La música retumbaba en mis oídos y el olor a alcohol inundaba mis fosas nasales, la gente bailaba en la pista muy junta y sudorosa.
Nos sentamos en una mesa y enseguida pedimos de beber y algo para comer.
Los chicos no eran de embriagarse demasiado rápido, pero la noche estaba algo agitada así que pasadas unas dos horas ya la mayoría de mis compañeros estaban algo ebrios, mientras que yo permanecía tranquilo buscando con la mirada a alguien que pudiera satisfacer mis deseos de esta noche. Había varias chicas y chicos que no estaban nada mal, pero nadie me interesaba realmente.
Seguimos bebiendo y empezamos a hablar de cuanta cosa se nos ocurriera. Ya en la madrugada varios de mis amigos habían desaparecido, lo típico. Una chica rubia con buenas curvas se acercó a mí con expresión coqueta para luego sentarse a mi lado.
— ¿Aburrido?
—Algo —contesté viéndola de reojo
— ¿Quieres ir a divertirte un rato?
Lo pensé un poco, la chica era bastante guapa y ya que no había nadie más interesante... me volteé con una coqueta sonrisa en mi rostro, ella entendió el gesto y tomó mi mano levantándose. La chica se detuvo un momento y miró alrededor, parecía pensar cual sería el mejor lugar para tener sexo sin ser molestados así que mientras ella decidía, busqué a mis amigos con la mirada.
Divisé a varios de mis compañeros en distintos rincones del local bastante "ocupados", al asegurarme que ninguno había caído en coma por ahora, dirigí mi atención hacia la chica.
Pero entonces algo en la puerta captó mi atención y sentí que me faltó el aire por unos instantes.
Un ser hermoso entraba en ese momento, su figura era gloriosa y deseé quitar toda esa ropa para detallarla aún más, su cabello desordenado le daba un aire salvaje, muy sexy y desde aquí podía notar sus ojos de un hechizante color miel, debía de estar babeando.
Gracias dioses por mandarme ese bello espécimen.
Caminaba despreocupadamente observando todo a su alrededor y por una milésima de segundo nuestras miradas se encontraron y mi corazón se detuvo. Debía ser mío por esa noche.
Sentí que me tocaban suavemente, pero estaba tan embobado que no presté atención, entonces me zarandearon más fuerte y reaccioné. La chica de antes me miraba interrogante y algo molesta, supongo por ignorarla.
—¿Vas a venir conmigo o no?
—Lo siento preciosa, cambié de opinión —volví a mirar esa bella obra de arte.
—Como quieras —la chica enojada soltó mi mano bruscamente y desapareció entre la multitud.
Me encogí de hombros y encontré al chico sentado en la barra bebiendo tranquilamente de su vaso. Respiré profundo, y me encaminé hacia la barra, me senté casualmente y observé de reojo que él me estaba mirando.
¿Y ahora qué? ¿Cómo empezaba a hablarle? No era la primera vez que buscaba llevarme alguien a la cama, no debería estar tan nervioso, y definitivamente mis manos no deberían estar temblando. De alguna manera su presencia resultaba pesada y me estaba intimidando.
De repente alguien se le tiró encima y maldije para mis adentros al ver que era Johan, totalmente borracho.
—O-Oye Isaac... ¿Quién es tu amigo? —preguntó mi amigo aferrándose al sexy chico con un puchero.
Me pasé la mano por la cara frustrado, me levanté y con dificultad se lo quité de encima, rozando su hombro en el proceso, un escalofrío me recorrió entero.
—Johan, no es mi amigo, aléjate de él. Disculpa —me dirigí a él quien nos observaba con curiosidad.
—No te preocupes —me sonrió y juro que sentí el piso temblar, o creo que fueron mis piernas.
Tomé a Johan para arrastrarlo a su auto y encerrarlo dentro al menos hasta que todos nos fuéramos, pero pesaba demasiado.
—¿Necesitas ayuda?
—No quiero molestarte —él negó con la cabeza, bebió de un solo trago lo que quedaba en su vaso y con una sonrisa tranquila tomó a mi amigo y lo subió en su hombro como un saco de papas.
Los músculos de sus brazos se tensaron y ahogué un jadeo.
Salimos del bar y por suerte habíamos estacionado el auto cerca, lo abrí rápidamente y el ojimiel lo dejó con cuidado en los asientos de atrás. Dejé un poco la ventana abierta para que no se ahogara y luego de asegurar bien el auto volvimos a la barra.
—Asriel, mucho gusto —me extendió su mano una vez estuvimos sentados.
—Isaac, igualmente —se la estreché
Aunque fue un poco incómodo al principio me sorprendí al ver que sólo unos minutos después estábamos hablando como dos amigos que se conocían de toda la vida. Hablamos de nuestras carreras en la universidad, resulta que solo era dos años mayor que yo, no trabajaba ya que su carrera no se lo permitía y además no le hacía falta, al parecer frecuentaba el bar.
Me extrañó no haberlo visto antes.
A cada minuto me parecía más y más agradable, bien, no sólo era un rostro bonito, también era inteligente, buen conversador y un buen bebedor también al parecer.
Llevábamos varios tragos, pero yo parecía ser el único afectado, estaba algo mareado y pronto empecé a arrastrar las palabras como el propio borracho.
Era ahora o nunca.
— ¿Hetero? —él me miró confuso por unos instantes entonces sus pupilas parecieron dilatarse y su rostro adoptó una expresión traviesa.
—Bi —sonrió de medio lado.
Perfecto.
—Ya veo... —lo miré fijamente por unos instantes y me relamí el labio inconscientemente. Él recorrió el camino que hizo mi lengua con la mirada y sentí mis pantalones apretar.
Se acercó a mí, hasta que pude sentir su respiración en mi oído y me susurró con voz ronca.
— ¿Me tienes ganas? Yo también
Enrojecí completamente y tragué saliva. Su mano se deslizó hasta mis piernas y las acarició.
—Oye Isaac ¿has... —otro de mis compañeros había vuelto.
— ¿Sí? Dime —traté de parecer tranquilo, pero Asriel aún no quitaba su mano y eso me dificultaba el pensar coherentemente.
— ¿Has visto a Johan?