Una molesta sensación se alojó en mi rostro, abrí los ojos y un rayo de luz me cegó de inmediato. Había una pequeña ventana por la cual se filtraba la luz solar.
Refunfuñando me di la vuelta quedando boca abajo, noté el dolor en mis caderas y el cuerpo pesado, necesitaba un baño caliente, pero había valido totalmente la pena si recordaba al sexy hombre de anoche.
Volví a quedar boca arriba y observé la habitación, no había podido ver mucho anoche así que esta vez pude darme cuenta de los detalles. Había un televisor pequeño justo en frente, un clóset, una mesita de noche a cada lado de la cama, un espejo, la puerta de lo que supongo era el baño, su escritorio y un estante con algunos libros, todo bastante normal para un estudiante universitario.
Me levanté despacio y busqué mi ropa, encontrándola doblada en un pequeño banco, la tomé y me vestí, y con esfuerzo llegué a la sala, y después a la cocina encontrándome un plato en la mesa, tapado y con una nota.
"Salí a comprar algunas cosas, no es necesario que me esperes. Cierra con llave cuando salgas y deja la llave debajo de la alfombra, disfruta el desayuno y gracias por lo de anoche, estuvo bastante bien, espero repetirlo"
PD: te dejo mi número, llámame si quieres
Demasiada confianza para alguien que acaba de conocer, el dejarme solo en su casa y con una llave, me encogí de hombros, suerte que yo no soy de los que roban.
Miré los números, doblé la nota y la guardé en mi bolsillo, me senté y empecé a comer disfrutando cada bocado, estaba delicioso. Nunca me había quedado tanto tiempo después del sexo, pero al menos había cumplido el deseo de Ángel y me iría desayunado.
Salí de la casa soltando un suspiro, hice lo que me pidió y emprendí el camino a mi departamento. Aún sentía el cansancio recorrerme, pero supongo que después de un buen baño desaparecería por completo.
Mi rutina de siempre, clubes o bares, apartamentos u hoteles y finalmente casa y un baño.
Entre y sentí el olor de los huevos revueltos.
—Ya llegué Ángel —me dejé caer en el sofá
— ¿Otra vez de parranda? —me gritó desde la cocina.
Salió de ella y se situó frente a mí para luego observarme extrañada.
—Isaac, estás pálido —se acercó a mi rostro y me miró preocupada —. ¿Te sientes bien?
— Estoy bien, siento el cuerpo algo pesado, pero es todo.
— ¿Desayunaste? —Asentí —por fin exigiste tu desayuno, hice jugo de mora, tómate un vaso
Volvió a la cocina y después apareció con un vaso, me lo entregó y lo bebí todo de golpe.
—Date un baño y tómate algo si te duele el cuerpo, mañana tenemos clases así que debes estar sano, voy a la tienda a comprar unas cosas —tomó su cartera y salió.
Recosté mi cabeza, miré al techo, y sin darme cuenta me quedé dormido.
El ruido de mi celular me despertó, lo busqué en mi bolsillo sin abrir los ojos y lo descolgué llevándomelo a la oreja.
— ¿Sí?
— ¿Isaac? Amigo, ¿Cómo estás?
— Bien Johan, ¿y tú? Debes tener una buena resaca
—Y la tengo, me pasé, lamento si hice algo estúpido, me dijeron que te fuiste con un chico ¿lo pasaste bien?
—Descuida, y si, lo pasé genial
—Que bien, bueno llamaba para comprobar tu estado, nos vemos mañana
—Nos vemos
Colgué.
Asriel. Recordé su tacto, sus besos, fue una noche excelente, y pasando por alto algunas cosas extrañas, quería repetir.
Me di un largo baño sintiendo mis músculos más descansados, me vestí y empecé a hacer el almuerzo.
La puerta se abrió y Ángel entró por ella cargada de bolsas y maldiciendo por lo bajo.
—Malditas motos —la ayudé con las bolsas mientras le reclamaba el vocabulario con una sonrisa, dejé las cosas en la cocina y juntos terminamos la comida.
El resto del día lo pasamos viendo películas en el sofá.
*
Me desperté temprano, comimos juntos el desayuno mientras hablamos de algunas cosas y sobre lo que haríamos en la tarde.
— ¿Hoy trabajas Ángel?
—Sí, ¿qué vas a hacer tú?
—Me toca turno a las 4, saldré a las 8, tendré la cena lista
Ella asintió con una sonrisa, terminamos de comer y nos fuimos a la universidad. Estaba en mi segundo año de Psicología y Ángel estudiaba Bioanálisis. Las primeras horas fueron tranquilas.
Pero a la hora del almuerzo un chicle sumamente fastidioso con nombre y apellido se pegó a mí, Sarah Carrero.
Me había acostado con ella, no había sido satisfactorio, y de por si no me agrada mucho repetir, pero ella insistía en volver a hacerlo.
—Oh vamos Isaac, sé que quieres, te sentirás muy bien —me decía con una voz empalagosa.
—Olvídalo, hay muchos hombres en el campus, y también chicas por si estás interesada, desiste de mí
Ella me miró furiosa y jaló mi camisa para besarme fogosamente, rodé los ojos y le mordí fuerte el labio haciéndola gemir de dolor y apartarse.
Iba a gritarle cuando una figura cerca de nosotros me llamó la atención, era... Imposible
Asriel me miraba inexpresivo desde una esquina, sonrió ligeramente y luego se sentó en una de las mesas junto a la puerta, con él estaban un par de chicos, creo que uno de ellos estudiaba en mi facultad pero en un año superior.
Tomé mi almuerzo y nervioso me dirigí a él.
—Hola, no sabía que estudiabas aquí, ¿Cómo estás?
—Creo haber mencionado el nombre de mi Universidad Isaac. Estoy bien, ¿y tú?, creí que llamarías —me miró sonriente para luego mirar en dirección a Sarah —. Era una linda chica
— ¿Eh? Si, lo es, pero no estoy interesado. No creí que quisieras que te llamara tan rápido
Se encogió de hombros.
Miré entonces a los chicos que estaban allí para darme cuenta que eran gemelos, ellos me miraron por un momento causándome un escalofrío y luego empezaron a susurrar cosas entre ellos, decidí que lo mejor era ignorarlos.
— ¿Estás ocupado hoy?
Asentí muy a mi pesar.
—Tengo trabajo
— ¿Dónde?