Your face

Capítulo 8

Esto es una mierda. Una mierda total. Y lo peor de todo: inevitable.

Llegué cinco minutos tarde a la clase, MJ ya había salido de su casa, así que no tuve más opción que llegar sola al colegio. Hoy es jueves, jueves de Edward. Y claro que ya había asignado un trabajo, en equipos. Siempre éramos MJ, Angie y yo, pero hoy el profesor sí tuvo ganas de castigarme por llegar tarde, así que no me permitió autoagregarme al grupo de mis amigas. Dijo que las dos personas que llegaron tarde debían trabajar juntas porque “Ya todos tienen un equipo y el orden quedó establecido de esa manera; llegaron a la hora que deben llegar, así que tienen el beneficio de escoger a sus compañeros de trabajo. No es su caso, señorita Nunca a la hora que es."

“Nunca a la hora que es." Al menos me hubiera insultado con un buen apodo.

—¿Vas a trabajar o no? —pregunté por enésima vez al niño de cinco años que tenía por compañero. Él alzó la vista, frunciendo sus pobladas cejas como si le acabara de pedir que matara a alguien.

—No veo que tú estés trabajando —escupió.

Vaya. Alguien más estaba de malas.

—Bueno, decidimos que tú harías la primera parte y luego yo lo demás —le expliqué. De nuevo. Por enésima vez.

—No decidimos nada. Tú leíste los problemas y te quedaste con la hoja como si estuvieses trabajando sola —reclamó— Pues adelante, Nomo-Güel. Resuelve tú los ejercicios.

Nomo-Güel. Ese es nuevo.

Respiré profundo, recordando las enseñanzas de mi tío el testigo de Jehová. “Debes ser tolerante con el prójimo, porque...

—Todos somos hijos de Jehová Dios.”

Kristopher volteó los ojos. Y yo tuve que tomar otra profunda respiración.

—Mira, hay que poner de nuestra parte para que esto... —enfaticé el “esto” señalando la hoja que tenía en la mano y a nosotros dos al mismo tiempo— funcione. Yo estoy dando todo de mí para que así sea, pero tú ni siquiera estás escuchando lo que te digo.

—¿Y qué estás diciéndome? —interrogó, malhumorado y todo pero, por primera vez en los cincuenta y cinco minutos que llevamos acá sentados, sentí que estaba escuchando.

Aleluya.

—Digo que no nos compliquemos —empecé a hablar, entusiasmada por el pequeño pasito dado—Tú haces la primera parte del taller y yo haré lo demás, ¿no te parece perfecto?

Más vale que sí. El trabajo constaba de tres partes, cuatro contando la conclusión final. Él solo tendría que hacer la primera y yo me encargaría de las otras. Se supone que la conclusión final —al igual que todo el trabajo— deben hacerla en conjunto todos los miembros del equipo, pero para eso habría que reunirnos fuera de la escuela y pasar semanas juntos. Así que no. Mejor cada quien se lleva su parte a su casita y la trae resuelta para la fecha límite. Limitaríamos el contacto todo lo posible y todos felices.

—Me parece injusto, más bien —soltó él de repente.

¿Qué?

—¿Cómo? —grazné, incrédula. Estaba segura de que aceptaría el trato, lo beneficiaba a él por completo. ¿Qué más ventaja quería?— Entonces... ¿la mitad de la primera parte? —le propuse.

—¿Qué dices? Sabes lo que significa trabajo en equipo, ¿no?

—No entiendo. Te estoy poniendo todo fácil. Puedes relajarte mientras yo hago lo demás y...

—¿Estás dispuesta a hacer prácticamente todo el trabajo tú sola?

Estoy dispuesta a todo con tal de no pasar tiempo contigo.

—Sí —respondí tajante. Ya era demasiado tener que aguantármelo en la escuela, ¿ahora también tendría que verlo y hablar con él fuera de esta? Me niego. No quiero. No y no.

Sacudió la cabeza, una chispa burlona en su mirada, como si mi testarudez fuera un espectáculo tan absurdo como fascinante para él. Luego soltó, con la sonrisa más malévola que vi en mi vida:

—Qué lástima entonces.

—¿Disculpa? —mi voz salió apenas como un chirrido bajo, perdido entre el sonido del timbre. La clase había terminado.

—No acepto. Cada letra, cada coma, cada punto, los vamos a decidir tú y yo jun-tos. Como una pareja —se jactó, ensanchando la sonrisa con la última palabra.

Y se fue.

—¿Qué?

••••

Los triángulos amorosos son de lo peor. El primer drama que vi en mi vida era un triángulo amoroso y todavía no me recupero de ese golpe.

La protagonista, esa desgraciada, no solo botó al protagonista sin una razón válida, sino que, a pesar de seguir enamorada de él, se quedó con el amigo; el amigo de la infancia de él, de toda la vida. De todas las personas que pudo haber elegido...

—Ay, pero qué asco.

¿Qué cosa?

Mi madre me miró.

—Ma, ¿tú qué pensarías de una muchacha que deja al amor de su vida para irse con el mejor amigo de este por agradecimiento?

—Que los dos son unos desgraciados —respondió sin dudar. Exactamente, mami querida. Totalmente de acuerdo.

Usualmente Mimi se encarga de las compras, pero mamá llegó temprano a casa hoy y me ofreció venir juntas. Hace mucho no lo hacíamos y necesitaba la distracción. Además, de vez en cuando aprovechaba cuando se distraía y echaba productos al carrito que yo sabía que no estaban en su lista. Ella tampoco la respetaba, al fin y al cabo.

Hoy iré a visitar a la señora Galicia y el único ingrediente disponible en casa para preparar el postre que quiero era el café.

Repasaba los estantes cuando, de pronto, un golpe seco en mi hombro me sacó de mi ensimismamiento. Me volví, dispuesta a disculparme. Un muchacho, cuyos ojos esmeralda se abrieron de par en par mientras me examinaba con frenesí de pies a cabeza, me recibió. Ni siquiera acabé de decir “Perdón” cuando él salió disparado a algún lugar muy lejos de mí nomás cruzamos miradas.

—¿Huelo mal o qué? —me pregunté mientras observaba a lo lejos su cabello rubio miel saltando de arriba abajo debido al trote— Espero que sea porque no le gusta hablar con la gente.

—Hija, vamos. No puedo quedarme un segundo más aquí.

Los ahora tres carritos estaban a rebosar de productos tanto de limpieza como comestibles. La pregunta que me haría sería cómo diantres había hecho para agarrar todo eso en los cinco minutos que le quité la vista de encima, pero la interrogante de cómo hacía para llevar ella sola tres carritos era aún más grande.



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En el texto hay: romance drama, humor comedia

Editado: 25.09.2025

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