítulo 19: El último límite

La exhibición de arte estaba colmada de rostros conocidos. Rowan caminaba entre las piezas con la elegancia natural que siempre ostentaba en los eventos públicos.
Mirah, a su lado, lo observaba con orgullo, aunque con una sombra de alerta permanente. Todo el mundo parecía mirar a Rowan. Siempre lo hacían.

En una de las salas, mientras Rowan se quedó embelesado discutiendo la técnica de un cuadro con un conocido crítico, Mirah se retiró unos pasos, buscando una copa de vino. Fue entonces que Adler apareció a su lado, como un espectro que siempre llegaba cuando no debía.

—¿No te parece curioso? —dijo Adler, con una sonrisa afilada—. Rowan tiene ese brillo en los ojos cuando alguien realmente lo impresiona.

Mirah frunció el ceño, sin necesidad de preguntar a quién se refería.

—Míralo, Mirah.
Adler señaló discretamente con la copa. Rowan estaba con un hombre alto, atractivo, de conversación fluida. El tipo reía con Rowan, y Rowan sonreía... demasiado.

—Dicen que ese hombre es un gran coleccionista. Y soltero, por supuesto. Con un linaje igual o incluso mejor que el de Rowan. ¿Sabías que hablaban de amor? Bueno, al menos es lo que parece.
La mirada de Adler se ensanchó con malicia.
—Si yo fuera tú, no bajaría la guardia. Rowan puede deshacerse de ti en cualquier momento y tomar a alguien que realmente esté a su nivel.

Las palabras cayeron como veneno en el oído de Mirah.
Podía reemplazarlo. Podía eliminarlo.
Las frases de Adler se mezclaban con aquel recuerdo reciente: “Yo puedo echarte, y buscarme alguien más”, como Rowan le había dicho en aquella discusión.

No lo soportó.

Sin pensarlo, Mirah cruzó la sala, los pasos rápidos y pesados, hasta que llegó al lado de Rowan y el coleccionista. Sin mediar palabra, sin preguntar, sin dudar, le dio un puñetazo directo al rostro del hombre. El impacto fue tan sorpresivo que el sujeto cayó sobre una banca cercana, sujetándose el rostro en shock.

La sala enmudeció. Los cuchicheos comenzaron casi al instante. Rowan dio un paso atrás, incrédulo.

—¿Qué demonios haces? —escupió con desprecio.

Mirah respiraba agitado, la rabia desbordada, los ojos desorbitados. No dijo nada, solo clavaba la mirada en su “rival”.

Rowan lo miró con una mezcla de asco y humillación. Ni siquiera se molestó en quedarse a arreglar la escena. Simplemente se giró y se marchó entre las miradas de la élite que cuchicheaba con deleite ante el espectáculo.

Mirah fue tras él, rogando en voz baja, desesperado por alcanzarlo. Cuando llegaron a la mansión, Rowan se giró al fin, el rostro serio, el tono más frío que nunca:

—Este es el último ultimátum, Mirah. ¿Me oyes? Una escena más, un solo acto patético más y te echaré de mi vida sin pensarlo. Buscaré a alguien más. Alguien que esté a mi altura. Porque tú... estás haciendo el ridículo.
Rowan respiraba agitado de rabia contenida.
—¿Qué rayos te pasa? ¿Acaso no eres consciente de con quién estás? No puedes hacer el papel de un maldito lunático frente a todos. Me estás humillando. ¡Humillando a mí!

Mirah se quedó sin aliento. Todo en su cabeza era un torbellino. Quiso acercarse, besarle las manos, la boca, su cuello. Lo había hecho antes. El sexo siempre lo calmaba todo.

—Rowan, por favor... —susurró, besando sus labios con urgencia—. No me eches. Te lo suplico.

Pero Rowan lo apartó con un empujón seco.
—No quiero ni verte cerca esta noche. No quiero tocarte. No me provoques más asco.

Sin más, Rowan se giró y se fue al ala opuesta de la mansión.
Mirah se quedó solo en la habitación, en medio del silencio, con la vergüenza ardiendo en su rostro y las lágrimas que empezaban a resbalar.

En su mente, la frase de Adler reverberaba una y otra vez:
“Rowan puede deshacerse de ti y buscar a alguien a su altura”.

Y el miedo se hizo carne.
Un miedo que por primera vez ni siquiera el sexo podría disipar.



#423 en Joven Adulto

En el texto hay: obsesion, alfa, omega

Editado: 20.07.2025

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