You Said Forever

Capítulo 26: El precio del perdón

Mirah despertó agitado.
Sus manos tantearon el espacio a su lado, buscando el calor de Rowan, pero la cama estaba fría y vacía.

—¿Rowan? —susurró con un hilo de voz.

No obtuvo respuesta. Se incorporó rápidamente, mirando alrededor de la habitación.
Rowan no estaba.

Se levantó casi tropezando con las sábanas, caminando por la casa mientras el miedo comenzaba a estrangular su pecho.
—¿Rowan...? —llamó más fuerte—. ¿Dónde estás...?

Recorrió cada rincón sin encontrarlo, hasta que, cuando la desesperación casi lo doblega, escuchó su voz tras él:

—¿A quién buscas con tanta desesperación?

Mirah se giró con rapidez, y al verlo, corrió directo a sus brazos, abrazándolo y besando su cuello con ansiedad.

Pero Rowan lo apartó con firmeza.

—Antes de nada, tenemos que hablar —dijo con seriedad.

Mirah, confundido y herido por el rechazo, dudó... pero al final asintió en silencio.
Lo siguió hasta la oficina, con el corazón en la garganta.

Rowan se sentó en su sillón, mirándolo desde arriba, mientras que Mirah permanecía de pie, nervioso.

—Tú sabes que mereces un castigo por lo que hiciste ayer, ¿verdad? —preguntó Rowan con frialdad.

Mirah bajó la mirada, temblando.

—P-pero... pero pensé que ya estábamos bien... ayer... tú... nosotros... —balbuceó.

Rowan sonrió sin alegría.

—¿Creíste que el hecho de acostarnos significaba que estábamos bien? —preguntó con sorna—. Te aclaro algo: solo tenía ganas. Eso fue todo. Ya me las quité.

Mirah sintió que su mundo se desmoronaba.
Así que solo había sido deseo... no amor.
Se cubrió la boca, tratando de contener las lágrimas, pero la voz le salió rota.

—¿Cuál será... mi castigo...? —preguntó entre sollozos—. Haré lo que sea... me disculparé... cualquier cosa...

Rowan lo observó en silencio un instante antes de decir:

—Ya lo he pensado bien. La boda está cancelada.

Las piernas de Mirah cedieron, cayendo de rodillas mientras lloraba con desesperación.

—¡No! ¡No, por favor! ¡No la canceles! ¡Te lo ruego! —se arrastró hasta las piernas de Rowan, abrazándolas con fuerza—. ¡Te amo, Rowan! ¡No me dejes...!

Rowan lo miraba sin emoción, hasta que sonrió ligeramente y se inclinó a su altura.

—Y otra cosa —susurró cerca de su oído—. Dame el anillo.

Mirah retrocedió aterrado, sacudiendo la cabeza.

—¡No! ¡No puedo! ¡Tú me lo diste! ¡Es mío! ¡Es un regalo...!

La sonrisa de Rowan se curvó levemente, pero sus ojos seguían fríos.

—Está bien. Entonces todo se acabó —dijo firme—. Recoge tus cosas. Quiero que lo hagas rápido... así puedo traer a otra persona.

Mirah enloqueció al escucharlo.

—¿¡Tienes a alguien más!? —gritó fuera de sí—. ¡Dime quién es! ¡¡La mataré!! ¡¡No permitiré que nadie más te toque!!

Pero Rowan solo lo miró impasible.

—No importa. Al final, tú y yo terminamos aquí.

Mirah lloraba sin poder respirar.

—¡Perdóname! ¡No me dejes, por favor! ¡Te amo, te amo, te amo...!

Rowan inclinó la cabeza.

—Está bien —dijo en voz baja—. Si me das el anillo... seguiremos juntos.

Mirah alzó la mirada, con miedo, y lentamente, con manos temblorosas, sacó el anillo de su dedo.
Las lágrimas resbalaban por su cara mientras lo colocaba en la palma de Rowan.

—¿Algún día... podré tenerlo de vuelta...? —preguntó con un hilo de esperanza.

Rowan lo miró y esbozó una sonrisa triste.

—No lo creo.

Y el peso de esa respuesta terminó de romper a Mirah por dentro.



#423 en Joven Adulto

En el texto hay: obsesion, alfa, omega

Editado: 20.07.2025

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