You Said Forever

Capítulo 22: El Error imperdonable

Desde que su hermana había regresado, Rowan no cabía en sí de alegría.
Habían pasado cinco años sin verla, y aunque se mantenían en contacto, nada se comparaba con tenerla al frente, riendo, compartiendo recuerdos de infancia, contándole todo lo que había hecho en el extranjero.

—Estoy tan feliz de verte, Rowan —dijo Dalia con una sonrisa cálida—. Pero estoy más feliz porque...
—¿Porque qué? —preguntó Rowan, curioso.
—¡Porque te casa! Y claro, quiero conocer a tu pareja. Espero que Mirah me ame tanto como tú dices que te ama.

Rowan soltó una carcajada ligera.
—Estoy seguro que te va a caer bien.

—Oh, no solo eso —interrumpió un primo de la familia que estaba cerca—. Mirah no solo lo ama, está obsesionado con Rowan. No puede vivir sin él.

Dalia abrió los ojos, divertida y emocionada.
—¡¿En serio?! Oh por favor, ya quiero conocerlo. Me muero de ganas de ver cómo es alguien que está tan perdido por ti.

Rowan sonrió con orgullo.
—Pronto lo harás. Estoy organizando una cena para que todos se conozcan. Mirah merece un recibimiento oficial.

Dalia aplaudió encantada.
—¡Perfecto! Y quiero todas las historias. Me tienes que contar absolutamente todo.

Así pasaron la tarde, entre anécdotas de Dalia, aventuras de otros familiares, y risas compartidas en el salón privado del hotel. El ambiente era cálido y animado.

Hasta que llego el dia del evento

Entonces uno de los organizadores del evento se acercó a Rowan discretamente.
—Disculpe, señor, necesito que venga un momento. Hay algo que debe revisar.

—Está bien, regreso en un segundo —avisó Rowan mientras se levantaba.

Justo cuando salió del salón...
Mirah apareció en la entrada
Al ver a la mujer sola, a Dalia, la hermana de Rowan, Mirah no dudó: se abalanzó lleno de rabia y celos. No le dio oportunidad a hablar ni explicarse, y la bofetada resonó en la habitación silenciosa.

Fue en ese instante que Rowan regresó y la escena se presentó frente a sus ojos.

—¡MIRAH! —bramó su voz profunda y cargada de furia.

Mirah se quedó congelado, su respiración agitada, con la mano aún temblorosa.

—No es lo que parece... ¡yo pensaba que...! —intentó decir, desesperado.

Pero Rowan se acercó con pasos pesados, los ojos encendidos de ira.
—¿¡Tú pensabas qué, Mirah!? —gritó—. ¡¿Que era mi amante?! ¡Es mi hermana! ¡Es Dalia, por dios!

Mirah se quedó pálido, paralizado, incapaz de decir una sola palabra más.
Sus ojos comenzaron a llenarse de lágrimas mientras el miedo lo devoraba por dentro.
Recordó el ultimátum. Una sola escena más y todo se acaba.
¿Acababa de arruinarlo todo...?

Rowan lo miraba como si fuera un extraño, como si ya no quedara nada de cariño en su mirada.

—Vete a casa —ordenó con frialdad, la mandíbula tensa—. Ahora.
—R-Rowan, por favor...

—No. No quiero verte ahora mismo —dijo firme, la voz baja pero dura como una sentencia—. Después iré... y hablaremos.

Mirah se echó a llorar, negando con la cabeza, pero Rowan solo alzó la mano, cortante.

—Tú sabes de qué hablaremos.

Cada palabra fue un golpe seco en el pecho de Mirah.
No necesitaba explicaciones. Sabía exactamente a qué se refería. Sabía lo que había desencadenado. Y ese "tú sabes de qué hablaremos" le retumbaba en la cabeza.

—Vete —repitió Rowan, esta vez con una voz tan fea, tan desconocida, que Mirah solo pudo asentir, derrotado, y salir tambaleando, entre lágrimas.

Cada paso lejos de Rowan le pesaba más que el anterior, porque lo único que sentía era que esa había sido la última vez que lo vería.



#423 en Joven Adulto

En el texto hay: obsesion, alfa, omega

Editado: 20.07.2025

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.